El despertar de la lucha por la igualdad real ha puesto en la agenda social y política conceptos como, por ejemplo, los techos de cristal o la brecha salarial, elementos que son algunos de los principales hechos que demuestran que el objetivo de la igualdad real de género está muy lejos de ser una realidad. Sin embargo, hay elementos que convierten a factores de análisis en hechos que muestran cómo la sociedad aún aplica su máxima crueldad contra las mujeres.
Save the Children ha recalcado que las familias monoparentales formadas por la madre y los hijos tienen un mayor riesgo de caer en la pobreza y en la exclusión social. La ONG ha dado unos datos que muestran cómo la desigualdad muestra su máxima crueldad en estas mujeres, dado que más de un 40% está en riesgo de pobreza y un 25% ya está viviendo en situación de pobreza extrema.
Más de la mitad de estas madres no puede hacer frente a ningún tipo de gasto imprevisto. Cerca de un 20% ha tenido que afrontar retrasos en el pago del alquiler o de la vivienda, casi un 15% no puede encender la calefacción o el aire acondicionado y un 8% no puede comprar carne o pescado.
La ONG, además, denuncia que, a pesar de la mejora del ciclo económico, el riesgo de pobreza en las madres solas es persistente, dado que casi un tercio de estas mujeres están atrapadas en el círculo de la pobreza durante, al menos, dos de los últimos tres años.
Este hecho, además, genera un problema porque, no se trata sólo de la exposición a la pobreza, sino que tienen muchas dificultades para salir de ella. Sus situaciones familiares les dificulta mucho entrar en el mercado laboral, sobre todo por la imposibilidad de encontrar oportunidades para encontrar un trabajo donde puedan conciliar la vida profesional con la familiar y que tenga unas condiciones salariales dignas.
Estas familias monoparentales deberían tener una categorización especial, del mismo modo que la tienen las numerosas, para evitar esta desigualdad y que la economía no aplique su lado más cruel contra quienes más lo necesitan.