La aplastante victoria de Donald Trump para el colegio elector ha dejado con un cabreo de aúpa a los wokes y liberales de izquierdas españoles, mientras que las gentes de derechas se han alegrado. ¿Por qué? Por los datos y hechos no será, igual porque acaban proyectando su miserabilidad ideológica sobre las elecciones de cualquier país sin pensar en el propio.
Como dice el titular la victoria de Trump es buena para Estados Unidos, cuando menos a nivel económico y geoestratégico. Sobre el segundo tema, si se hace caso de lo que ocurrió en su primer mandato, parece que no va a persistir en ser el guardián del mundo libre, sino que serán los demás los que tengan que gastarse los dineros para protegerse. Los más entendidos, que no son fáciles de encontrar, afirman que esta victoria acabará con la guerra de Ucrania porque no piensa seguir ingresando dinero para el estancamiento que persiste —y que no parece estar dispuesto a pagar los vicios del presidente y llenar las cuentas de ciertos sátrapas ucranianos—. También afirman que dejará hacer a Israel. No siendo la especialidad de quien esto escribe, si eso es lo que dicen será porque es así.
A nivel económico, salvo el año de elecciones que fue el de la pandemia —que algo le dañó para no repetir mandato—, con Trump los índices subieron mucho más de lo esperado, mientras que, tras el subidón post-Covid, con los demócratas no son tan excelentes. Sus políticas proteccionistas, especialmente con los productos asiáticos y europeos, parece que funcionaron a nivel interno. Algo que los propios estadounidenses han valorado en estas elecciones, más allá de lo que digan las redes sociales. Joe Biden no tocó prácticamente nada pero sí ha aumentado el gasto en partidas de reorientación económica que no están dando sus frutos pero sí promueven el cabreo de los desplazados sistémicos. Al final como dijo James Carville, asesor de Bill Clinton, “Es la economía estúpido”. Sin el factor económico no se puede entender la victoria trumpiana. ¿Creen que los trabajadores y propietarios, por ejemplo, de caldererías estadounidenses no están contentos con Trump? Claro que lo están porque protege su trabajo
Ningún análisis hecho en España, de momento quien escribe no ha podido leer la prensa buena extranjera, va en ese camino, salvo la posición, paradójica, de FAES. La organización aznarista ha dejado bien claro que la victoria, en términos económicos y geoestratégicos, es mala para España. El resto hablando de los penes, el aborto, las razas, los sexos y, como siempre hacen todos aquellos inútiles que no saben qué decir salvo utilizar sus prejuicios, la estupidez del ciudadano estadounidense. Los hotros alegres porque parece ser que con Trump se acaba el wokismo y triunfa no se sabe bien qué. Los mismos prejuicios pero al otro lado. Todos centrados en la parte superestructural, que decían los marxistas (ahora no quedan marxistas, no se dejen engañar), en la batalla cultural, si prefieren, que puede haber sido algo determinante pero no en el sentido en que hablan todos estos.
Comenzando por los “patriotas de café, copa y puro”, es extraño que se alegren y a la par estén todo el día diciendo que hay que salvar al agro español o la industria. Trump ya estableció aranceles muy duros contra los productos agrarios de más calidad españoles y a numerosas exportaciones industriales. Mariano Rajoy no hizo nada y Pedro Sánchez tampoco —salvo correr detrás del presidente estadounidense para hacerse una foto y sentarse obediente en una silla—. Si llegase cualquiera de derechas tampoco harían nada porque son así de cobardes frente al fuerte, además que los tienen encumbrados.
¿Van a explicar esa alegría los liberales libertarios españoles cuando Trump es un proteccionista al que el libre mercado que propugnan se la trae al pairo? No tocó el wokismo cuando fue presidente ¿qué les hace imaginar que lo hará ahora? ¿Porque tiene un vicepresidente católico? El catolicismo de J. D. Vance es, como poco, nacionalcatolicismo —que igual por eso les gusta a algunos— por no decir una corrupción del catolicismo llena de protestantismo de distinto pelaje. La lucha cultural entre liberales de distinto pelaje (libertarios, socialdemócratas, populistas, etc.) tiene su camino final en el totalitarismo. Da igual un baptista del sur que un wokista de Illinois, ambos al final del camino quieren limitar la libertad y hacer un ser humano nuevo a su imagen y semejanza. Por no hablar del milenarismo de ambos. Una miríada de identidades en conflicto, por un lado, y la salvación individual en la tierra prometida, por el otro.
