El teatro se haya en estos tiempos afectado, no de la eterna crisis de cincuenta años, sino del traslado del fetiche de la mercancía televisiva. Así, casi sólo se llevan a cabo obras teatrales que reúnen monólogos o diálogos “guionizados” para obtener la risa fácil, el elemento desternillante o el aprovechamiento de la popularidad de la persona de turno. En la sociedad del espectáculo prima, como saben ustedes, lo fetichista-espectacular antes que el arte milenario. El teatro, por suerte, no es monocorde y por ello se puede disfrutar de recreaciones más clásicas, de adaptaciones o de nuevas obras que pretenden, desde cierta óptica de avant garde, deconstruir el teatro para trasladarlo a otro lugar nuevo. No ha escapado el teatro a la irrupción de la postmodernidad, sin embargo eso no empece para que algunas de las obras que se representan en esos teatros medio escondidos sean una magnífica oportunidad de disfrutar del Teatro. Así, con mayúsculas.
Tríbada es una obra que tiene algo de ese postmodernismo que inunda todo pero donde se mantiene la esencia del clasicismo. Es una obra teatral donde las actrices y actores no son meros fetiches espectaculares sino que actúan, interpretan, interactúan, intentan transmitir algo más que el mero diálogo. En esta ocasión, la compañía (que mal queda hablar de producción) Teatro en Movimiento cuenta con la magnífica actriz María Bigeriego acompañada de los no menos magníficos Maite G. Tejedor, Raúl de la Torre, Pablo Lanzillotta. Todo ello bajo una muy cuidada dirección de Jorge Serra. Adaptar un clásico del teatro moderno como “Noche de las tríbadas” de Per Olov Enquist no resulta sencillo, que ya saben que los suecos son muy particulares en sus expresiones literarias. Y, como ha sucedido en otras ocasiones con Bigeriego, parecen haberlo conseguido. Una adaptación en la que han participado, además de la citada, Virginia de la Cruz y De la Torre. Con música de Elisa García Tejedor y escenografía y vestuario de Juan José González Ferrero. Como estamos en una época digital también hay que reconocer la labor de Laura de la Isla en la fotografía y del diseño gráfico de mic_e meek.
“Tríbada es una palabra extraña, inusual y misteriosa que desprende intensas evocaciones. Como si el autor quisiera decirnos que las cosas no están tan claras. Que por mucho que queramos controlar la experiencia humana y sus significados hay algo que siempre se nos escurre. Y si esto ocurre con las palabras, que son hijas ilegítimas de la realidad, podríamos decir lo mismo de la propia realidad: su naturaleza inasible.
Hay una historia dada sobre las cosas. Una versión oficial, más mítica o más científica, que cada cultura dictamina y antepone. Y luego está todo lo que ocurre en los márgenes. Dirijamos ahí la mirada, a la versión que cada uno se cuenta de sí mismo. Por mucho que tratemos de negarlo, en el fondo sabemos que hay muchas cosas que no encajan, y esto suele ser algo muy inquietante.
En La noche de las tríbadas, Enquist reúne en el teatro Dagmar de Copenhague a cuatro personas que tratan de ensayar la obra La más fuerte de Strindberg. Estas personas son el propio August Strindberg, Siri Von Essen, su mujer, Marie Caroline David, la amiga de Siri y el actor danés Viggo Schiwe. Estas personas-personajes se muestran con crudeza. Viven dañadas por el peso de la identidad. La identidad familiar, de género, sexual, profesional, etc… Una identidad que los ha convertido trágicamente en objetos. Saben también el daño que se infringen. Saben que están a la intemperie y bajo la lluvia. Sin el amparo del paraguas del moralismo o de la ideología, que vienen a condenar o justificar todo aquello de la existencia que nos es incómodo”.
Los viernes y sábados desde el 6 hasta el 28 de marzo, en Nave 73 (Calle de Palos de la Frontera, 5. Madrid) podrán disfrutar del buen hacer de este grupo de actores y actrices. Una oportunidad para disfrutar del teatro con sentimiento, con diálogos, con expresividad, sin resultar casposo ni retrógrado.