Este año no ha resonado Guns and Roses, este Congreso del PSOE ha suavizado el tono musical, lo que es una muestra de cómo el Partido Socialista ha retrocedido a las cavernas de la socialdemocracia que tanto daño le hizo porque el pueblo, los hombres y mujeres de las clases medias y trabajadoras, que levantan el país, que deberían ser el objetivo principal de la acción del PSOE y que esperan de los socialistas españoles que hagan socialismo.
Sin embargo, Pedro Sánchez, actual secretario general del PSOE y presidente del gobierno por dos años más, ha renunciado al socialismo, lo ha abandonado para abrazarse a la socialdemocracia porque, de cara a sus intereses futuros, estar alineado con Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero le permitirá en un futuro muy cercano iniciar pasos que un socialista de verdad jamás se atrevería a dar. La socialdemocracia es un modelo político (no una ideología) que no duda en aplicar políticas de derechas en lo económico y, si cabe y no afecta a los poderosos, políticas de izquierdas en lo social.
Esta vuelta a la socialdemocracia, ese avanzar hacia el pasado que se ha dado en este 40 Congreso de exaltación de Pedro Sánchez y de ponderación de la unanimidad como en las dictaduras más totalitarias, disfrazándola de unidad, no hace más que posibilitar que el destino del PSOE se pueda unir a de las opciones neoliberales en un futuro tal vez más cercano. El «Avanzamos» que sirvió de lema de este 40 Congreso encierra muchas lecturas y, una de ellas, puede ser, evidentemente, ese caminar hacia adelante con recetas del pasado. La socialdemocracia que tanto ha ponderado Sánchez en su discurso no impide, en ningún caso, la unión con el centro derecha porque son dos opciones que comparten más cosas de las que las separan.
Sánchez empieza su discurso y empieza a llover
El secretario general del Partido Socialista comenzó a hablar y la lluvia apareció en Valencia. Todo un presagio de lo que vendría después.
Sánchez ha iniciado su discurso de clausura del 40 Congreso haciendo mención a su gestión de la crisis sanitaria desde un punto positivo, olvidándose de mencionar la inconstitucionalidad de algunas de sus decisiones que eran necesarias pero en las que no tuvo el valor de ejecutar lo que señalaba la Carta Magna.
Por otro lado, no ha dudado en arrogarse el mérito de las medidas sociales del gobierno, sin realizar mención alguna a Unidas Podemos. Un líder supremo no podrá aceptar jamás que sus decisiones hayan sido provocadas por la presión de otros.
«Orgullo de país, orgullo de España. Orgullo de lo que hemos superado. España crea empleo y lo hace con fuerza. Hoy tenemos más personas ocupadas que antes de la pandemia. En 2008 tardamos 10 años en recuperar los niveles de empleo y ahora lo hacemos en menos tiempo, en menos meses. Creamos empleo, subimos el SMI e igualamos la lucha por la equiparación salarial entre hombres y mujeres», ha dicho Sánchez olvidándose de que el empleo que se está creando es muy precario y que, si no fuera por los ERTE, las cifras del paro estarían disparadas.
Además, Sánchez, con los líderes sindicales entre el público, ha vuelto a hacer la promesa que todavía no ha cumplido: la derogación de la reforma laboral. «Pondremos punto y final a la ley mordaza y a la reforma laboral del PP». Sin embargo, nuevamente se ha olvidado de mencionar a quien realmente está luchando por dejar ese legado a los españoles: Yolanda Díaz.
El secretario general del PSOE, además, ha hecho mucho hincapié en lo aprobado en las comisiones del Congreso para que su discurso tuviera un toque feminista: «Hoy os quiero decir una cosa: avanzaremos aboliendo la prostitución en este país. Ese es mi compromiso». Sin embargo, Sánchez se ha olvidado de la traición a las feministas al no permitir que el PSOE se opusiera frontalmente a la Ley Trans, una de las reivindicaciones de las feministas socialistas.
Sánchez ya es España
Por otro lado, Sánchez se ha arrogado, como hacen los líderes totalitarios, el espíritu del país, la posesión de España. «Somos la representación del partido que más se parece a España. Sumamos la experiencia de un maestro de un pueblo, la de un jubilado, la de un estudiante. Sumamos la experiencia del pasado, del presente y del futuro. No hablamos en abstracto del sufrimiento de la gente, sino que sabemos de los problemas reales».
No obstante, la acción de gobierno de Sánchez sigue manteniendo los privilegios de las élites, permitiendo que los poderosos, sobre todo los bancos, mantengan su impunidad ante la Justicia y que una parte de la Justicia siga siendo el mejor activo de las grandes empresas y familias de este país.
Sánchez no ha dicho nada respecto a cómo ha puesto al servicio de la banca a la Abogacía del Estado para defender los intereses de los que más tienen frente a decenas de millones de hombres y mujeres, gente de las clases medias y trabajadoras, tiene que empeñar su patrimonio económico en abogados para poder recuperar lo que les quitaron con cláusulas abusivas.
En referencia al peligro de la extrema derecha, al totalitarismo de los ultras, Sánchez ha mirado la paja en el ojo ajeno sin darse cuenta de la viga en el suyo. «En nuestro país, las corrientes de la extrema derecha están calando. Y son peligrosas, también para la derecha tradicional, que está desnortada. Critican la legitimidad de este Gobierno, cuestionan nuestra condición democrática. No les basta que tengamos la victoria electoral ni el apoyo parlamentario. No les valen los avales democráticos, porque la democracia solo les sirve cuando ellos gobiernan».
Socialdemocracia, Felipe González y Zapatero
Una de las palabras que más ha repetido ha sido «socialdemocracia» y han sido recurrentes las constantes referencias a Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, sus dos nuevos «muy mejores amigos» como ejemplo socialdemócrata de gobierno. De socialismo, ni una palabra, sólo referencias a «los socialistas». Este hecho ya da el perfil de lo que quiere Sánchez y del camino que va a seguir el PSOE tras este Congreso. Habla de igualdad y justicia social pero todavía no ha aplicado las reformas que Pablo Iglesias Posse hubiera aprobado el primer día en que hubiera ostentado la Presidencia del Gobierno. Habla de igualdad cuando ha claudicado ante las teorías saturnales del movimiento queer traicionando a las feministas de su partido.
Sánchez, además, no ha dedicado ni un segundo de su tiempo en hablar de aspectos que están en el decálogo de cualquier socialista, como la estructura federal del Estado o la República. Ya se encargaron en Ferraz de que esos asuntos, incómodos para un socialdemócrata y que son la Biblia para un socialista, no pudieran afectar a la unanimidad de este Congreso, de la fiesta de Sánchez que, como no podía ser de otro modo, ha terminado con una charanga tocando «Paquito el Chocolatero» mientras los delegados e invitados abandonaban la Feria de Valencia.