Cuando vea las imágenes seguro que Albert Rivera y el neotoledano Juan Carlos Girauta echarán espuma por la boca, hasta un socialdemócrata de esos tan peligrosos que hay que vetar como Emiliano García-Page, da más muestras de españolismo que ellos que llevan la bandera casi tatuada en la piel. El presidente en funciones castellano-manchego acudió ayer a la jura de bandera civil que la Academia de Infantería de Toledo ha celebrado en la capital. En la misma también han jurado bandera el portavoz Nacho Hernando (que está haciendo la mili civil de todos los socialdemócratas manchegos con aspiraciones) y otros miembros del Gobierno. Más españoles que el palo de la bandera que portaba la misma.
Cuando las personas se preguntan, especialmente todo el sanchismo que echa espuma por la mayoría absoluta, sobre el porqué de la victoria de García-Page, esta imagen es una muestra más de la contestación. El presidente manchego no deja nada a la improvisación en lo referente a tradiciones propias de su tierra. Si hay que ir a misa, va. Si hay que jurar bandera, se jura con todo el amor y la pasión española. Si hay que recorrerse la región, lo hace. En vez de acudir a los lugares a odiar a personas o regiones con la bandera detrás, como hace Rivera, García-Page acude a participar de lo típico por muy tópico que sea. Y eso sí, para que nadie diga lo contrario, es más español si cabe pues jura bandera, algo que el dirigente de Ciudadanos no ha logrado hacer por mucho que habla de patria y de banderas.
También debe estar enfadado Pablo Casado, quien no se conoce que haya hecho algo parecido, pues el presidente manchego le da lecciones de españolidad. Él que siente España en el fondo de sus bolsillos, pues no ha conocido más pagador que el Estado español, tiene que soportar que un socialdemócrata, un rojo, jure bandera y esté en el desfile militar bien tieso y con casi lágrimas en los ojos. Y ¿qué dirá Santiago Abascal al ver a Page abrazado a un legionario? Igual así entienden la tunda que les han dado en Castilla-La Mancha. Lo que vende en Madrid, no vende en otros sitios. Y para jugar contra Page hay que ir más allá y no presentarse con un programa de destrucción de la sanidad y la educación.
En La Moncloa se habrán reído seguramente cuando hayan visto las imágenes y habrán dicho algo como “mira el cabrón del Page españoleando”. Aunque con un poco de envidia seguramente por no ser protagonista de tan bella estampa que hubiese acabado con su archienemigo Rivera. “Más grande era la mías” habrá pensado el presidente en referencia a lavandera de 40 metros cuadrados que utilizó cuando era Sánchez I, reconociendo su verdadero ser y no la estafa republicana que suele comentar. Pero a banderas y sentir España no le ganan a Page, luego que no se queje cuando le digan que es de derechas los sanchistas porque, a veces, les da pie a ello.