La vida y obra de G. K. Chesterton sigue siendo una fuente de nuevas perspectivas, nuevos descubrimientos, de nuevos análisis. El libro que hoy se presenta es uno de esos nuevos análisis que van apareciendo de vez en cuando. Mercedes Martínez Arranz nos presenta en esta ocasión La filosofía de G.K. Chesterton, editada por Renacimiento. Un estudio sobre la filosofía y, por tanto, la economía, la política, la ética y la fe del escritor británico. Un compendio de algunas de las partes más destacadas y conocidas del pensamiento chestertoniano.
Chesterton es presentado como un gran crítico de la Modernidad, que lo fue, aunque no un añorador de la Edad Media. Sí es cierto que pensaba que en aquellos tiempos las personas al menos tenían algo de propiedad de la que poder sacar el fruto necesario para la subsistencia, pero en otros aspectos no era tan incrédulo para pensar que se había mejorado algo. En su pensamiento el medievalismo es obvio, como dice el libro, mucho más por el tomismo que por el franciscanismo. De san Francisco admiraba su relación mística con todo lo que le rodeaba, con las enseñanzas de Jesucristo; de santo Tomás la capacidad para unir fe y razón con ese poso materialista que le separaría en algo de san Agustín.
La autora sitúa a Chesterton dentro de los filósofos críticos. Crítico con la Modernidad, con el nihilismo ya imperante en aquellos años y la pérdida de toda consideración con el ser. Observaba, nos cuenta el texto, que ya ninguna filosofía, ninguna doctrina se hace la gran pregunta filosófica “¿Qué es el ser?”. Algo que para Chesterton era fundamental para iniciar cualquier proceso de racionalización. Por tanto, su antropología debe estar centrada en el ser y su relación con Dios. Porque, como católico, Chesterton no dejaba de lado esa parte que consideraba fundamental en sus escritos. Y todo en un tiempo donde los “papistas” eran bastante impopulares en Gran Bretaña.
Como pueden pensar el distributismo como política económica aparece con un amplio análisis. Junto a Hilaire Belloc fundó la Sociedad Distributista, un grupo de pensamiento y acción en favor de la fórmula económica basada en la distribución de la propiedad entre todo el mundo y que luego cada cual, según sus capacidades, sacase el fruto necesario para vivir. En contra estaba su amigo George Bernard Shaw y su Sociedad Fabiana. Enemigo, Chesterton, del capitalismo y el comunismo por ser más criminales que los sistemas esclavistas (en estos al menos había que procurar alimento a los esclavos). Tampoco gustaba de la existencia del Estado, cuando menos como eje director de la vida en sus diversos ámbitos.
Cierran el libro dos capítulos sobre la ética y la teología chestertoniana. Una ética que siempre ha de respetar al individuo en relación con los demás, ergo, al individuo dentro de una comunidad, con lo que ello conlleva. Con esto se compone una buena entrada al pensamiento de Chesterton para aquellas personas que no le hayan leído suficiente o nunca. Un buen camino para entender por qué en ciertos libros escribe lo que escribe y expone lo que expone.
Lástima que el texto sea reiterativo por momentos. Realmente le sobraban, tratando los temas que se tratan, algo más de sesenta o setenta páginas como poco. Es lo que tiene hacer casi un corta y pega de una tesis doctoral (la de la autora). El tipo de escritura y presentación para un ámbito académico es sumamente inconveniente para el gran público. De hecho, la autora no se ha percatado para corregir en ciertas partes del libro la coletilla “en esta tesis”. También se echan en falta aspectos filosóficos que se pueden encontrar, por ejemplo, en los textos del padre Brown. Allí existe un buen compendio de lo que Chesterton entendía como raciocinio, de su antropología y de su ética. Siendo uno de los “reyes de la paradoja” tampoco se hace referencia a ello tanto estética como filosóficamente hablando.