Lo peor que se puede dar a un pirómano son cerillas y gasolina, más aún si es en cantidades industriales suficientes para llevar a cabo una completa destrucción. Esto es lo que ocurre con Albert Rivera, un pirómano político al que la Caverna mediática y buen parte de esa prensa que se autocalifica de progre dan cerillas y gasolina para siga destruyendo todo lo que pueda y más. Hace unos días advertíamos que España necesitaba desintoxicarse del presidente de Ciudadanos, su actitud desde el domingo pasado no hace sino confirmar que es una persona ensoberbecida con rasgos paranoicos y más cerca del fascismo cultural que de lo que se considera un demócrata.
Ayer en Bruselas, reunido junto a su grupo parlamentario, casi se coronó como el más importante liberal de Europa y lanzó una advertencia a los populistas, contra los que piensa luchar sin extenuación su partido en la eurocámara. El problema es que en su mente diabólica los populistas sólo son los que hay a la izquierda cuando en el resto de Europa tienen claro que son los neofascistas, esos mismos con los que Rivera se baja los pantalones cada día en Andalucía, con los que quiere pactar en Madrid, o con los que convergerán en cientos de alcaldías para que no gobierne la socialdemocracia. Como en su cabeza el sanchismo es una enfermedad que está en toda España y en todo el PSOE, no hay posibilidad de pacto alguno con los que su jefe Emmanuel Macron ya ha negociado dejar de lado a conservadores, neofascistas e izquierda diversa. Para Rivera hacer lo contrario que se hace en la Unión Europea es lo habitual.
Esto no dejaría de ser un fulanismo patrio más sino fuese porque lleva en la mano una antorcha prendida todo el día, algo que jalean sus esbirros en la ejecutiva y en buena parte del territorio. José Manuel Villegas, otro de gatillo fácil, advirtió ayer que los dirigentes territoriales del PSOE que quieran pactar con ellos deben renegar de los posicionamientos del presidente del Gobierno: “Veremos si en algunos territorios, algún dirigente del PSOE reniega de las políticas de Sánchez”. ¿Cuáles son esas políticas? A ciencia cierta nadie lo sabe porque, como buenos cuñadistas, un día son unas y al otro otras, pero la verdad es que siendo Ciudadanos y bajo el aliento de Rivera no son políticas públicas en sí, sino nacionalismo y persecución de catalanes, vascos y podemitas (si es que queda alguno). De hecho reconoció que la aplicación del 155 forma parte de esa “enmienda a la totalidad de las políticas de Sánchez”. Con esto quieren incendiar el PSOE, mostrando bien a las claras lo que les importa en sí la ciudadanía.
Eso es complicado de lograr por varios factores que no llegan introducir en sus seseras los señores de Ciudadanos. Lo primero porque, salvo Lambán, el resto de candidatos que puedan necesitar de la formación naranja son sanchistas y saben que París no vale ni una misa. No va a hacer el feo a quien movió resortes para colocarles donde están. Las traiciones alimentadas por los medios de comunicación están en otros lares. Segundo, quienes podían hacer un poco de seguidismo en el tema catalán han ganado por mayoría absoluta y les importa un bledo lo que digan en la formación naranja. Y tercero en Ciudadanos todavía no han explicado en base a qué hay que aplicar el artículo 155 de la Constitución. ¿Qué acción política han ejecutado contraria a derecho? ¿Qué recomendación constitucional han subvertido? Que exista TV3 donde se dicen boutades no es menos anticonstitucional que las tonterías que dicen en Ciudadanos días sí, día también en Antena 3, Telecinco o La Sexta. Cuando menos tienen el mismo efecto dañino para la población.
¿Creen que en los medios de comunicación han llegado a hacerles ver que lo expresado es una soberana memez? No, es más llevan a “sesudos” comentaristas como Javier Negre, Jorge Bustos, Francisco Marhuenda o Francisco Rosell para que surtan de gasolina a los pirómanos. La verdad es que alguno de esos comentaristas debería taparse un poco porque ya dice el dicho que “donde tengas la olla no metas la…”, algo que parece no le impide apoyar todo lo que digan en la formación naranja, sea o no sea irresponsable, verdad o bueno para España. Porque estos señores que tanto quieren a España la prefieren yerma y quemada antes que en manos de los demás, de los otros. No permiten que los demás piensen distinto, lo cual lleva al callejón del fascismo.
¿No será realmente Rivera un fascista disfrazado de liberal? Posiblemente sí porque el liberal confronta ideas, debate, delibera mientras que el pirómano naranja no permite que nadie opine distinto a él. Su verdad es la única. Parecería que Adam Smith haya bajado del cielo y se la haya revelado a él solo. La verdad esto es exagerar porque a Smith le conoce de apellido, como le pasa con Kant y no sabría lo que le dice, es más le intentaría convencer de que las propias ideas del pensador son de Rivera, que las tiene de forma inmanente desde que nació. No hay nada de liberal, salvo la cuestión económica, en el dirigente naranja. Ni lo moral, ni lo político, ni nada en él es liberal, de hecho es un populista del sistema con una deriva nacionalista peligrosa, porque por su dogmatismo sólo hay una España posible, la suya. España se quema por culpa de Rivera y de los medios de comunicación que le idolatran, por mandato de sus jefes, pero el servilismo no sirve de eximente.