Hasta los topes. El gentío se acumulaba hasta en las escaleras de acceso a las localidades en las mismas gradas. 17.000 almas sucumbieron ante el último concierto de septuagenario Roger Waters, fundador de Pink Floyd, en Madrid, en su gira mundial en la que se trataba de presentar su ultimo trabajo. Is This The Life We Really Want? en español ¿Es esta la vida que realmente queremos? aunque, realmente sólo tocó cuatro de los temas incluidos en el álbum lanzado en 2017. El resto, los temas de siempre de Pink Floyd, centrándose, “Animals”, “Wish You Were Here”, “Dark Side of the Moon” y “The Wall”. Lo que dieron para casi tres horas de concierto.
La primera parte resultó algo anodina de espectáculo, aunque éste fue sustituido perfectamente por la música que siempre acompañó a los Floyd. Waters prefirió dejar lo mejor del show, como suele ocurrir, para el final. En la segunda parte. Imagínense un edificio dentro de otro edificio. O lo que es lo mismo, la fabrica que aparece en la portada de “Animals” reproducida dentro del WiZink Center (anterior Palacio de los Deportes), echando humo y todo por sus cuatro chimeneas. Apoteósico. Resultó que eran paneles sobre los que se proyectaba la imagen de la planta. En realidad, eran blancos y lo que en principio parecía una única fachada, se fue convirtiendo en piezas separadas que se movían al antojo del Stylist de cada tema. Impresionante, proyecciones, música, mensajes contra los poderosos, contra la guerra por el control del petróleo, contra las fábricas de armas, contra los señores que allá donde pisan llevan la muerte y los derramamientos de sangre.
RESIST a un sinfín de frases y a la típica retorica belicista de su “Pig” por antonomasia desde que llegó al poder, el presidente Donald Trump. Tanto que, en un perfecto español, culminó el tema proyectando en todas las pantallas “Trump es un cerdo” y en “Money” también tuvimos nuestra ración de protagonismo. No sabemos si alguien le puso al tanto de la sentencia de la Gurtell, pero por aquellas pantallas apareció Rajoy, en una de sus reuniones con los máximos mandatarios de la UE.
“Dark Side of the Moon” fue bello. Lo más bello, fino, sensible… elegante. Un triangulo equilátero de rayos laser blancos acogió la descomposición de la luz en sus siete colores, emulando la celebre portada del diamante del cual emanan esos colores al ser atravesado por la luz del sol. El estruendo del publico fue tal que Waters tuvo que parar el concierto, una vez acabada la pieza, y sólo le faltó arrodillarse ante sus miles de fans. Aprovechó para presentar a su banda y se marchó, como siempre con el “Comfortably numb”, cantado por todos, al igual que “Wish You Were Here”. Nada más. Como en “The Wall” ni un solo bis.
Waters se dirige ahora a Zúrich (Suiza) donde le esperan otros tantos miles de personas, dentro de tres días en el Hallenstadion. También ofrecerá dos conciertos los días 28 y 29 de este mismo mes, pleno de energía a sus 75 años.