Seguro de sí mismo, socarrón, muy en la línea del magistrado presidente de la Audiencia Nacional, y sereno está compareciendo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como testigo por el juicio por la presunta financiación del Partido Popular.
La primera parte de su declaración, ante las preguntas de José María Benítez de Lugo, de la acusación particular, ha servido para arrinconar y ridiculizar al abogado entre las respuestas del presidente del Gobierno y la actitud del magistrado, que de forma reiterada, firme y sin cortapisas, ha cortado una y otra vez, hasta dejar descolocado, al abogado.
Lo que sí ha quedado claro en la comparecencia de Mariano Rajoy, hasta el momento, es que en aquellos años en que era el secretario general del PP, él no llevaba temas económicos sino políticos, que desconoce quién y cómo se pagaron las obras en la sede el PP y hasta cómo se abonó por parte de su partido un viaje a Canarias que el ho y presidente del Gobierno hizo de vacaciones con su familia a Canarias.
Bárcenas decide no asistir al juicio para ver declarar a Rajoy
Por primera vez en democracia, un presidente del Gobierno en ejercicio acude como testigo —y por lo tanto, con obligación de decir la verdad— a un juicio. La acusación popular encabezada por la Asociación de Abogados Demócratas por Europa (Adade) logró, el pasado abril y al cuarto intento, la presencia de Rajoy en la vista oral. Y su éxito fue pleno: pese a los intentos del PP de que declarase por videoconferencia desde La Moncloa, el tribunal, con el voto contrario de su presidente, Ángel Hurtado, ordenó que el jefe del Ejecutivo acudiera en persona.
Y Rajoy ni olvida ni perdona. Él, con una intervención muy preparada y estudiada, ha decidido demostrar que llevarle a declarar ha sido un error. Probablemente tampoco el abogado de la acusación particular olvide este día tan difícil para él.
Rajoy se dispone ahora a responder al letrado que representa a la acusación del Partido Socialista en Valencia.