Pedro, ni te olvidaron ni te perdonaron por decir que “la justicia es un cachondeo” por la sentencia contraria a la demolición de un chalet de Bertín Osborne. Nadie se acuerda de lo que hiciste por Jerez, de ese circuito que año tras año atrae a millones de personas que dejan millones de euros para la economía de la ciudad. Pero tú dijiste lo que dijiste.
Algo harías en tantos años de poder, algo que, a buen seguro, tod@s con poder, aunque democrático, han hecho ni más ni menos que tú, pero no todos tuvieron el valor de decir a los cuatro vientos que la “Justicia era un cachondeo». Te expresaste tal y como eres: andaluz de Jerez, pero lo que dijiste no es más que decir la verdad al respecto: «la revolución de la justicia desde la dictadura está pendiente». La primera transición se fue sin llegar ni siquiera a plantear una transformación renovadora del poder judicial. Siguen siendo los mism@s, hijos e hijas de los anteriores en un porcentaje que realmente hace que no haya habido cambio en los administradores de la justicia, sus perfiles idénticos, su moral idéntica, sus luces y sus sombras idénticas, sus virtudes y debilidades idénticas y su devoción debida las mismas. No son como barras de acero «se doblan y los doblan».
Te condenaron a 4 años de prisión por contratar a dos asesores que eran militantes de tu partido en sendas empresas municipales. Te acusaron de prevaricación y malversación de caudales públicos.
Pedro Pacheco, no hiciste más que muchos, que Carlos Fabra, que Gabriel Amat, que Rodrigo Rato, que Luis Bárcenas, que Jesús Sepúlveda, que Francisco Camps, pero ellos no dijeron nunca que la «justicia era un cachondeo».
Ya está bien. No se puede condenar a una persona por expresar libremente y con «cierto respeto» lo que toda la sociedad piensa y, aún más, por expresar de «una forma determinada y coloquial» lo que aún está pendiente de resolver en la democracia para que reine la igualdad, principio básico de la Constitución. No habremos llevado a cabo ninguna transición si no se aborda la reforma judicial desde sus bases y no se lleva a cabo un referéndum sobre el modelo de Estado. Nada justifica que los «padres de la izquierda» de la transición aceptasen una Monarquía siendo ideológicamente republicanos, ni una justicia con cimientos, en su mayoría, franquistas, neocapitalistas, tradicionalistas y de Dios, Patria y Rey.
Se puede ser de Dios, pero no del Dios de la desigualdad. Se puede ser de patria pero no si la patria son unos colores y un trozo de tierra. Se puede ser de Rey si este no nos es impuesto y nombrado a dedo por un dictador.
Pedro, te tocó, otro día le puede, nos puede, tocar a otro, no por una falta o calificativo jurídico, sino por decir públicamente que la «Justicia es un cachondeo».
Espero que la justicia se haga en ti de nuevo y regreses a la libertad.