El ex-secretario general del PSOE volvió a ganar unas primarias, esta vez con el apoyo de la militancia y de barones provinciales. Con un 49% de los votos se ha impuesto a sus dos contrincantes Susana Díaz (40%) y Patxi López (10%). La victoria del madrileño se ha cimentado especialmente en la diferencia de voto obtenido en Valencia, Cataluña, Baleares, Cantabria o País Vasco (aunque en esta Comunidad ganó López). También vence Sánchez en la mayoría de provincias españolas resultando bastante hirientes las victorias en Albacete, Toledo o Ciudad Real (dentro de Castilla La Mancha), Cáceres (territorio Fernández Vara), La Rioja (de su ex-amigo César Luena), Asturias (del presidente de la Gestora Javier Fernández) o Comunidad Valenciana (feudo de Ximo Puig).
El movimiento contra la abstención ha llevado en volandas a Pedro Sánchez para ganar estas primarias. Sin ese enfado de las bases socialistas el próximo secretario general, aún debe ser refrendado en el Congreso de junio, no podría haber reconquistado la posición que cedió con su dimisión. Son ellos y ellas, que hoy se encuentran alegres, los verdaderos artífices de esta victoria. Una vez más, las masas arrastradas por una idea contra el poder instituido han logrado una victoria. Cuestión bien distinta es que, como demuestra la historia, esa victoria termine en final feliz. Con el presunto giro a la izquierda del secretario general más a la derecha que ha tenido en PSOE en sus 137 años de vida, ha logrado Sánchez volver a Ferraz.
Aún queda por ver si, como prometieron a la entrada de la sede del PSOE, se consigue la unidad del PSOE. Un partido fracturado por los empeños de unos y otros y cuyo horizonte no es claro a corto y medio plazo. Las mismas masas que han aupado a Sánchez claman ahora en las redes contra todo el poder instituido en el partido socialista. Son muchas las muestras de odio contra las baronías y este aspecto habrá de gestionarlo Sánchez. Para ello deberá demostrar que el odio, que ha manifestado ante sus contrincantes durante sus intervenciones en la campaña, puede ser tornado en cooperación. Difícil situación para el madrileño en estos momentos. Porque, no hay que olvidar, que la suma de los dos contrincantes son justo la mitad del PSOE. Y suman tantos apoyos como él mismo. ¿Dejará que el movimiento de la turba arrase con García Page, Fernández Vara, Lambán o Puig? Porque Andalucía sigue siendo inexpugnable para sus huestes.
Ahora todo son momentos de felicidad en el movimiento sanchista y de lágrimas en el resto del partido, pero aún queda juego que librar en el propio Congreso Federal o los subsiguientes Congresos Regionales Provinciales, y las asambleas locales. Durante todo ese largo período se tendrá que ver si la correlación de fuerzas es similar o no. Porque no es lo mismo votar a unas primarias estatales que dentro de un proceso más cercano al día a día. El alimento de la división ha sido tan grande por parte del sanchismo que ahora ¿quién para a las gentes en su intento de ocupar el poder? Es en este momento cuando de demostrar si sabe gestionar la organización con cabeza (y enfadar a sus apoyos) o dejarse llevar por el rencor acumulado y terminar de hundir al partido.