Lo dijo hasta la saciedad en todos los actos de campaña a los que acudió. “Lo primero que haré cuando sea elegido secretario general será pedir la dimisión de Rajoy” fue expresado una y otra vez. La mala relación de Pedro Sánchez con Mariano Rajoy, que se conoce es personal, hasta el punto de no darse la mano, ni felicitarse (el presidente del gobierno no le ha querido molestar y no ha encontrado tiempo aún) estaba detrás de esa obsesión del socialista. Pues están esperando aún sus huestes a que pida su dimisión.
Primera promesa incumplida. Y cuidado que es sencilla cumplirla. Convocas rueda de prensa y lo pides sin más. Pero la realidad política española es otra a la imaginada por el electo. Podemos amenaza la primacía de la izquierda, si es que no la tiene ya, con su moción de censura. Una moción que, incluso, han querido retirar para apoyar una propia de Sánchez. Pero el socialista ha manifestado que los números no dan. Con la misma composición parlamentaria que mientras fue diputado ahora resulta que los números no dan.
Muchos y muchas de sus votantes esperaban algún gesto pero no lo han obtenido. Prefiere seguir en la conquista del poder absoluto dentro del PSOE. Tiene la suerte de que Compromís siempre le ayuda y se retira de la moción de censura de Podemos. Pero lo que nunca reconoció antes de octubre, y eso que insistió que los números daban hasta la saciedad, lo ha tenido que reconocer ahora. En el momento en que se cree intocable. Ahora es el momento, según sus propias palabras, de una oposición dura. Lo mismo que dijo la Gestora.
¿Dónde queda la tan prometida colaboración de la izquierda? ¿Dónde queda la promesa tan simple de pedir una dimisión? Como suele suceder con Sánchez en el olvido del día de ayer. La actitud de Sánchez recuerda a lo que cantase en su momento Héctor Lavoe en El periódico de ayer: “Tu amor es un periódico de ayer que nadie más procura ya leer. Sensacional cuando salió en la madrugada. A medio día ya noticia confirmada. Y en la tarde materia ya olvidada”.