El sindicalismo de todos los países debiera emprender acciones de solidaridad con los trabajadores chinos que plantan cara al 9-9-6.
Hay que poner freno al esclavismo de nuestro tiempo. En España sufrimos la “Prolongación de Jornada”, síndrome laboral por el cual se producen gratuitamente 150 millones de horas productivas cada año.
Ha sido gracias a la perseverancia del Sector Financiero, Seguros y Oficinas de FeSMC-UGT, que tras varios años de insistencia, hoy tenemos un Real Decreto-Ley, que tras haber sido convalidado por la Diputación Permanente del Congreso, entrará en vigor el 12 de mayo, para que en las Empresas exista un Registro Verificable de la Jornada de Trabajo.
Decreto que ha sido iniciativa del Gobierno de Pedro Sánchez, al no haber sido posible el desarrollo de la proposición de ley, que el PSOE promovió, que PP y C’s han venido boicoteando, con triquiñuelas procedimentales.
El capitalismo tiene un grave problema, que proyecta sobre la clase trabajadora. Y es que no es capaz de producir el beneficio sostenido que desea, por la saturación de productos y servicios a la que ha llevado a los mercados; de ahí las provocaciones y rupturas de acuerdos del inestable Trump.
Han decidido que el crecimiento del beneficio pivote sobre el factor trabajo. Esto no es nuevo: desde los años 80 del pasado siglo nos han “convencido” de que “no hay que tener un trabajo para toda la vida” (tenemos que asumir la incertidumbre que los inversores no quieren para SUS inversiones); nos han “convencido” de que tenemos que formarnos, en la fabricación y venta de SUS productos y servicios, durante toda la vida laboral (pero nos obligan a hacerlo en NUESTRO tiempo libre).
Ahora quieren que trabajemos más por menos, aquello que pedía el delincuente Gerardo Díaz Ferrán, en su última etapa de Presidente de la CEOE.
Es una aberración, precisamente en el momento en que los avances tecnológicos derivan mayores cotas de productividad jamás conocidas. Productividad que sólo redunda en SUS cuentas de resultados. Algo muy injusto, pues la evolución tecnológica es un patrimonio de la humanidad del que se apropian las empresas privadas al módico precio de una licencia de software.
El Gobierno Socialista de Pedro Sánchez ha sido más revolucionario que el Gobierno Chino, que dice que es comunista. Pues el Gobierno Chino lleva mucho tiempo siendo cómplice, y ejecutor en las empresas estatales, del esclavismo que se vive en su país.
El capitalismo está forzando la cuerda y esta se romperá; luego buscarán explicación a fenómenos como los “chalecos amarillos” franceses.
Hay que rebelarse, ya basta de explotación que engorda las multimillonarias fortunas de unos pocos, a costa del empobrecimiento de muchos.