Corría 2005, en Europa se discutía sobre la Constitución Europea que debía ser aprobada por los distintos Estados. La discusión fue muy polarizada; quizás por ello algunos no entendíamos el “Sí crítico” que defendía la dirección de Izquierda Socialista (PSOE). Por dicha razón en ese debate, propugnamos una serie de preguntas a aquella dirección ya que entendíamos que la Constitución Europea escondía trabas y obstáculos para la democracia en Europa, porque había algo “oculto” (que no se decía) que haría imposible una Europa democrática y social. ¿Cuál fue la sorpresa? Simplemente que aquella dirección se negó a convencer; por todos los medios pretendió que saliera el “si crítico”. No trataron de convencer, no dieron ningún tipo de explicación, todo lo contrario, se trataba de conseguir la “unanimidad”. Aquella dirección de IS, que hoy ya no está, consiguió su objetivo. Si hubo algún que otro interés algún día la historia nos lo dirá. Al final dicha Constitución no fue aprobada.
Pero la burguesía europea no se quedó con los brazos cruzados, así que buscó nuevos recodos hasta llegar a cumplir sus objetivos. Sin embargo, en aquella Constitución había dos objetivos ocultos: la directiva Bolkenstein– que por cierto entro en vigor en diciembre de 2009-, y la cuestión de la frontera Sur– mediante la cual se construirían “Centros de acogida” para los inmigrantes ilegales (y por cierto no se decía nada sobre derechos humanos).
Han pasado ya 13 años y en el fondo el programa neoliberal se extendido al resto de Europa. Pero esto ha significado un ataque a las libertades y a los derechos; primero los económicos y sociales y más tarde a los derechos en general. Para llegar hasta aquí Europa está diciendo adiós a la democracia y abriendo (de nuevo) la puerta a viejos fantasmas. No podemos olvidar que el proyecto europeo ha traspasado el muro, aunque para ello se hay intervenido en la desintegración de la Yugoslavia de Tito.
¿Qué está sucediendo en Europa? ¿en qué han derivado sus políticas? ¿Por qué dichas políticas van en contra de la ciudadanía? ¿Por qué la deriva hacia una “fortaleza”?. Y todo lo dicho supone el olvidarse de los derechos humanos y el criminalizar a la ciudadanía, convirtiéndola en meros súbditos y/o ciudadanos pasivos. Y esto se ha agudizado a partir de la crisis del 2008.
Algo está quedando cada vez más claro. Y es que la UE para llevar a buen puerto todos los objetivos del neoliberalismo ha tenido que vaciar aquellos valores que permitieron la posibilidad de su misma existencia. La austeridad sólo es válida si se recortan las libertades. Es lo que estamos viendo tanto a nivel europeo como en el Estado español. En este caso reforzado además con la salida de la Cuestión Catalana.
Volver a las raíces del demos significa la dar voz, abrir el abanico de posibilidades y disentir. Pero esto supone una serie de mecanismos que el neoliberalismo nos ha arrebatado. La postdemocracia retira la “libertad republican” y exige autoritarismo. Es lo que pretenden algunos “constitucionalistas” cuando frente al demos nos hablan del “imperio de la ley”. Pero desde el demos siempre sobresale una pregunta: “¿qué se debe hacer cuando la ley es injusta”. La antigua “razón de estado” se transforma en el imperio de la ley.
Y como bien dice Jaime Pastor lo dicho nos lleva a un autoritarismo, pero a la vez a un “proceso de desdemocratización”. Desde la caída del Muro de Berlín, o desde la derrota del stalinismo sólo hay un vencedor: la democracia representativa. Pero el demos en dicha democracia queda arrinconado en una urna. No encontramos con que esta democracia representativa sólo sirve a las clases propietarias o ricas. Por otra parte, con la “pérdida de soberanía” frente a un megaestado que sirve a los intereses de las clases propietarias, el neoliberalismo propugna una política económica basada simplemente en la austeridad, por supuesto por encima de las clases populares. El Estado de derecho tiende a desaparecer ante dicha política y ante “el imperio de la ley”. Frente al papel preponderante de la deuda nos encontramos con el hecho de que nuestras sociedades están sufriendo un importante déficit democrático.
Para llevar a cabo dicha política es necesario “criminalizar a las clases populares”. Y durante los años de gobierno del PP, desde el Parlamento con su mayoría absoluta se encontrado con el instrumento para llevar a cabo esta desdemocratización y a la vez criminalización de la voluntad popular.
El eje de la política del PP se ha basado en el recorte y/o represión de derechos y en el choque de trenes con respecto a la Cuestión Catalana, que ha llevado a la aplicación del artículo 155. Al mismo tiempo que reprimir a las clases populares. La principal de todas ellas la Ley Mordaza aprobada solamente con los votos del PP en 2015. Con la excusa del terrorismo yhijadista el gobierno aprobó dicha ley, pero la realidad, como otras veces, es que dicha ley escondía un ataque frontal a determinados derechos como la “libertad de expresión” o el “derecho de huelga”.
