Con motivo del centenario del nacimiento de Jorge Semprún su editorial de toda la vida (Tusquets), al menos en España ha publicado casi toda su obra, decidió publicar un libro homenaje: Destino y memoria. Editado por Mayka Lahoz, quien también escribe el ensayo introductorio, y con las colaboraciones de Benito Bermejo, Felipe Nieto, Jordi Amat, Reyes Mate, Anna Caballé y Esteve Riambau. A ello se añaden, en páginas de color diferente recuerdos de unas cuantas personas que le conocieron.
Un texto que, dentro de un nivel aceptable, tiene altibajos en sus textos. Destacan los textos de Lahoz, Mate y Caballé donde no solo se aborda la figura del homenajeado sino que se intenta verle más allá de su propio ser, en un contexto concreto y con aportaciones críticas. La autorreferencialidad de su escritura, de su magnífica y particular escritura, encaja perfectamente con un carácter social ciertamente soberbio. No se sabe si por provenir del rancio abolengo familiar o por esa supervivencia que demostró en su vida, la realidad es que en algunos momentos era insoportable intelectualmente.
En los diversos textos, como no podía ser de otra forma, se habla profusamente de sus dos hitos principales, ser superviviente de los campos de concentración/extermino nazis y haber sido el agente infiltrado en la dictadura franquista del PCE. Ambas proezas han sido volcadas en su literatura, en muchas ocasiones exagerando partes y en otras ocultando hechos más o menos desagradables. Es curioso que quienes le conocieron como Federico Sánchez, su alias de infiltrado comunista, no expresasen ningún tipo de reconocimiento una vez llegada la libertad a España. Haber sido expulsado del PCE, junto a Fernando Claudín, y criticar abierta y profundamente el estalinismo no se le perdonó jamás. A pesar de que el carrillismo aceptase la política por la que fueron expulsados aquellos dos. Esto no se encuentra en ninguno de los textos y hubiese tenido sentido esa especie de investigación política.
En los diferentes capítulos podrán leer diversos aspectos de su vida, bien mediante la extracción de partes de sus novelas, bien mediante sus acciones públicas, bien por el recuerdo de otras personas. Por desgracia no son tantas que las que quedan vivas y hayan dejado por escrito algún relato respecto a Semprún. Pero en términos generales se tratan bastante bien las etapas vitales del autor español. El último capítulo referido al cine sempruniano es un novedoso punto analítico que, en algunas ocasiones, se ha olvidado por completo. Semprún no deja de ser él mismo tanto en sus guiones como en sus libros.
Caballé acierta al recuperar el libro Netchaiev ha vuelto, ese gran olvidado de la obra sempruniana. El libro, aunque no lo diga así la autora del ensayo, es el mejor compendio de los fetiches de Semprún y, sin embargo, no es destacado ni en su película por autores que le han “estudiado”. Caballé lo trae de vuelta a la actualidad analítica en ciertos aspectos, podría haber tratado otros muchos, especialmente los de carácter más político, pero no es culpa suya sino de los límites del propio ensayo. Su texto, por otra parte, es magnífico.
Destaca por encima de los demás ensayos el de Reyes Mate. Pensador que ha tratado el tema del exterminio y derivados desde hace muchos años, encaja la literatura y la vida de Semprún en un marco conceptual y contextual perfecto. Encaja al personaje y a la persona dentro de un tiempo concreto con unos condicionantes peculiares, lo que ayuda a comprender mejor ciertos porqués del homenajeado.
Un buen texto conjunto que explica cómo un estalinista convencido pasó a ser uno de los mayores atacantes de los totalitarismos. Él vivió ambos tipos en sus propias carnes. El europeísmo, la paz y el relativismo ético (encajado en las propias circunstancias) serían sus apoyos una vez dejó atrás los totalitarismos. El intelectual sería su último personaje vital.