Dicen que el día que ha fallecido un personaje famoso no es momento de presentar cuitas personales o hacer ver que en su vida no todo ha sido fabuloso. Lo dicen los mismos que celebraron la muerte de Fidel Castro —a quien, por cierto, lisonjeaba el finado antes de su caída en el camino a Damasco— o de cualquier otro personaje siniestro, o que les parece siniestro. Como ya ha pasado un día no estará de más hablar de la cara oscura de Mario Vargas Llosa.

No tiene nada que ver con el puñetazo que le dio a Gabriel García Márquez por una supuesta puesta de cuernos. Tampoco tiene que ver con sus constantes amoríos. Cada cual es libre de hacer y deshacer siempre y cuando no se haga el mal a los demás. Lo que la mayoría desconoce, u oculta, son acciones que sí hicieron el mal a personas en busca de una supuesta finalidad beatífica que no era tal. Todo lo que como escritor fue excelso en el activismo político fue demoníaco. Y no es porque ora apoyase a Albert Rivera, ora a Isabel Díaz Ayuso, esto no deja de ser una preferencia personal, no exenta de cierto narcisismo. Hubiese apoyado al mismísimo Felipe González si éste no hubiese sido amiguete de García Márquez. Lo que sí son significativos son los bandazos que ha dado en referencia, especialmente, a América Latina.

Aquí es donde todo comienza a tornarse un tanto oscuro. En Tiempos recios se quejaba porque la CIA cometió el error de deponer al gobierno guatemalteco, lo que provocaría, en su pensamiento, la radicalización de Castro y la revolución cubana. Lo que la CIA habría hecho después le parecía perfecto, igual porque él tuvo mucho que ver en algunas escaramuzas. Todo el mundo antiwoke se ha alegrado cuando Elon Musk decidió eliminar los fondos USAID pues así se acababa el fomento del wokismo por el mundo. Lo que no dicen es que esos fondos se utilizaron para extender el American way of life antes del wokismo, pero, claro eso les parecía bien y a Vargas Llosa más ya que influyó en algún momento cómo y a quién darle esos fondos.

Se cuenta que el escritor hispano-peruano-dominicano habría sido agente de la CIA. Algo que, hasta la fecha, no se ha podido demostrar. Sería un tanto estúpido haberle tenido bajo contrato cuando gracias a numerosas entidades y congresos para la libertad ya le tenían en nómina. Lo que sí es cierto es que ha trabajado para los intereses de EEUU en todo el continente americano. Allí donde había que revocar algún gobierno que no gustaba en Washington, allí que iba Varguitas a sus charlas, a sus artículos o a su reparto de fondos de la National Endowement for Democracy (NED) —organización sostenida con fondos CIA para fomentar causas «aliadas» a los intereses imperiales—. Una organización que «financió» su campaña para la presidencia del Perú. Dinero perdido ¿o no? Luego se haría fujimorista en la figura de la hija del dictador Keiko —conocida por su gusto por despistar dinero extraño, relacionada con el narcotráfico y esas cosillas—.

La NED ha tenido una importancia enorme, aunque con numerosos fracasos también, en la configuración política de América Latina. Los fondos se han destinado no tanto a partidos, que también, como a alimentar en medios de comunicación —lo que hace Elon Musk con twitter/X y otros con Meta, por ejemplo— fake news, antes de que las llamasen así, contra cualquier movimiento político que no fuese adecuado a los patrones establecidos por EEUU. ¿Quién establecía esos patrones y decidía dónde colocar el dinero? Uno, se dice, era Vargas Llosa, pero también han sido implicados José María Aznar (gran amigo del Nobel) o Álvaro Uribe (el jefe de los paracos, como se le conoce en Colombia). Campañas de mentiras para condicionar las elecciones y que no ganase ni mero un socialdemócrata. ¡¡¡Viva la libertad, carajo!!!

El liberal más liberal, algo que no es reprochable, se dedicó a pisotear el liberalismo mientras lo defendía públicamente. En realidad neoliberalismo extractivo e imperialista en favor de empresas estadounidenses, y alguna que otra española. Se han llevado toneladas y toneladas de materias primas a precio de saldo, aunque untando muy bien a muchos políticos —una cosa como Aldama-Koldo-Ábalos pero a lo bestia—, mientras les daban fondos para comprar esas mismas materias primas procesadas. Materias a cambio de deuda y pérdida de soberanía.

El problema es que Vargas Llosa comenzó a tener fama de gafe. Cada candidato que apoyaba, pese a todo el apoyo mediático, tendía a perder. En España ahí tienen a Rivera, por ejemplo. Este fariseismo político se veía reflejado en sus artículos. Chile era la panacea de la democracia y el neoliberalismo hasta que elegían a uno que él no apoyaba y estaba casi al borde de la dictadura. Lo mismo con Colombia —el presidente Juan Manuel Santos tuvo que soportar alguna que otra tarascada siendo liberal—, ahora que está Gustavo Petro —que ya tenían que estar mal las cosas para elegir a este tipo (algo así como elegir a Pablo Iglesias o Santiago Abascal)— es una dictadura. Solo salvaba al Uruguay, ni el Brasil de Jair Bolsonaro terminó de convencerlo.

Por suerte para el finado siempre quedará su obra literaria. Excelsa, magnífica, increíble. El resto, las miserias humanas que se muestran constantemente pues nadie hay que sea puro y perfecto. Lo que no se puede hacer es ocultar que por su influencia muchas personas han sufrido el mal en sus propias carnes. No el de una mala gestión económica, de eso pocos políticos se libran, sino de la violencia institucionalizada. DEP

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