Se dice que cuando algo funciona, lo mejor es no modificarlo. Esto es lo que está haciendo el Banco de Santander desde la llegada de Ana Patricia Botín y de su equipo de guardias pretorianos. Tienen una estrategia marcada para conseguir activos y beneficios de manera rápida y, hasta ahora les ha funcionado porque la entidad tiene una patente de corso institucional que le está permitiendo realizar operaciones que van en contra de las empresas, de sus directivos, de sus accionistas y, sobre todo, de los trabajadores de esas compañías.
Los ejemplos son muchos y el presidente de Duro Felguera tendría la oportunidad de preguntar a Felipe Benjumea o a Ángel Ron sobre cómo el Santander hizo promesas que luego incumplió llevando a una situación delicadísima a sus respectivas compañías. Hagamos un repaso de las mentiras de la entidad presidida por Ana Patricia Botín y que ya se han convertido en una estrategia de negocio basada en conseguir activos con un coste mínimo o sin coste para, posteriormente, realizar operaciones con las que obtener un beneficio rápido y superar la grave crisis de liquidez en la que se encuentra el banco, una crisis que está provocando movimientos internos por los que una parte de los principales accionistas —bancos custodios, fondos de inversión, gestores de cartera internacionales que no miran más allá de los intereses de los clientes opacos a los que representan— están queriendo quitarse de en medio a la hija de Emilio Botín.
Hagamos un repaso de las últimas acciones y verán cómo los paralelismos son muchos. En Diario16 ya hicimos mención a cómo el Santander, a través de Ricardo Echenique y Javier García-Carranza, prometió al Consejo de Administración de Abengoa ayuda en una ampliación de capital que era vital para la multinacional sevillana a cambio de que cesaran a Felipe Benjumea. El cese se produjo, pero el banco presidido por Ana Patricia Botín no cumplió con su promesa y dejó a Abengoa en una situación límite que provocó decenas de miles de despidos. Ahora Abengoa está controlada por un hombre puesto por el Santander, Gonzalo Urquijo quien despacha habitualmente con Javier García-Carranza.
Por otro lado, tenemos el caso del Banco Popular del que tienen cumplida información de la operación que hizo que en menos de seis meses un banco que superó son solvencia los test del BCE fuera intervenido, precisamente, por las propias autoridades europeas dejando en la ruina a más de 300.000 familias. En este caso el Santander, tras lograr a través de terceros que creían que iban a hacerse con el poder en la entidad, consiguió que la rebelión de una parte del Consejo de Administración provocara la dimisión de Ángel Ron y colocar en la presidencia a un hombre del Santander, el gran amigo de Ana Patricia Botín, Emilio Saracho con la única intención de llevar al Popular a una situación en la que el Santander pudiera comprar a la que entonces era la sexta entidad del país por un bajo precio. Lo que no se esperaba es que Saracho llevara su operación con tal eficacia que logró que la entidad cántabra comprara al Popular por un euro. Esta decisión, además de la ruina de 300.000 familias, algunas en una situación tan delicada que, según nos han manifestado distintos afectados, están pensando en tomar decisiones tan graves como quitarse la vida, va a provocar que un 70% de la plantilla del Popular sea despedida (7.000 familias). Mientras todo esto ocurre, Ana Patricia Botín está realizando negocios para lograr un beneficio rápido que le arregle las cuentas de 2.017 porque, de no tener al Popular en su poder, los resultados de final de año serían tan catastróficos que su puesto, tal y como hemos dicho anteriormente, está en serio peligro. El de ella y el de sus pretorianos.
La entrada del Santander a comprar el Popular no fue casual ni en el último momento, tal y como hemos explicado en Diario16. Eso que dijo Francisco Uría de KPMG -casualmente la misma empresa que se encargó de gestionar la liquidación de Emilio Saracho en Suiza- que «menos mal que apareció el Santander» está muy alejado de la realidad puesto que todo lo ocurrido con el Popular formaba parte de una estrategia diseñada en la Operación Washington un año antes de que se interviniera al banco. Estaba todo tan preparado que, según documentos a los que ha tenido acceso este medio, el Santander tenía preparada documentación sobre la compra del Popular y sus beneficios días antes de cuando fue comunicada a la CNMV, documentos que publicaremos en breve.
Con Duro Felguera la estrategia es la misma. El Gonzalo Urquijo de Abengoa o el Emilio Saracho del Popular en la empresa asturiana se llama Miguel Zorita, quien está llevando la presión contra Ángel del Valle a límites insospechados. Estos comportamientos de una entidad que hasta ahora era digna cada vez se asemejan más a los que se ejercían en algunas ciudades de Estados Unidos en los años 30 del siglo XX. El objetivo es el mismo: quitarse de en medio al actual presidente, nombrar a Zorita, cesar a todo el Consejo de Administración y poder especular con la tecnología de Duro Felguera poniendo un sobreprecio sobre la misma que le genere unos beneficios rápidos y cuantiosos. Esto traerá como consecuencia principal la destrucción de los 2.000 puestos de trabajo y la ruina de miles de familias asturianas, porque no es sólo Duro Felguera, son sus proveedores. Todo esto a Ana Patricia Botín le da igual.
