Ya está en marcha el calendario oficial para las primarias del PSRM-PSOE, unas primarias en las no sólo está en juego el nombre del futuro líder del partido. El día 24 de septiembre los afiliados murcianos tendrán en su mano el ser o no ser del PSOE en los próximos años. Ese día podrán decidir dar el paso hacia la renovación total de las políticas mantenidas desde hace más de 20 años por las sucesivas direcciones del partido, o por la continuidad, en la que algunos se han sentido cómodos calentando sillones y repartiéndose los puestecillos que el PP les dejaba vacantes.
Es decir, los socialistas murcianos decidirán con su voto elegir entre la renovación propuesta por Diego Conesa o el continuismo representado por María González Veracruz.
Ya, ya sé que también está en esta carrera un desconocido, al menos para mí: Francisco Lucas.
Lo que sucede es que por mucho que me esfuerce no logro entender qué pretende Lucas en esta partida, y no sé por qué, tengo un recelillo y es que posiblemente, unos días antes del 24 intente negociar probablemente con María González, su retirada a cambio de unos asientos en la futura Ejecutiva y en el Comité regional, para él, y para que sus mentores puedan seguir mangoneando como lo han hecho en las últimas dos décadas.
Así pues, lo dicho. El 24 de septiembre se elige entre la renovación que representa Diego Conesa, y la continuidad y las mesas de camilla que encarna María González.
Quizás por eso y ante la perspectiva de que el Alcalde de Alhama logre el apoyo mayoritario de los afiliados al PSRM-PSOE, y que con él empiecen a acometerse los necesarios cambios para que el socialismo murciano logre salir de la larga noche en la que la camarilla lo ha mantenido durante 20 años, cambios que inevitablemente dejarían a algunos profesionales de la política sin silla en las instituciones y en los órganos del partido, están aflorando los nervios y ahora todos quieren apuntarse a caballo ganador y no encuentras a nadie de la camarilla que estos días no se declare “pedrista” convencido.
Hace unos meses, cuando casi nadie apostaba por él, Conesa empezó un largo periplo por todas y cada una de las agrupaciones de la región. Por un lado explicando sus proyectos para dar vida al partido, y de otro, escuchar las propuestas de los afiliados para incorporarlas a su proyecto de cara a hacerlo más eficaz y atractivo para la sociedad murciana, visitando incluso las agrupaciones que en principio podrían parecer hostiles a su candidatura. Pues bien, ahora la diputada González Veracruz parece haber descubierto eso de los encuentros con los militantes y trata de emular la gesta de Conesa. Pero consciente de que es casi imposible ganarle en eso al primer edil alhameño, María González se suma a la propuesta de Francisco Lucas, el cual ni siquiera ha hecho el intento de hablar con los afiliados para realizar un debate. Tal vez pensaban que Diego Conesa rehusaría, y con ello tendrían un argumento contra él.
Lo que sucede es que el de Alhama parece tener las cosas muy claras y no está por parapetarse tras la barrera sino por lanzarse al ruedo y lidiar con cualquier toro, aunque el morlaco venga “ toreao”. Y ya lo ha demostrado, tanto en el partido como en su gestión al frente de la Alcaldía, donde no ha rehusado ningún debate por duro que este fuese, e incluso acudiendo a reuniones con vecinos para tratar cualquier asunto, como el la controvertida mezquita. O manteniéndose firme ante los intentos de chantaje de algunos, que han elegido cuidadosamente este momento para presionar de cara a conseguir unas supuestas mejoras laborales.
Así las cosas, es normal que aflore el nerviosismo entre los que han movido durante décadas los hilos socialistas regionales, sobre todo al ver como figuras del socialismo histórico como el expresidente autonómico Carlos Collado, con cuya defenestración empezó el ocaso del PSOE en Murcia, reaparezca para apoyar las propuestas de Conesa.
Y es que ahora, los de siempre ven que todo puede cambiar el día 24 cuando los afiliados depositen su voto en las urnas y decidan que “renovarse o morir”, y eso es para ponerse muy, pero que muy nervioso.