Decía hace poco menos de un mes Miguel Urbán, en la Universidad de Anticapitalistas, que Marcos de Quinto era más el neofascismo actual que lo que pudiese significar Vox, y la realidad le acaba dando la razón. Albert Rivera con sus manifestaciones por la exhumación del dictador Francisco Franco se sitúa a un solo paso de esa extrema derecha populista que puebla Europa. Tanto hablar de democracia y justo en el momento en que hay que defender sus valores el dirigente naranja se pone la “camisa nueva que bordaste en rojo ayer”.
Afortunadamente, la dictadura de Franco acabó hace 44 años. Sánchez lleva un año jugando con sus huesos para dividirnos en rojos y azules, pero a muchos españoles a estas alturas no nos importan. Yo prefiero unir a los ciudadanos y hacer las reformas de futuro que España necesita
— Albert Rivera (@Albert_Rivera) September 24, 2019
Rivera, haciendo uso de una supuesta tercera España (que ya veremos lo que significa), ha comentado lo siguiente: “Afortunadamente, la dictadura de Franco acabó hace 44 años. Sánchez lleva un año jugando con sus huesos para dividirnos en rojos y azules, pero a muchos españoles a estas alturas no nos importan. Yo prefiero unir a los ciudadanos y hacer las reformas de futuro que España necesita”. Comienza como queriendo renegar de la dictadura, como si lo de la dictadura fuese algo tan del pasado que ya no afectase a lo presente, cuando su nacionalismo rancio se nutre especialmente de los posos que persisten en la ideología dominante en España. Pero esto él no lo sabe ya que no suele leer libros de los que hacen pensar, como ha reconocido, no es algo que nos inventemos. Una vez que condena a la remanguillé la dictadura, o piensa que la condena, habla de usar los huesos para dividir a España en rojos y azules. Y aquí es cuando se le ve la camisa azul escondida debajo del jersey.
En ningún momento el Gobierno ha utilizado la exhumación de los restos del dictador para dividir España entre rojos o azules. Eso es algo que lleva años presente, con más o menos altibajos, pero eso sí sin necesidad de maternos unos a otros. El problema es que con esa frase Rivera justifica la existencia de un mausoleo a un dictador, pagado con los impuestos de todos los españoles, algo que contraviene los valores democráticos. Pero no los de España sino los de cualquier democracia que quiera catalogarse así. Un mausoleo ad majorem dei gloriam que Rivera no quitaría. ¿Por qué? Si una persona se dice demócrata asume todas las consecuencias de esa asunción, incluyendo la existencia de reivindicaciones simbólicas de una dictadura sangrienta y asesina hasta el último minuto. Salvo que se sea un falso demócrata y que le venga bien cualquier sistema político siempre y cuando el capitalismo pulule con libertad amplia. Como pensaba Milton Friedman, uno de los Chicago Boys, padre del neoliberalismo que defiende Ciudadanos. Al final la patita parda aparece en Rivera cuando menos se lo espera como aquella vez que afirmó que las “dictaduras no tienen libertad pero tienen paz y orden”.
Paradójico también es que quien se ha dedicado a dividir España entre constitucionalistas y populistas, entre defensores de la libertad (de mercado principalmente no se olvide) y bilduetarras, ahora se queje de algo que no ha sucedido, dividir entre rojos y azules. Como inconscientemente le encanta que el cadáver del dictador resida en Cuelgamuros, pues dice esa boutade que muestra bien a las claras que cada vez más Ciudadanos camina hacia el populismo neofascista que se extiende a lo largo y ancho de Europa. Tiene más que ver Rivera con Salvini que con Macron (ese presidente al que adora en la intimidad). Pero como la ignorancia es atrevida (Garicano debe estar dándose golpes contra la pared) habla de que él lo que quiere es unir a los españoles. Y para querer unirlos, la verdad sea dicha, no para de insultarlos día tras día. Todo aquel que no piensa como él es mal español (otra división), es etarra, es bolivariano o un doctor fraude (el que dice que había cursado sus estudios de doctorado, algo increíble para quien no lee ni a Kant, ni a Garicano). Rivera es conocido por ser el mayor instigador de odio de la política española, más que las gentes de Vox, y para ejemplo hoy mismo acude al Cuartel de la Guardia Civil en Vic para seguir llamando terroristas a todos los que se oponen a él. Un personaje con una serie de patologías psicosomáticas que se evidencian en esos comportamientos extraños que hasta Aitor Esteban le ha afeado.
Empieza la campaña socialista: Profanar tumbas, desenterrar odios, cuestionar la legitimidad de la monarquía. Solo VOX se opondrá frontalmente, porque solo VOX tiene el valor para defender la libertad y el sentido común frente al totalitarismo y los trucos de propaganda electoral
— Santiago Abascal (@Santi_ABASCAL) September 24, 2019
Si comparan la frase de Santiago Abascal con la de Rivera, el tono es completamente distinto pues el dirigente de Vox claramente se adhiere a los valores de la dictadura franquista. Algo que hace Rivera de forma inconsciente al no defender los valores democráticos. Abascal habla de libertad como hace Rivera cuando realmente es libertad para que las estructuras franquistas permanezcan inalterables pues son parte de la base del sistema. De ahí que se hable de deslegitimar la monarquía porque saben que es heredera del franquismo. Más gracioso es lo de defender el sentido común, como si en Vox supieran lo que es eso, algo que tampoco conoce Rivera, que se sabe perseguido por la clase dominante por no haber utilizado el sentido común y haber pactado con Pedro Sánchez. Se lo dijeron por las buenas, se lo han recomendado indirectamente y ahora se lo van a hacer pagar con todas. Al sistema le viene mejor Vox que Ciudadanos. Si no sirve para equilibrar el sistema y el régimen no tiene sentido que siga un solo día más. Como ha reconocido Óscar Puente el presidente del Gobierno quería y deseaba pactar con Rivera pero se negó pensando que él sería el próximo presidente y el líder de la derecha española. Mañana veremos si consigue trabajo de ujier.