Un libro para las sin-voz. Un libro para derribar los mitos. Un libro donde las protagonistas son ellas. Un libro feminista sin caer en las nuevas modas irracionales. Un libro que parte de otro gran libro como fue El héroe de las mil caras de Joseph Campbell. A la autora de este ensayo, alumna del antropólogo, le surgió una duda cuando aquel exponía sus teoría en el aula. Una duda, el porqué de dejar de lado a las mujeres, que ha tardado décadas en resolver. O no tanto resolver como transferir a las páginas de un libro.
La heroína de las 1001 caras (Koan) de Maria Tatar navega por la historia de las narraciones que ha acabado conformando lo que se ha dado en llamar como patriarcado. La historia cultural ha sido un vehículo eficaz para silenciar a esa otra parte de la humanidad que ha compartido la vida junto al hombre. Si cualquiera de ustedes leyese los libros clásicos observaría que el papel de la mujer es siempre subsidiario del hombre y está señalado como negativo. El héroe siempre es un varón, no una mujer. Así se han formado ciertos arquetipos que han perdurado en el tiempo y que asimilados en el inconsciente colectivo histórico parecen dotar al macho de todas las virtudes.
En un ensayo pero se lee como si fuese una novela (así que no deben asustarse) y no acude, salvo extrema necesidad, a tecnicismos académicos. Un libro magnífico en todas sus más de cuatrocientas cincuenta páginas. ¿Muchas páginas? No pues se debe tener en cuenta que la autora transcribe en muchas ocasiones cuentos, historias o narraciones míticas para usted las conozca y pueda acompañarla en el análisis. De esta forma no pontifica sino que permite, pese a sus muy buenos argumentos, que usted tenga la oportunidad de tener voz. Al fin y al cabo, lo que pretende el libro es conceder la voz a las mujeres, en especial a aquellas a las que le ha sido arrebatada por el mitologema patriarcal. “Las mujeres siempre han tenido voz y actuado, pero a menudo se las silenciaba de maneras que las obligaban a canalizar sus sentimientos confiando en artefactos asociados con el trabajo femenino [la costura, la cocina…]” (p. 154).
Por el libro verán pasar a Homero, Shakespeare, los hermanos Grimm y tantos hombres que adaptaron los cuentos narrados por mujeres para llevarlos de la educación social a la guardería. También verán cómo las autoras, especialmente desde el siglo XIX, han ido ofreciendo su propia voz, el mundo visto desde su perspectiva e, incluso, tomando los mitologemas antiguos para dotarles de una nueva visión. Rebecca Solnit, Margaret Artwood, Angela Carter, Ursula K. Le Guin, Toni Morrison, Virginia Woolf o Madeline Miller no han dudado en tomar esos mitos y darles la vuelta para conceder voz a la mujer y acabar con la imagen negativa (mitos de Pandora, Helena de Troya, Penélope, Circe…) que se ha ofrecido de la mujer.
El rechazo de la historia única no es un camino para la construcción de un mitologema femenino. No hay intención de cambiar patriarcado por matriarcado, entre otras cosas porque, como dice la autora, “ninguna heroína domina o perdura. Las heroínas, más bien, siguen evolucionando, desafiando la autoridad y la legitimidad, rebelándose, resistiendo y exigiendo renovaciones” (p. 406). Un libro que cambia la perspectiva de ciertos valores que se han dado por “comunes”. Verán cómo ciertas escritoras, mediante la paradoja o vivazmente, han hablado de todo aquello de lo que no se hablaba. Un libro de libros, en buena parte, que es de lo mejor que se ha publicado este año en España.