Parece que Pedro Sánchez ha aprendido de los errores cometidos en el pasado. Todo indica que se ha dado cuenta que un dirigente como él, sin un aparato que le sirva de parapeto o apoyo, no puede enfrentarse a los dirigentes del partido a pecho descubierto tal y como hizo en su anterior etapa como secretario general.
Teniendo en cuenta los resultados de las primarias, que demostraron que tiene el apoyo mayoritario de las bases y que en todos los territorios, Andalucía incluida, dispone de dirigentes de segunda línea que le fueron fieles o que le han mostrado su apoyo, Sánchez va a comenzar su «barrido de frecuencia “baronil”» a través de dar poder a esos secundarios para crear su propio aparato.
¿Por dónde empezar? El escenario estaba bastante claro y la estrategia de la caza del ñu ha sido la utilizada: Valencia porque Ximo Puig es el más débil de todos. En primer lugar, por la situación institucional del President de la Generalitat Valenciana en que tiene total dependencia de Compromís. En segundo lugar, porque Valencia, precisamente, tuvo un apoyo mayoritario de las bases de un 63 por ciento de los votos, lo que debilita la posición de Puig a nivel interno. Por eso ha elegido a José Luis Ábalos como sustituto provisional de Antonio Hernando como portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados. Desde un punto de vista táctico el nombramiento es un acierto porque dar poder institucional a uno de sus más fieles seguidores debilita también al ya débil Puig. Hay que recordar un hecho que demuestra que el punto de mira de Pedro Sánchez estaba puesta en Valencia como punto de partida de su estrategia para desmantelar el aparato que tanto daño le hizo cuando él se atrevió a enfrentársele a pecho descubierto y con el apoyo de pequeños dictadores que luego le traicionaron: el primer acto de masas de Sánchez fue en Xirivella, en Valencia, en el territorio de Ábalos, en el territorio de Puig. No se fue a Dos Hermanas, a Calatayud, a Ciudad Real o a Cáceres, no, eligió Valencia.
El nombramiento del secretario general de la provincia de Valencia es una declaración de intenciones. Sánchez atacará a los barones a través del poder institucional del que dispone, colocando a quienes le han mostrado lealtad y no salieron corriendo cuando el barco se hundió (Óscar López, César Luena o el propio Hernando, por citar algunos). Ahora ha sido Valencia por medio de la figura de Ábalos. ¿Cuál será el siguiente? Todo parece indicar que Javier Lambán, por los enfrentamientos constantes que han tenido y por el cruce de acusaciones entre ambos desde que Sánchez dimitiera o renunciara a su acta de diputado. Aunque también la figura de Javier Fernández en Asturias ha quedado muy debilitada por el papel que ha desempeñado como presidente de la Comisión Gestora y por la línea ascendente de Adriana Lastra quien ha sido una de las más beligerantes defensoras de Sánchez incluso cuando había dudas de si iba a dar el paso para presentarse.
Por otro lado, Sánchez también se está moviendo desde un punto de vista estratégico para evitar que el 39 Congreso le depare la sorpresa de que los delegados le dejen una Ejecutiva de seguidores de Susana Díaz. Por eso pretende que en la Ejecutiva no haya barones y que los delegados sean elegidos en base a los resultados de las primarias y no por el sistema habitual de elección. Pedro Sánchez ha aprendido y conoce el poder que aún detenta el aparato, un poder que él, ni siquiera siendo secretario general, no puede alcanzar.
Por el bien del PSOE estaría bien saber si ha aprendido de otros errores que le llevaron a cavar su propia tumba política. Eso el tiempo nos lo dirá.