El Santander tiene prisa por terminar la adquisición total del Popular, y una de las causas por las que están adelantando los plazos lógicos para cerrar toda la operación es, precisamente, por la presión que están ejerciendo los afectados a través de sus demandas, algunas de las cuales podrían paralizar de manera inmediata todo el proceso e, incluso, la compra por un euro del Banco Popular. Es precisamente ese volumen de demandas y que estén siendo admitidas a trámite lo que está soliviantando a los máximos accionistas que ven cómo los métodos aplicados para hacerse con la entonces sexta entidad financiera española han superado los límites éticos y humanos que se esperan de un banco con el prestigio histórico del que preside Ana Patricia Botín.
Los documentos presentados por el Santander ante la CNMV demuestran el porqué del interés por el Popular. Una operación de éxito puesto que por un euro se consigue el liderazgo en nichos de negocio en los que el Santander no estaba entre los primeros como es el de Pymes y un incremento de los beneficios por encima del 14% en el corto plazo. No obstante, los métodos que se utilizaron para conseguir este «éxito» no fueron nada éticos, por mucho que algunos de estos máximos accionistas estuvieron implicados directa o indirectamente en la operación, pero que las demandas hayan sido aceptadas a trámite conlleva un descrédito que no se pueden permitir porque bastante tienen estos máximos accionistas con luchar por defender su prestigio.
El nuevo movimiento que está en el punto de mira es el proceso de reestructuración de la plantilla del Popular. Diario16 ya informó que el plan era destruir 7.000 puestos de trabajo y que la persona a la que se había encargado en un principio de diseñar este plan no es otro que Javier García-Carranza, un hombre sin escrúpulos que ya ha dejado su sello en Isolux, Abengoa y, según presume él mismo a sus íntimos, en el Popular. Esta dureza sin escrúpulos, —dejarlos correr para cazarl@s—, esta actitud liquidadora sin alternativas que aplica García-Carranza Benjumea —al que en algunos círculos se le llama «el terror» por el papel que jugó en Abengoa— podría ser catalogada como una «filosofía existencial asumida en el tiempo» porque nunca se le dieron bien los trabajadores a lo largo de la historia.
En la reunión mantenida entre la Representación Legal de los Trabajadores (RLT) del Popular con el Santander el pasado viernes, la entidad cántabra no dio ningún dato cuantitativo sobre la reestructuración que tienen planteada. Sólo confirmaron a los sindicatos, tanto a los mayoritarios como a los minoritarios, que el proceso de reestructuración comenzará en los Servicios Centrales.
Todos los sindicatos tienen la obligación de plantear una estrategia común, de presentarse ante el Santander unidos porque hay mucho en juego y una RLT unida puede lograr que se frenen los miles de despidos que necesita el Santander para poder hacer negocio, en primer lugar, para que el coste de esos despidos sea costeado por el erario público; en segundo lugar, para poder hacer negocio con las oficinas del Popular que, a diferencia de las del Santander, son, en su gran mayoría, propiedad del banco; en tercer lugar, para poder eliminar a los trabajadores con salarios dignos para mantener a aquellos con los salarios más bajos.
Para que este plan salga adelante es necesaria la firma del ERE por parte de la RLT. Teniendo en cuenta las demandas admitidas a trámite que hay tanto en la Audiencia Nacional como en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea o en los juzgados españoles, es más que probable que la operación sea detenida. Si los representantes de los trabajadores alargan las negociaciones de la reestructuración podrán encontrarse con que la Justicia frene la operación y no tener que enfrentarse a más de 7.000 despidos que convertirán a los empleados del Popular en dobles víctimas de las estrategias espurias del Santander porque, hay que recordar, que la gran mayoría de ellos también son pequeños accionistas a los que se arruinó en la noche del 7 de junio.
Estas tácticas de rentabilización de la operación del Popular tan poco éticas y que son impropias de un banco comercial con el prestigio del Santander están removiendo a los principales accionistas, unas corporaciones tan grandes que dejan a la entidad presidida por Ana Patricia Botín en una pequeña empresa, porque ellos tienen que dar la imagen de que no todo vale para lograr objetivos y la actual presidenta y sus pretorianos se lo están poniendo muy difícil.
La inexistencia de ética en los últimos movimientos del Santander y las consecuencias que podrían ocurrir a la entidad cántabra se resume a la perfección en la siguiente fábula:
«Le preguntaron al gran matemático árabe Al-Khawarizmi sobre el valor del ser humano y éste respondió:
» — Si tiene ética, entonces su valor es igual a uno. Si, además, es inteligente, agréguele un cero y su valor será igual a diez. Si también es rico súmele otro cero y será igual a cien. Si por sobre todo eso es, además, una bella persona, agréguele otro cero y su valor será igual a mil. Pero, si pierde el uno que corresponde a la ética, perderá su valor pues solamente le quedarán ceros.
» Así de sencillo: sin valores éticos y principios sólidos no queda nada. Solamente delincuentes, corruptos y/o malas personas».
Peligra la presidencia de Ana Patricia Botín en el Santander (II)