El Partido Popular, con su oportunismo habitual —al que no llamaremos populismo—, ha vuelto a la carga con el tema del agua. En una reunión mantenida con representantes de los regantes de Valencia, Murcia y Andalucía y a la que han asistido Esteban González Pons, Isabel Bonig, Ramón Luis Valcárcel, Fernando López Miras, Carmen Crespo y Teresa Jiménez Becerril, entre otros, se ha mantenido la máxima de que las reivindicaciones de los agricultores y regantes de la zona sureste de España son las mismas que las del Partido Popular. Eso, evidentemente, no es populismo, es otra cosa.
González Pons ha llegado a afirmar, sin ningún tipo de rubor, que el Partido Popular es el único capaz de «lograr un Pacto Nacional del Agua que beneficie a todos los españoles». Viendo lo que ya hicieron en la segunda legislatura de Aznar con el Plan Hidrológico Nacional, enfrentar territorios por un Plan claramente partidista, cuando González Pons se refiere a todos los españoles lo está haciendo a aquellos que viven en zonas que votan PP.
El tema del agua en España es fundamental porque la sequía está afectando a todas las regiones. La utilización de un asunto vital tanto para la economía como para la ciudadanía desde un punto de vista partidista para rascar votos es de una irresponsabilidad de magnitudes bíblicas.
Evidentemente, Pons no se ha quedado en la exposición de las demandas de los regantes, sino que ha aprovechado para atacar a sus rivales políticos en vez de buscar el consenso necesario para crear un verdadero Pacto Nacional del Agua en el que todos estén de acuerdo, en el que todos salgan beneficiados.
González Pons ha afirmado en este encuentro que «será un gobierno del PP con responsabilidad de Estado el que trabajará para conseguir dar soluciones a los regantes y agricultores españoles». Ha continuado diciendo que «desde el entendimiento y la colaboración hay que seguir trabajando, todas las fuerzas políticas y todos los sectores implicados por conseguir que los recursos hídricos no sean un tema de confrontación entre territorios sino de solidaridad». Es decir, exactamente lo contrario a lo que el partido conservador español ha venido haciendo al utilizar un asunto fundamental como es el del agua en beneficio electoral.
Por su parte, la presidenta del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, Isabel Conig, ha reclamado a Pedro Sánchez que se sume a ese Pacto Nacional del Agua porque es un asunto que «no es ni de derechas ni de izquierdas» para, posteriormente, criticar el nombramiento de Cristina Narbona como presidenta del PSOE porque no aplicó una «política hídrica beneficiosa para la cuenca del Mediterráneo». Se refiere a la medida adoptada durante la primera legislatura de Rodríguez Zapatero en la que se priorizó por las infraestructuras que aprovechaban recursos hídricos a través de desaladoras para, precisamente, evitar enfrentamientos entre territorios.
Conig también ha tendido la mano a Ximo Puig y Mónica Oltra atacándoles porque, según ella, «no han tenido ni cinco minutos para sentarse a hablar de los graves problemas que atraviesa el campo valenciano y alicantino. El PP está aquí, dando respuestas y acompañando a los regantes». Esto tampoco es oportunismo ni populismo, como tampoco lo es que critiquen al gobierno de Puig cuando el PP gobernó la Comunidad Valenciana durante 20 años y los problemas de los regantes siguen siendo los mismos.