Por esta razón, Ángel del Valle tiene que imponerse porque, de no hacerlo, las consecuencias serán muy graves para los trabajadores, para Asturias e, incluso, para España. Se dice que si Del Valle dimite el Santander desbloqueará avales por valor de 30 millones de euros. Con esa cantidad Duro Felguera no tiene ni para arrancar. ¿Por qué se ha reunido el Santander con los consejeros el pasado viernes si no es para intentar lograr a través del chantaje o de las promesas que se genere una rebelión en el Consejo tal y como ocurrió con el Popular? Sin embargo, si el actual presidente de Duro se pliega a las presiones de Zorita y del Santander todo el trabajo de siglos servirá sólo para cumplir las aspiraciones espurias del valenciano y para generar tanto dolor en la sociedad asturiana que nadie se lo perdonará.
Del Valle es un hombre que conoce a la perfección su empresa, sus mercados objetivos, la tecnología que atesora y que la ha hecho convertirse en empresa estratégica para la defensa mundial, es un hombre que ha puesto en juego su propio patrimonio, que es el máximo accionista. ¿Qué sabe Zorita de todo esto? Nada. ¿Y Ana Patricia Botín, Rodrigo Echenique, Javier García-Carranza o Rami Aboukhair? Nada. Sólo ven en Duro Felguera una oportunidad de beneficio a través de la especulación más espuria y sucia.
Ángel del Valle debe sentarse con el Santander, no con Zorita, que al fin y al cabo no es más que el malvado tonto útil de todo este asunto, y exigir que le digan cuál es la verdadera intención de la entidad presidida por Ana Patricia Botín si él se va, cuál es el verdadero plan para Duro Felguera. ¿Está en ese plan mantener la carga de trabajo de la empresa asturiana? ¿Está en ese plan mantener los 2.000 puestos de trabajo? ¿Está en ese plan hacer crecer a la compañía? ¿Es Miguel Zorita la persona elegida por el Santander para dirigir Duro Felguera? Todas esas preguntas, salvo la última, evidentemente serán respondidas de manera positiva por la entidad presidida por Ana Patricia Botín. Sin embargo, y con los antecedentes que hay, la palabra dada por esta entidad tiene muy poco valor. Por tanto, Ángel del Valle debería pedir que todos los compromisos y todas las promesas que pueda hacer el Santander deben estar puestas por escrito y firmadas ante un notario.
En referencia a Miguel Zorita, para los trabajadores de Duro Felguera sería una verdadera catástrofe que el valenciano se hiciera con la presidencia de la compañía. Entonces sí que se podría dar por hecho que los puestos de trabajo serían destruidos. Una persona como Zorita no puede tener bajo su responsabilidad nada y, mucho menos, el empleo de 2.000 familias asturianas. Teniendo en cuenta la oscura trayectoria del ejecutivo valenciano, Diario16 presentará en los próximos días ante la Fiscalía Anticorrupción, de la Agencia Tributaria y de la Audiencia Nacional toda la información de la que disponemos acerca de la trayectoria empresarial, de los negocios en Chile, de los movimientos que hizo en el Grupo San José, de cómo se hizo con Daorje, de sus relaciones con Martin Gruschka, etc. Nuestra dignidad, nuestra libertad, nuestra independencia nos obligan a ello, además de la obligación legal por la que si existen sospechas de la comisión de algún tipo de delito hay que comunicarlo a la Administración de Justicia.
Por otro lado, Ángel del Valle tiene una responsabilidad para con sus trabajadores y para con la sociedad del Principado de Asturias. Si cediera a las presiones del Santander, de Zorita y de todos los lacayos que se han vendido por un plato de lentejas baratas, sería el único responsable de la pérdida de los 2.000 puestos de trabajo y de la destrucción de una parte fundamental de la industria asturiana. La única salida que le queda es resistir, hacerse fuerte y exigir al Santander que le deje vía libre para poder llevar a cabo su plan de viabilidad. Si cediera ya sabe las consecuencias. No tiene más que sentarse a hablar con Felipe Benjumea o con Ángel Ron para que le expliquen de primera mano lo que supone ceder a las presiones del Santander. Ellos le explicarán cómo se les engañó. Si Ángel del Valle dimitiera recaería sobre sus hombros la responsabilidad de la ruina de 2.000 familias, del comienzo del fin del sector industrial asturiano y sería al único al que Asturias debería pedirle explicaciones de su dimisión, porque el siguiente paso del Santander ya lo conocemos: incumplir con todas las promesas hechas para llevar a Duro Felguera al lugar donde pueden sacarle una mayor rentabilidad a través de la especulación con el patrimonio tecnológico de la empresa asturiana. Ángel del Valle debería sentarse a hablar con los Comités de Empresa de Abengoa o del Banco Popular para que sean los propios representantes de los trabajadores los que le cuenten las consecuencias de rendirse ante las presiones del Santander, incluso el propio comité de Duro Felguera debería hablar con sus compañeros de la multinacional sevillana y del banco para que les transmitan de primera mano lo que ocurre cuando el Santander logra sus objetivos.
Muchos le dirán a Ángel del Valle que vivirá mejor si dimite, que se quitará de disgustos. Pero todo eso es falso porque una persona no podría soportar el peso de una responsabilidad tan grande como la que tendría que soportar si cediera a la presión de Zorita, del Santander y de todos aquellos que se han pasado al lado oscuro en vez de defender lo justo, lo digno y lo que realmente sacará a Duro Felguera de la situación a la que la entidad presidida por Ana Patricia Botín la ha llevado.