Por su parte la deriva catalana llevó al gobierno, con el apoyo de los partidos constitucionalistas a la aplicación del 155, aunque en principio dicho artículo sólo era aplicado para la “convocatoria de las elecciones”. Pero dicha aplicación ha hecho que para los secesionistas la “prisión preventiva” se haya convertido en norma e vez de una excepción. Una aplicación que se basaba en un posible delito de sedición o rebelión que la justicia europea poniendo en su sitio.
La cerrazón de la derecha centralista y española nos ha conducido a este límite. Por otra ,parte, la marca blanca de dicha derecha- más escorada aún- ha sabido jugar creando la “sociedad civil”, que ha permitido abrir la puerta al viejo fantasma del fascismo. Mientras que el nacionalismo de derecha en parte para tapar la corrupción de Pujol y esconder la corrupción del 3% se nos hizo independentista. Aunque el mayor responsable no es otro que el PP que durante los años de su gobierno no ha querido aceptar ningún tipo de diálogo con Cataluña. El gobierno del PP se negó a hacer política y tan solo habla del “imperio de la ley”. Hacer este tipo de política sólo puede llevar al “irracionalismo”, que en manos de la derecha sólo puede llevar al enfrentamiento civil y al ataque de los derechos colectivos
Y a nivel europeo el Mediterráneo se ha convertido en la Frontera Sur. Quizás, por esto mismo, comenzaron con Gecia país clave para convertirse en un laboratorio donde implementar políticas no sólo económicas, sino también de “seguridad migratoria”. Pero no es el único, también hay que hablar de Italia y de España. Grecia es la intersección entre los Balcanes, el Mediterráneo oriental y el sur de Europa. Pero si miramos a Italia nos encontramos con Libia y Túnez, mientras que España es la frontera para Argelia, Marruecos y todo el Subsáhara.
Miguel Urbán en su libro Disparen a los refugiados nos da cifras y relata cual ha sido la política de la UE con respecto a la inmigración. La UE (Bruselas) ha trasladado la responsabilidad hacia el Sur; pero dicha responsabilidad no se refiere al respecto de los DDHH sino más bien a la seguridad y por tanto a evitar que los inmigrantes vayan hacia el Norte. Han pasado 13 años del debate sobre la Constitución Europea, pero el núcleo duro de la UE ha vuelto a sacar de la chistera lo que había en ella: los campos de internamiento. Hasta tal punto que la vida de cada refugiado tan sólo vale 600€.
Se levantan fronteras, se utilizan concertinas en las murallas levantadas y se crea un nuevo negocio. El mismo Urban, en el libro citado nos hablar de tres grandes negocios: “en origen: negocios causantes de la expulsión y de la huida, en tránsito: desde las mafias que trafican con personas hasta los lucrativos y diversos negocios de la frontera y la xenofobia; en destino: el negocio que supone contar con una abundante mano de obra migrante barata que explotar en las sociedades de “acogida”.
La política de la UE no se basa en la defensa de los DDHH. Europa se convierte en una Fortaleza que hay que resguardar. Europa prefiere pactar con las mafias y con los Estados fallidos, como Libia. Y en la construcción de dicha fortaleza, siguiendo de nuevo la información de Urbán nos encontramos con una xenofobia institucional y una xenofobia política.
La UE prefiere pactar con Estado pseudodictatoriales, como Turquía o Estados fallidos. En la famosa “crisis de los refugiados” gracias a la destrucción de lugares como Siria, los gobiernos de Europa del Este, como Hungría cerraron fronteras e incluso construyeron muros. La solución fue pactar con la Turquía de Erdogan, acuerdo realizado en 2016 y que tuvo como consecuencia el sello definitivo de la “ruta de los Balcanes”. Un acuerdo que echa al cubo de la basura el “derecho de asilo” y que permite a Turquía a abrir de nuevo la ronda de negociaciones de adhesión a la UE.
Pero lo de Libia todavía es más fragrante. Ya en 2008 Berlusconi pactó con el presidente de Libia (Gadafi) combatir la inmigración mediante el establecimiento de centros de detención que permitieron la devolución de los inmigrantes a Libia. Pero esto se agravó cuando la OTAN intervino en Libia para derrocar a Gadafi, Libia quedó convertida en un Estado fallido donde dominan los clanes y mafias que han construido un gran mercado de esclavos gracias a los inmigrantes que va a ser gestionado por las distintas milicias locales.
Frente a todo lo dicho la única solución que nos está dando esta Europa Neoliberal es la de parar este éxodo- que por cierto está provocado por las distintas guerras de rapiñas que la misma Europa ha llevado a estos países-. Pararlo en dicha frontera sur. De ahí que vuelvan a proponer aquello que ya encontrábamos en la Constitución Europea – que se rechazó-: la construcción de campos de internamiento, para lo que se ofrece 6.00€ por persona.