Cuando aquí, en España, salen todos esos liberales progresistas diciendo que no entienden cómo los trabajadores, los negros, los latinos y demás minorías de la diversidad inventadas han votado a Trump, lo mínimo que piensa cada cual es que no han entendido nada. Cuando, además, todos esos personajillos son los que asesoran políticos, salen a todas horas en radios, televisiones y columnas, cualquier debe asustarse. ¿Ha influido el wokismo para votar a Trump? Sí, sin duda porque se une, en el caso de la clase trabajadora blanca, por ejemplo, a una depreciación de su trabajo y de mal gasto de sus impuestos en campañas en favor de los penes lesbianos.
Sin embargo, hay que recordar que el wokismo creció en tiempos de bonanza económica estadounidense. En cuanto EEUU se ha visto sobrepasado por las políticas que impulsó de deslocalización, con la transmisión de conocimiento que eso suponía, lo del wokismo ya no hace tanta gracia, ya no se es tan tolerante, entre otras cosas, porque la tolerancia no existe ni en el wokismo ni en su antítesis. El mismo proceso que se vislumbra en Europa, con el añadido de haber una pelea cultural que en EEUU no tiene tal relevancia y que es producto de distintos procesos migratorios. Salvo Vladimir Putin, que es producto de la propia historia de Rusia, el resto de dirigentes “populistas” alcanzan cotas de poder porque la clase trabajadora ha sido abandonada por sus anteriores defensores. Trump también.
¿A qué se dedican los políticos de la supuesta izquierda? A sus negocios, a tragar con las divisiones que desea la coalición dominante occidental, porque así la división clase dominante-clase trabajadora pierde toda su fuerza. Incluso los populistas de la casta y “los de arriba y los de abajo” no dejan de ser traidores de clase, porque no falla que todos se suman al turbocapitalismo y se enriquecen. Ya lo advirtió a finales de los años 1970s Louis Althusser y le llamaron loco —bueno, zumbao estaba en otro sentido bastante tétrico— desde el comunismo internacional —hoy bastardean con su legado—. De esto se aprovechan los populismos o los demagogos de derechas. Trump sí hizo algo que les protegió mínimamente, aquí en Europa no es que hagan mucho y por eso acaban saliendo de los gobiernos con rapidez.
Las risas de los liberalios y pseudoconservadores no tienen razón de ser porque Trump no va a mejorar la economía en favor de España, ni del orden global. Ahora que tan entusiasmados están con el presidente estadounidense ¿sacarán las banderitas cuando aumenten los aranceles al vino blanco a granel? ¿Se pondrán contentos cuando los milmillonarios que están detrás de él le digan que se deje de tonterías antiwoke y les apoye en sus exportaciones internacionales con todo el poderío militar que les queda? ¿Piensan que a Elon Musk le importan los penes lesbianos? Nada de nada. También dijeron que habría una revuelta conservadora en la Unión Europea y no ha pasado nada. La batalla cultural como elemento de dispersión y de trincar subvenciones está ahí, pero la realidad es que, una vez en el poder, no mueven nada. Como mucho agitan el tema del aborto y ya.
Trump puede ser muy bueno para los estadounidenses de a pie. El señor que tiene una acerería en Wisconsin, el ranchero de Montana, los productores de carne de Texas o los mineros de Alaska, los fabricantes de armas de Ohio estarán contentos y esos son mayoría en los EEUU. Son el sostén económico y social del país. Luego en las grandes capitales económicas están los productos financieros y culturales, el valor añadido de toda la economía. O igual todo lo anterior es erróneo y tienen razón los “analistos” y todo es culpa de un machismo reconcentrado, del racismo y de ser más tontos que Abundio o porque hay un revival cristiano y libertario. Solo cabe recordar que aquí se ha elegido a Sánchez y Feijoo como oponentes máximos y con las alternativas, en su momento, de Iglesias y Girauta o, ahora, de Díaz y Abascal.