Mientras aparecen informaciones en las que se afirma que al Popular le faltó tiempo para poder acceder a una ampliación de capital, la realidad es que a la sexta entidad financiera de España se le negó desde sus órganos directores la posibilidad de realizar diferentes operaciones que hubiesen salvado al banco, algo que quienes diseñaron, implementaron y ejecutaron la operación que no tenía otro objetivo que entregarlo al Santander no podían permitir.
Diario16 ya hizo públicas las ofertas realizadas tanto por Barclays como por Deutsche Bank que garantizaban una ampliación de capital de 4.000 millones de euros en cada una de las propuestas. También hemos informado de cómo Emilio Saracho rechazó las ofertas realizadas tanto por Antonio del Valle como por la familia Luksic de entrar en una ampliación, la primera por 5.000 millones, la segunda por 1.000 millones. De igual modo, se realizaron movimientos de distracción por parte del Santander en los últimos días como, por ejemplo, las negociaciones de compra abiertas entre altos ejecutivos del Popular y la cúpula más cercana a la presidenta, negociaciones que oscilaron entre los 5.000 y los 3.000 millones de euros.
Todo ello unido, además, a la no presentación por parte de Saracho de todas las garantías de las que disponía el Popular cuando se solicitó una línea de liquidez de urgencia, tal y como reconoció el propio subgobernador del Banco de España, Javier Alonso: «Sospecho que el banco tenía potencialmente más garantías de las que presentó, pero si no las trajo… No las hemos visto, no puedo certificarlo […] las que no se presentan al Banco de España es como si no existieran», dijo apenas dos semanas después de la intervención, añadiendo más tarde que «el Banco de España otorgó toda la liquidez que pudo con las garantías que le presentó el banco».
También es importante tener en cuenta cómo desde un despacho de abogados muy vinculado históricamente al Banco Santander se mantuvo una conversación telefónica con altos directivos del Popular mientras se celebraba la última reunión del Consejo de Administración en la que les explicaban los pasos legales a seguir para que el banco fuera intervenido. Esa conversación fue transcrita y enviada al Popular, un documento del que dispone Diario16, que ya ha sido presentado ante la Audiencia Nacional y que haremos público en los próximos días. Ese mismo día, desde el mismo despacho, repetimos, muy vinculado al Santander, se diseñó toda la estrategia de comunicación para el día siguiente, es decir, para establecer las fórmulas adecuadas para comunicar las consecuencias de la intervención. «Operación R», lo llamaron. Ese documento también obra en nuestro poder.
Otras decisiones adoptadas por Saracho y una parte de su Consejo fueron, por ejemplo, las filtraciones interesadas desde la planta noble del Edificio Beatriz de Madrid a determinados medios volcados con la causa de hundir al Popular y para que el Santander se hiciera con él y, por tanto, para arruinar a más de 305.000 familias que provocaron un pánico entre clientes e inversores que generaron una salida de depósitos de particulares y, en consecuencia, una bajada del rating que, a su vez, fue la excusa que necesitaban las instituciones para retirar más de 14.000 millones de euros apenas 48 horas antes de la intervención; Europa también ayudó a este pánico con las declaraciones irresponsables de Helke König en Bloomberg y, sobre todo, con la celeridad en que se adoptó la decisión de intervenir al Popular a través de un informe provisional que cómo será su contenido que nadie se quiere hacer cargo de realizar el definitivo; el Gobierno de España también fue fundamental porque, por ejemplo, el ministro De Guindos estuvo durante más de un mes mareando la perdiz con posibles ofertas u ofreciendo al Popular a otras entidades que no tenían otro fin que ganar tiempo para que los mercados (Marshall Wace (JP Morgan), BlackRock) continuase castigando el valor del Popular hasta llevarlo al lugar en que se hiciera inevitable su resolución.
También hay que tener muy en cuenta para determinar que al Popular no le faltó tiempo sino que lo hundieron el comportamiento irresponsable tanto del Banco de España como de la Comisión Nacional del Mercado de Valores al no actuar ante la operación bajista y prohibir las operaciones a corto, tal y como se ha hecho en casos posteriores y que tuvieron como resultado una recuperación del valor.
Todas estas estrategias y movimientos provocaron el hundimiento del Popular. No fue una quiebra porque al Popular lo hundieron con un único objetivo: salvar al Banco Santander. Por desgracia para el sistema financiero español no será el último porque ya se ha puesto el punto de mira en otra entidad que cambió de sede social hace poco tiempo y que ya está sufriendo los mismos ataques por parte de las mismas posiciones bajistas que el Popular. ¿El Santander apunta ahora hacia la comarca del Vallés?