Cristina Cifuentes no va a ir, “en principio”, a la manifestación contra el terrorismo yihadista del sábado que viene en Barcelona porque no “ha recibido la invitación”. Como si ella, o cualquier otro dirigente político, necesitase de invitaciones para ir a manifestaciones contra una barbarie (o cualquier otro tipo de demanda). Tampoco iban los dirigentes populares a los actos del 11-M que no eran convocados por los “suyos”. Nada nuevo bajo el sol del conservadurismo español, ese mismo que intenta siempre sacar rédito político con los muertos. Y cuando esos muertos son suyos, también es habitual, que los glorifique y los eleve a los altares, así sólo hayan puesto el cuello por desgracia.
Se autocalifica de liberal, pero Cifuentes, bien por estrategia política personal (ganarse a los sectores más reaccionarios, si cabe, del PP), bien por lo del liberalismo es sólo en materia económica, ha mostrado la patita reaccionaria. Y así se lo han hecho ver desde Unidos Podemos. Ramón Espinar, sobre quien suele hacer chistes en los plenos de la Asamblea la presidenta madrileña, se le dejado muy claro qué hay que hacer ante situaciones como atentados terroristas de radicales islámicos. “El camino para derrotar al terrorismo es la unidad [y]esperamos que Cifuentes rectifique o que el presidente del Gobierno o la dirección nacional de su partido la desautoricen, porque el terrorismo no es una herramienta para sacar tajada política” ha manifestado el secretario general de Podemos Madrid.
Cifuentes afirmó el lunes que “Podemos tendría que posicionarse de manera clara, sin ningún tipo de duda y ambigüedad, en el lado de los que están en contra del terrorismo yihadista”. ¿Por qué estas declaraciones acusando a Podemos de ambigüedad? ¿Acaso en Podemos han dicho algo distinto al discurso institucional de todas las formaciones políticas? No, tan sólo no han firmado el Pacto Antiyihadista, como tampoco han hecho otros partidos, por considerar que se vulneran derechos fundamentales de la ciudadanía española.
Juan Ignacio Zoido ha insistido en que firmen a todos los partidos que no lo había hecho hasta el momento, y que acuden como observadores, pero sin posibilidad de debate. La firma de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez parece que es algo así como una “ley divina” o “ley natural” (que no deja de ser una mistificación) y todos deben plegarse a ella. Pablo Iglesias ya lo dejó claro en su momento: “De alguna manera supone renunciar a elementos garantistas del derecho penal español, como si eso fuera a servir para que un desalmado no se coloque un cinturón de explosivos”.
Parece, a ojos de los reaccionarios, que si no se firma el Pacto no hay Unidad frente al terrorismo yihadista. Dotan al pacto de un carácter sacro que podría confinar a la ciudadanía española bajo un Estado sin garantías procesales y democráticas. Cabe recordar, además, que el Pacto se firmó tras los atentados de Paris entre PP y PSOE y se pidió a los demás que se sumasen, sin posibilidad de debate e intervención. Y les sirve a los conservadores como fuente de ataque político. Como afirmó en su momento Iglesias, ante estas situaciones hay que actuar bajo el prisma de la altura de miras y del pensamiento de estadistas, no bajo la utilización del estómago.
Cifuentes ha preferido el estómago a la racionalidad del estadista en esta ocasión. Por ello Espinar también le ha recordado que “son días para la prudencia y para que toda la sociedad española comparta el dolor y esté unida, justo lo contrario de lo que ha hecho Cristina Cifuentes, quedando a la altura del betún”. Cabe preguntarse, por tanto, si todo esto no es más que una nueva muestra de Cifuentes de utilización de cuestiones aleatorias para obtener un beneficio personal dentro del PP. Sacar las tripas para que los sectores más reaccionarios y fascistas del partido le tengan en alta estima. O para sacar cuatro votos con los muertos aún calientes.
Desde el PSOE, pese a ser creadores del Pacto que limita derechos y garantías, han sido más consecuentes con la situación y han dado por buena la imagen de unidad mostrada, como manifestó Adriana Lastra, “independientemente de si son firmantes u observadores”. En el PP, de momento, tienen escondido a Rafael Hernando. En Ciudadanos han seguido, como no era de extrañar, la postura del ministro Zoido y piden a todos que se sumen, yendo más allá pretendiendo establecer un Estado más policial, eso sí. Como ha afirmado José Manuel Villegas: “Debemos controlar mejor a los imanes y las viviendas ocupadas y mejorar la seguridad en los lugares públicos de gran afluencia de personas para hacernos más fuertes ante los asesinos”. No pueden remediar ser hijos del PP.