En los institutos y colegios españoles se habla del ejemplo de la industria textil catalana como paradigma del crecimiento industrial de España en la Revolución Industrial. Sin embargo, ¿sabían ustedes que la industria de manufacturación de la lana durante el siglo XVIII estuvo centralizada en un pueblo de Cáceres llamado Torrejoncillo?
Durante este siglo la producción de paño basto y bayeta en Torrejoncillo era llevada por 118 fabricantes que atendían al 40% de la demanda de paño de toda España y Portugal. Este porcentaje se podría comparar con un 80% en términos actuales, dado que aún en España se tejía el paño en los hogares que no tenían más recursos que comprar el vellón. Había más demanda que producción, lo que hizo que se aumentaran los niveles productivos creando en la zona una prosperidad nunca recuperada.
Esta producción venía dada por la calidad de ese paño ya que, según documentos de la época, el paño de Torrejoncillo duraba cuatro veces más que el mejor paño de Tarrasa y podía ser utilizado tanto para el pueblo como para confecciones de mayor calidad. El propio rey Carlos III compraba varas de este paño todos los años para uso en Palacio.
Los cambios en los modelos industriales, la pujanza de otros lugares donde se utilizaron modelos de producción importados de Europa (Béjar, Cataluña), además de la Guerra de Independencia provocaron que el comercio de paño de Torrejoncillo cayera a niveles del siglo XVII. Esto también provocó una bajada en la calidad del género que el canto popular refleja:
Aunque en Béjar le pongan más brillo
Para paños en Torrejoncillo
Siempre en España se ha hablado de la importancia de la industria de la lana, de la Mesta, pero hay un periodo en el tiempo que ocupa el siglo XVIII que apenas es tratado por historiadores. El tiempo de una España que se fue; el tiempo en que los pequeños manufactureros tenían un poder dentro de la economía que daba esplendor a pequeñas regiones hoy olvidadas.