El conflicto y las violaciones de derechos humanos que se están cometiendo en Sudán del Sur ha provocado el desplazamiento de un millón de personas a uno de los países vecinos, Uganda. El desbordamiento humano precisa de colaboración de la comunidad internacional para que Uganda pueda atender a las necesidades básicas de los recién llegados.
El recrudecimiento del enfrentamiento sursudanés se ha producido este pasado julio, cuando se ha propagado por otras zonas anteriormente pacíficas. La organización Amnistía Internacional ha documentado indicios de violencia sexual, homicidios ilegítimos, destrucción intencionada de bienes públicos y privados y otras graves violaciones de derechos humanos.
La ONU y las ONG están trabajando en el cuidado de los refugiados, sin embargo la ingente cantidad de personas que precisan de ayuda está dificultando que sean cubiertas las necesidades más básicas (comida, agua y vivienda), y aún menos las necesidades de apoyo psicosocial, que todos requieren después de vivir diversas violaciones y muertes de familiares.
Más del 64% de las personas refugiadas son menores de 18 años y junto a las mujeres suman el 84%.
En la última cumbre de solidaridad celebrada en Kampala, la Unión Europea, Reino Unido y Canadá, en calidad de donantes, proporcionaron 358,2 millones de los 2.000 millones que se habían solicitado por parte de Uganda. Sarah Jackson, directora adjunta de Amnistía Internacional, manifestaba que “Es hora de que otros países asuman su parte de responsabilidad y hagan más por aliviar la insostenible presión que soporta Uganda”.
Más del 64% de las personas refugiadas son menores de 18 años y junto a las mujeres suman el 84%. Por eso, se insta por parte de las organizaciones humanitarias a que se realice el “reparto de la responsabilidad” que no es más que incrementar significativamente los fondos y que por otra parte los países abran sus puertas a recibir más refugiados para que países como Uganda, progresistas en torno a este tema, no soporten tanta presión.