El libro de Fernando Castillo, Fervor del acero (Renacimiento), es un magnífico tratado histórico basado en los textos literarios de cuatro autores que poseen en común haber participado en la Guerra. Unos en la primera guerra mundial, otro en los Freikorps y la segunda guerra mundial y, el último, en la Guerra Civil española. Todos en la bien llamada Guerra Civil europea que va de 1914, si no antes por las luchas balcánicas o periféricas, hasta 1945. 31 años de guerras fratricidas con algunos lugares comunes pero con diferencias de carácter que muestra perfectamente el autor.
Tomando el orden cronológico el primer autor, y seguramente el mejor literariamente hablando, es Ernst Jünger, el laureado alférez que estuvo a punto de perder la vida en dos ocasiones. Durante esa horrible y tremenda guerra de trincheras y posiciones que fue la I Guerra Mundial, el autor alemán refleja en sus escritos todo un imaginario que era el propio de la juventud alemana de la época: “el culto al líder, la valoración de lo irracional, de la dureza y el sacrificio; la importancia de la violencia, el desdén hacia la seguridad, la democracia y las masas así como el rechazo de la ciudad moderna, de la industria y de la técnica” (p. 58).
En los escritos de Jünger se podrá conocer que la guerra era un camino de expiación de la persona donde el honor, o lo que iba quedando de honor, y la camaradería todavía se podía expresar. No como en las sociedades liberales que atontaban e infantibilizaban al ser humano. Importante es, en el autor alemán, que el enemigo, en este caso el francés o el británico, era más valorado, pese a que había que liquidarlo si se diese la oportunidad, que quienes quedaban en la retaguardia. Es decir, la clase política, los pacifistas o esos generales que estaban enviando sin rubor alguno a toda una generación de jóvenes a la picadora de carne que fue la Gran Guerra. La última guerra donde lo caballeresco todavía tenía sentido.
Benito Mussolini es el segundo autor del que se cuentan sus andanzas y escritos sobre la I Guerra Mundial. Menos dotado militarmente que Jünger y pasando buena parte de la guerra en una trinchera para tomar una posición, la cual costó miles de vidas, quien luego sería Il Duce ya apuntaba maneras. Compartía con el autor alemán ese fervor por la guerra, por la acción, por sentir que todavía se tenía sangre en las venas. De ahí que apoyase desde el principio la no neutralidad de Italia y su inclusión en la batalla en el lado de los aliados (es conocido que cambiaría de bando para la II GM).
Su intención no solo era guerrera y espiritual sino que entendía que la participación en la guerra permitiría generar una nación en Italia, tan dividida en regionalismos pese a la unificación. Como sucedía con Jünger el enemigo era apreciado por demostrar el valor o valores de cualquier soldado, había cierta camaradería de trinchera con el enemigo. Por eso, finalizando la contienda Mussolini comenzaría a cavilar sobre la trincherocracia. Un gobierno de los soldados que se habían dejado la vida y la juventud en la guerra. Si a ello se le suma el ambiente generado por el futurismo de Felipe Tommaso Marinetti o los arditi de Gabriele D’Annunzio, normal que desembocase en el fascismo.
El tercer autor, Ernst von Salomon, ya supone un cambio en la mentalidad que habían reflejado en sus escritos Jünger y Mussolini. Von Salomon no había participado en la IGM por edad pero sí tiene ese sentimiento de acción, violencia e irracionalidad de las generaciones anteriores. Se apuntó a los Freikorps, un ejército no-oficial, para acabar con la revolución bolchevique en Alemania y para actuar en lo que ordenase el gobierno de la república de Weimar. Para muchos alemanes ya no era sencillo, como dejó escrito en sus novelas, separarse de la guerra. Ya estaba metida en su propia sangre y, para más inri, esos soldados eran casi despreciados por el resto de la sociedad.
Los Freikorps eran nacionalistas (romanticismo) autoritarios, nihilistas de los valores modernos, propicios al culto de la juventud masculina y la acción, y un claro antecedente de lo que serían las SA nazis. Pero a diferencia de Jünger y Mussolini, Von Salomon ya refleja en sus escritos un cambio que se venía produciendo en la mentalidad de aquellos que tenían fervor por el acero, el enemigo de batalla deja de ser alguien similar a uno para pasar a ser alguien a quien aniquilar sin piedad. Algo que alcanzaría su culmen en la IIGM con el holocausto y la destrucción de ciudades alemanas con bombardeos indiscriminados o las bombas atómicas en Japón.
Lo anterior se observa mucho mejor en Rafael García Serrano. La Guerra (in)Civil española fue un claro producto de su época. La ideología se entremezcló con el deseo de acción, el nihilismo, la decadencia de las sociedades liberales, la revolución y la contrarrevolución y nadie dejo de cometer salvajadas. El autor español lo muestra claramente en sus libros. Cómo se ejecutaban a los soldados o milicianos capturados, los cuales no tienen consideración de seres humanos, como no lo tenían en las sacas y ejecuciones ideológicas del bando republicano-bolchevique. Como los otros autores la guerra supone un chute de adrenalina y el culmen del superhombre nietzscheano que todos querían encarnar.
La muerte como hecho que perdía su importancia si era en combate se ve mucho más exagerada en los textos de García Serrano. El famoso “¡Viva la muerte!” legionario estaba bien adentro del subconsciente de todos aquellos que, bien desde Falange, bien desde la unidades de ejército, bien desde los milicianos, combatían por la liberación de España. La muerte no era el final para estas personas que no tenían otra intención que acabar de cualquier forma con el enemigo para instaurar su “sociedad ideal”.
Un libro muy entretenido, seguramente sorprenda a algunos, y que tiene lecciones históricas que pueden ayudar al presente. Cuando la ideología, la que sea, acaba pervirtiéndose el adversario, el otro, el distinto, el que no piensa como uno, acaba transformado en un no-ser, un inferior que debe ser aniquilado como sea. ¿Les suena a ciertos discursos que se escuchan con demasiada frecuencia en nuestra sociedad y es fomentada por la clase política? Además de conocer, mediante los textos literarios, una parte del sentimiento que había en la Guerra Civil europea, Castillo nos permite reflexionar sobre nuestro propio tiempo. Lecciones de la Historia que se deberían leer con precisión y cuidado.