Según el diccionario de la RAE de las cinco definiciones que señala para “víctima” voy a utilizar para esta reflexión la última: “persona que padece la consecuencias dañosas de un delito“, añadiendo “por culpa ajena”.
Por otro lado define a “victimario” como “homicida” o “sirviente que encendía el fuego, ataba a las víctimas al ara y las sujetaba en el acto del sacrificio”. Quizás añadiendo aquí por acción u omisión.
Porque victimario por acción fueron de un lado los asesinos de ETA, por omisión quienes le ampararon, apoyaron, o simplemente callaron y del otro quienes desde sus puestos institucionales maltrataron, asesinaron, torturaron y por omisión aquellos que permitieron, callaron, o miraron hacia otro lado.
Llevo colaborando con el Foro Social Permanente desde su inicio, antes con Elkarri y Lokarri hasta su desaparición. El Foro Social inició su andadura en el Palacio de Aiete de San Sebastián el 22 de Octubre de 2016, formado por 14 entidades y 14 “personalidades” entre las que se encontraba el firmante de este artículo.
¿Por qué preguntarán algunos? ¿Por qué alguien que había sufrido las consecuencias del conflicto en la orilla “oficial”, o como se denomina ahora “constitucional”, decidió colaborar con colectivos en los que existía una mayoría nacionalista o independentista, que en su día simpatizaron de una u otra manera con el entorno de la izquierda abertzale, incluso desde su militancia allí?
La respuesta no parece fácil y menos para ser entendida más allá del Ebro y esa es la intención de este artículo, ideado en plena asamblea que el Foro celebró el pasado 25 de Enero en el bello pueblo alavés de Aguráin/Salvatierra.
Allí actualizamos nuestro trabajo como inicio de nuestra segunda fase, después de una primera fructífera en la que colaboramos, en mi opinión de manera decisiva, primero a lograr el desarme de ETA y posteriormente su disolución culminada en el acto de Cambó impulsado y organizado por el propio Foro Social.
Utilizando una definición clarificadora, construimos la pista de aterrizaje para que llegara la paz.
Algún día se escribirá esa historia y se hará justicia con Elkarri, Lokarri, Foro Social, Aliete I, Aiete II y Cambó, con quienes allí estuvimos y colaboramos.
Gentes diversas, aunque se debe reconocer que con mayoría proveniente del mundo de la izquierda abertzale, pero también otros que llegamos desde sectores cristianos, pacifistas, de izquierdas e incluso un pequeño sector del socialismo.
Nos separaban muchas cosas, especialmente en lo identitario, pero nos unía una fundamental; el deseo de acabar con aquella pesadilla que había durado demasiado tiempo. En el que nos enfrentamos duramente desde ambas orillas de aquel río de aguas turbulentas ahora remansado. Años en los que fuimos enemigos irreconciliables.
Ese pequeño grupo de socialistas que colaboramos en el Foro Social hemos sufrido de nuevo la animadversión, la incomprensión y a menudo el rechazo de quienes desde nuestras propias filas no entendían lo que hacíamos.
Se nos vio en el mejor de los casos como “tontos útiles”, cómplices, y a veces como traidores.
Pero visto desde el momento actual debemos sentirnos orgullosos de nuestra aportación, colaboración y esfuerzo.
Es probable que en algunos momentos y desde ciertas personas se nos haya utilizado (lo de tontos no encaja en este apartado), pero siempre ha sido con nuestro conocimiento, autorización y sabiendo que esa utilidad resultaba rentable para la pacificación.
A veces la reflexión te llevaba a la conclusión de que nuestra función sólo se podía entender viviendo aquí, en Euskadi o Navarra. Que “los de fuera” era difícil que lo comprendieran.
Para eso está escrito este artículo, para que esos de fuera a través de estas líneas puedan empatizar con el papel que cumplimos antes, durante y ahora en el Foro Social.
Colaboramos en lo que interesaba a “nuestra” orilla, el desarme y la disolución de ETA. Pero quedaba aún por resolver lo que interesa a la “otra”, la solución al tema de los presos y exiliados (acercamiento, medidas excepcionales para enfermos graves, aplicación de grados penitenciarios y negociar la vuelta de quienes están fuera).
Nuevamente nos enfrentábamos a una cuestión de justicia, de que no es admisible por un demócrata, más aún si es de izquierdas, que exista discriminación entre presos sean comunes o del anterior mundo de ETA. Que las normas se deben aplicar igual para todos, que las familias no tienen que pagar los delitos de sus maridos, hijos, o padres.
Después quedará aún seguir trabajando en la convivencia y lo más difícil, intentar consensuar un relato de lo sucedido, o cuando menos ponernos de acuerdo en un mínimo de dicho relato.
Por eso vamos a seguir en el Foro Social, para colaborar también en todo ello. Al comenzar un trabajo uno debe plantearse seguir hasta culminar el mismo y eso pretendemos hacer, al menos por mi parte.
Buscando a través de la labor pedagógica que los “nuestros”, incluso los “nuestros, nuestros” entiendan ese esfuerzo, y a ser posible acaben colaborando en el mismo.
Una labor que se mostró recientemente en las jornadas que organizamos en Pamplona los pasados 20 y 26 de Noviembre, en las que pusieron en común experiencias en la primera, tres personas relevantes de la sociedad civil y en la segunda dos víctimas, una de ETA y otra del Estado, con un denominador común; aportar energías que favorezcan la convivencia democrática.
Porque precisamente la convivencia democrática, resulta imprescindible para el correcto funcionamiento de una sociedad avanzada y libre y esas cinco personas, como antes otras que colaboraron con nosotros, aportaron con su testimonio, con su ejemplo su grano de arena para conseguirlo.
Poe eso siguiendo ese ejemplo, las gentes que como es mi caso nos educamos imbuidos de espíritu utópico, allí donde exista una injusticia debemos estar colaborando en que desaparezca. La situación de presos y presas lo es, como antes lo fuimos quienes sufrimos aquel terrible acoso.
Un mensaje final para quienes me leéis desde Madrid, Sevilla, Badajoz, Valencia, o Tarragona: interesaos por estos temas, investigar el trabajo de Foro Social y colaborar en extender su espíritu. Ayudarnos a que el resto del estado conozca lo que hemos hecho, lo que nos queda por hacer y sobre todo la razón por la que lo hacemos.
Porque en aquel terrible conflicto felizmente acabado, todos fuimos a la vez víctimas y victimarios y así debemos de situarnos para recorrer el camino que nos queda hasta la paz y la convivencia definitiva.
Víctimas porque sufrimos el acoso, el ataque y los zarpazos de los de enfrente. Victimarios porque los “nuestros, nuestros” también asesinaron, agredieron, dieron zarpazos, torturaron, o actuaron injustamente.
Sólo desde esa evidencia podremos escribir el relato con equilibrio y justicia.
Sólo desde el ver al “otro”, al de enfrente, su sufrimiento y sus justas demandas conseguiremos la ansiada convivencia democrática.
Veremos………..