anco Un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) es un camino duro para los trabajadores. Da igual la empresa de la que se trate porque un despido colectivo siempre genera dolor, por mucho que las indemnizaciones sean cuantiosas o superiores a lo que marca la Reforma Laboral que, ya de por sí, son una miseria.
El Santander ha vuelto a convertir un proceso doloroso en cruel en el ERE de los Servicios Centrales del Banco Popular, crueldad que ya se vio en la última reestructuración de plantilla que aplicaron en el año 2.016 o en el proceso de fusión de Banesto.
Todo tiene que ver con las prisas que tiene la entidad presidida por Ana Patricia Botín de rentabilizar la operación del Banco Popular. Teniendo en cuenta que la reestructuración de la plantilla se encargó a Francisco Javier García-Carranza Benjumea, un enemigo histórico de la clase obrera (de casta le viene al galgo), no se podía esperar más que un ERE traumático. Y así está ocurriendo porque, por mucho que se haya querido vender la idea de que el Santander aceptó reducir en 400 personas las afectadas por la reestructuración y que el número de voluntarios para salir iba a cubrir el total de los 1.100 despidos acordados, no está sucediendo así.
Según distintos trabajadores consultados por Diario16, el Santander está ejecutando el ERE con toda crudeza. No se esperaba menos de García-Carranza. «La cláusula de voluntariedad la están aplicando a rajatabla. Es el banco quien elige a los voluntarios, hayan o no decidido marcharse. No han esperado a que se termine el plazo de adscripción. Hay compañeros que no estaban adscritos, que habían decidido no marcharse voluntariamente, que, por las presiones ejercidas, ya no están en el banco», nos confirma una empleada. La realidad es que muchos empleados que no se quisieron adscribirse a la oferta del Santander, están recibiendo ofertas para que se marchen, lo que demuestra que ese optimismo que desde los foros mediáticos más afines a la entidad presidida por Ana Patricia Botín se ha querido transmitir es impostado y que el banco cántabro está dando por hecho que no van a cubrir los 1.100 despidos con empleados adscritos voluntariamente al ERE.
El sindicato CGT, a través de un comunicado, ha planteado el proceso tal y como se está ejecutando. Parten de la base de que los 1.100 despidos ya estaban decididos antes de la firma del acuerdo. «Son todas aquellas personas de las que ha decidido deshacerse por sus espurios motivos. Sí, son sus 1.100 que ya tenían acordados previamente. Una vez firmado el acuerdo, lo que toca es que dichas personas terminen siendo “voluntarios” para causar baja en la empresa y poder vender al resto de la plantilla, a la prensa y a la sociedad que dicho ERE ha sido un proceso inmaculado y que tanto empresa como sindicatos firmantes han hecho las cosas bien en contra de la opinión de aquellos que negamos nuestra firma al acuerdo.
» Las posibilidades son las que siguen:
» 1.- Nuestro nombre aparece en dicha lista. Informamos que queremos causar baja voluntaria acogiéndonos a los paquetes indemnizatorios. La empresa nos deja ir
» 2.- Nuestro nombre no aparece en dicha lista. Informamos que queremos causar baja voluntaria acogiéndonos a los paquetes indemnizatorios. La empresa no nos deja ir.
» 3.- Nuestro nombre aparece en dicha lista. Queremos seguir manteniendo nuestro puesto de trabajo y por tanto no nos postulamos como voluntarios en el procedimiento de despido colectivo. La empresa, a través de sus acólitos en RR.HH., convoca entrevista con la persona en cuestión para hacerle ver la conveniencia de solicitar dicha baja en el periodo voluntario ya que la empresa no cuenta con él o ella. “Sería una lástima que tuviera que irse cuando dicho periodo hubiese concluido y, por tanto, con una indemnización de menor cuantía”.
» Al final y, en conclusión, los que causan bajas curiosamente son los mismos que aparecían en la lista original del banco previa a la negociación. Si hubieran aceptado de verdad un proceso voluntario, habrían facilitado la lista de “meritócratas” a los que no les van a dejar irse y nos hubieran asegurado que de los demás, aceptarían a cualquiera que se ofreciera para causar baja».
Estos 1.100 despidos son los primeros. Si nadie no lo remedia tomando medidas cautelares y paralizando la operación y, por tanto, los movimientos del Santander, una vez que estén integrados los sistemas de gestión de las dos entidades, está prevista una reestructuración de plantilla de más de 5.500 empleados del Popular de la red de oficinas en la que García-Carranza Benjumea volverá a demostrar su capacidad para generar dolor en la clase trabajadora.