La noche del 6 al 7 de junio la JUR intervino al Banco Popular, arruinó a más de 305.000 familias y rescató al Santander. Cómo se llegó a esa situación ya ha sido expuesto en estas páginas. Sin embargo, fuentes consultadas por Diario16 nos confirman que en la subasta se produjeron presuntamente ciertos movimientos que tenían como finalidad que sólo una de las entidades interesadas en hacerse con el Popular pudiera quedarse con la sexta entidad financiera del país.
Documentación oficial a la que ha tenido acceso Diario16 demuestra que, al contrario de lo que afirmó la señora König y de lo que han intentado trasladar diferentes dirigentes dependientes del Ministerio de Economía, sí que hubo otra entidad interesada en hacerse con el Popular, en concreto el BBVA. El banco presidido por Francisco González solicitó más tiempo para poder consultar todos los datos —cifras que ya conocía el Santander porque, tal y como dijo Elke König, «ya sabía lo que estaba comprando»— para realizar una oferta que se ajustara a lo que compraba y a lo que le iba a reportar, un tiempo que no se le dio, algo que analizaremos con más profundidad próximamente. Lo mismo ocurrió con entidades como el Banco Sabadell o CaixaBank que se retiraron directamente del proceso por la imposibilidad de acceder a la totalidad de los datos necesarios para poder realizar una oferta y analizar los beneficios que pudieran obtener de la operación corporativa de compra. Así se lo comunicaron al FROB. Sorprende cómo se niega la ampliación de tiempo solicitada por el BBVA y cómo se permitió que el Santander llevara desde el mes de marzo, antes de que Ángel Ron dejara la presidencia, teniendo acceso a dicha información a través del acuerdo firmado por Saracho con Uría y Menéndez.
El Santander, en principio, no sabía cuánto iba a ofrecer el BBVA y, por esta razón, según nos confirman diferentes fuentes cercanas al proceso, preparó dos ofertas para presentar a la subasta posterior a la intervención, una por un valor superior a 3.000 millones de euros y otra por un euro. La primera propuesta estaba justificada por las negociaciones que se estaban llevando a cabo en esos días entre directivos del Santander y altos ejecutivos del Popular, una negociación que esa misma noche estaba a punto de cerrarse por 3.500 millones. La entidad vasca presentó un sobre vacío porque no podía enfrentarse a una operación de compra sin conocer los datos de los que sí disponía el Santander, tal y como se pudo comprobar al día siguiente a primera hora de la mañana. Presuntamente, alguien informó a la entidad cántabra de que el banco vasco no iba a ofertar nada y, gracias a esta supuesta pero probable información privilegiada, el Santander presentó el sobre con la oferta por un euro.
Desde diferentes organizaciones, empresas y entidades se ha querido transmitir el mensaje de que «menos mal que apareció el Santander». Sin embargo, no fue así. El propio informe de Deloitte que planteaba tres escenarios, y del que sólo se tuvo en cuenta el más negativo, era un informe de resolución. En Diario16 ya publicamos hace más de un mes que el informe definitivo que se publicará a mediados del mes de enero, tras el retraso anunciado la semana pasada, iba a encaminarse, en primer lugar, a justificar a la propia auditora y, en segundo lugar, a adaptarse a la versión de que el Santander fue la única entidad que presentó una oferta viable porque, según la versión de todos los que estaban implicados en la operación, a la mañana siguiente no había dinero siquiera para abrir las sucursales. Esto no es cierto. El propio Emilio Saracho reconoció en la reunión del Consejo de Administración del 6 de junio que se había solicitado una línea urgente de liquidez (ELA) de 9.500 millones de euros y que sólo se habían obtenido 3.500. No obstante, el subgobernador del Banco de España reconoció que el Popular no había aportado garantías suficientes de las que disponía para poder optar a esa línea de liquidez. Esa diferencia de 6.000 millones hubiera evitado la intervención y, por tanto, hubiera dado el tiempo que necesitaba el Popular para poder acceder a la ampliación de capital que habían propuesto tanto Barclays como Deutsche Bank por un valor conjunto de 8.000 millones. Estas dos ofertas son las que provocan todos los movimientos. Hay que recordar que la oferta de Barclays llegó el día 3 de junio y la del banco alemán el lunes 5. En cambio, Saracho no podía permitir que eso ocurriera porque, al fin y al cabo, él no trabajó nunca para los verdaderos dueños de la entidad, sus accionistas, hecho que se puede comprobar en la contratación del bufete de referencia del Santander incluso antes de que Ángel Ron dejara la presidencia, algo que no podía hacer porque aún no tenía poderes para contratar en nombre del Popular. Entre los informes que ese despacho comenzó a realizar desde el mes de marzo, documentación a la que ha tenido acceso Diario16, estaba un informe de resolución de la entidad. Repetimos, mes de marzo de 2.017. No obstante, Saracho necesitaba un punto sobre el que apoyar la declaración de inviabilidad del Popular que comunicó el día 6 de junio. Por esta razón comenzó una estrategia sobre la que provocar una salida de depósitos que afectaran a la liquidez y que, además, generaran una bola de nieve. Los depositantes de entidades públicas y de grandes empresas ya conocemos en qué cantidades retiraron sus activos: 14.000 millones de euros. Sin embargo, el miedo provocado por las noticias filtradas a medios afines por el propio presidente y una parte de su equipo más cercano hizo que también salieran depósitos de pequeñas y medianas empresas y de pequeños depositantes. Todo ello en paralelo con el recrudecimiento de los ataques bajistas de Marshall Wace (JP Morgan) y de BlackRock que no fueron frenados por la CNMV, como era su obligación, lo que también generó el pánico entre los accionistas.
Por tanto, no fue el Santander quien puso el precio, sino que se dieron todos los procesos necesarios para que la oferta fuera la más baja posible y no afectara a las delicadas cuentas de la entidad cántabra. Hay que recordar otro dato que ya publicamos en estas páginas: en la mañana del mismo día 6 de junio el Santander comunicó al mercado que iba a afrontar una ampliación de capital por valor de 6.000 millones de euros. Mientras el BBVA pedía que se le diera más tiempo para poder acceder a toda la documentación del Popular y analizarla para determinar la cuantía de su oferta, el Santander ya anunciaba su ampliación de capital. Todo ello teniendo en cuenta que se esperaba que la resolución se hiciera efectiva el viernes o el sábado, jamás un martes por la noche.
Todo esto demuestra que toda la operación estaba diseñada y que se tuvo que precipitar para evitar que otro banco se hiciera con la tabla de salvación del Santander porque, sin el Popular, ¿hoy no estaríamos hablando de otra cosa y de otras posibles resoluciones?