Como sigan a este ritmo las empresas españolas no deberá asustar a nadie que entren en crisis unas cuantas porque, por mucho que a sus creativos les haga gracia, los aficionados del Atlético de Madrid comienzan a hartarse de ciertas gracietas. No sólo tienen que aguantar (como les pasa a dieciséis equipos más) el duopolio imperante verbigracia de la Federación y Tebas; no sólo tienen que aguantar una prensa nacionalmadridista en Madrid; no sólo tienen que aguantar los tejemanejes del viudo con gafas; no sólo tienen que aguantar a una recua de políticos blancos; no sólo tienen que aguantar a los Gil; sino que además las empresas hagan bromas respecto al equipo rojiblanco. Pues no. Se acabó. A los atléticos les gusta la pizza, pero no de Telepizza.
Habiendo una población tan alta de cérvidos es normal que los creativos de publicidad de Telepizza (o la empresa contratada) tengan una manada que sea la que haga los anuncios. Por ello todas las gracietas contra el equipo rojiblanco las ven “normales” porque, al fin y al cabo, en su mundo son los chistes de todos los días. No dan para más. No dan para pensar en que siendo una marca de fast-food tienen una clientela potencial de 40 millones de españoles y que señalar y reírse de una parte considerable de esa clientela igual no es buena idea. No todo el mundo tiene acceso a un Mercedes, o a un Ferrari y sus anuncios van dirigidos a los potenciales clientes. Marketing básico. En Telepizza parece que las dos neuronas de los creativos no han llegado a esa mínima conclusión, ni han hecho un mínimo estudio previo. Más bien han hecho el orangután dándose golpes en el pecho, o se han dedicado a embestir de la risa.
Vayamos por partes. Primero la no comprensión de lo que significa un derbi y la rivalidad Atlético-Real. Utilizan una imagen para promocionarse afirmando que hay cosas que unen a las aficiones. La pizza desde luego no. Pero es que, salvo compartir ciudad, no hay nada más que les una, más allá de cierto civismo como seres humanos. Los atléticos ni son prepotentes, ni llorones, ni imperialistas, ni mafiosos, ni parte del poder establecido (da igual quién ostente el poder), ni nada de lo que rodea a los de la dócima. Por suerte cabe decir. El odio, por muy mal que esté visto ese sentimiento, es algo natural en un rojiblanco. Se lleva en la sangre y provoca querer que el otro pierda todo y en todo. Ergo no hay nada que les una, ni es una sana rivalidad como puede haber en Londres entre sus equipos.
Lo anterior podía verse como un producto más del infantilismo y el buenismo de muchos equipos de marketing. Pero claro, cuando vas más allá e insinúas que en el Atlético de Madrid se espera siempre mucho, con el símbolo de Neptuno mediante, seguro que no se ha pensado en el repartidor de pizza. Es la típica gracieta del cérvido cuando está junto al resto de la manada. Hace referencia a títulos que no se consiguen o para los que se tarda mucho tiempo en conseguir. Pensamiento típico de madridista mononeuronal para el que todo en la vida se basa en títulos, dinero o poder. Los atléticos no son así. ¿Les gusta ganar títulos? Sí, como a todo el mundo, pero no viven pendiente de eso. Incluso si se ganase la Champions la ilusión de la afición es tirarla al río.
Telepizza habrá ganado muchos pedidos de madridistas pero de rojiblancos los ha perdido casi todos. Ya se sufrieron sus helados trozos de masa en el añorado Calderón y no queda buen recuerdo, pero es que ahora ni ganas de comer esa comida basura. Unos millones de clientes potenciales perdidos, pero como en la mente madridista eso no se entiende, en Telepizza, además de explotar a sus trabajadores, ni se percatarán del asunto. Algo sí se han debido dar cuenta porque a las dos horas han intentado arreglarlo, cuando ya no tenía arreglo. A la lista negra de empresas. Los demás equipos de marketing que vayan tomando nota porque bromas, las justas.