Alguno igual estaba esperando que este artículo tratase sobre el apagón en España y se sacasen las tripas a Pedro Sánchez y sus renovables. Para eso están los demás medios que no van a tener nada más que contar, olvidando que el hermanísimo ya está procesado, por ejemplo. Además, es pensar en el presidente del Gobierno y aparecer Antonio Ozores, vestido de obispo —como en El hijo del cura y su secuela El cura ya tiene hijo— y clamando «¡Gafe, es muy gafe». Y lo es el presidente bajo cuyo mandato ha pasado de todo y malo. Mejor un poco de humor porque, gracia, lo que se dice gracia y buen rollo, no generó el apagón del que aún no se ha recuperado España.

El siete de mayo comenzará el Cónclave para elegir al nuevo pontífice romano. En las Congregaciones Generales, esas reuniones de los cardenales para opinar sobre el presente y futuro de la Iglesia, ya se están conociendo los purpurados. Si alguien pensaba que se conocen al dedillo, la realidad es que no. Con suerte, salvo los que trabajan en el Vaticano, se ven una o dos veces al año y un rato nada más. Por lo que estas reuniones son fundamentales para conocer cómo, qué y quién.

Si los cardenales católicos tuviesen un poco de ánimo guasón —si esto lo lee algún hispanoamericano advertir que no tiene nada que ver con el Joker de Batman— se decantarían por el cardenal Reinhard Marx. Alemán, como aquel. Obispo un tiempo de Tréveris, donde nació aquel. Y bastante inclinado en la sinodalidad y la apertura a la mundanidad. Gran confrontador del cardenal Gerhard Ludwig Müller en Alemania y con cara de bonachón, como aquel.

¿Imaginan esa plaza de san Pedro esperando el nombre del nuevo papa y que digan que ha sido elegido un Marx? A más de siete les entra un tabardillo; otros optarían por el cisma; algunos harían patente su herejía protestante de todos los días; los más se quedarían pensando «¡Qué coño!»; y la izquierda, la de verdad no la de postureo pijo-burgués, o sea ocho y el de la bandera roja, hasta se convertía. Sólo por ver algunas caras merecería la pena. Es imaginar a más de dos echando espuma y no sabiendo qué escribir en esos medios «católicos» —pero llenos de artículos sobre teopolítica evangélica y demás herejías— y sonreír.

Salvo sorpresa morrocotuda, la realidad es que el cardenal Marx tiene menos probabilidades de salir elegido que quien esto escribe. No se sabe qué llevó al papa Benedicto XVI a nombrarlo pero se desliza por caminos sinuosos incluso para las partes más «liberales» de la Iglesia. Para compensar debió nombrar el papa Francisco al cardenal Müller —alguno se sorprenderá que alguien tan conservador, tan tradicionalista, haya sido nombrado por Francisco pues ¿no había llenado el Cónclave de sus amigos?—. No será él el elegido, pero sería muy gracioso. Aunque y si sí…

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