Tras haber luchado por la existencia de dos hospitales públicos en Granada, ahí es donde se ganó el apodo de Spiriman, movilizando a cientos de miles de andaluces en favor de la Sanidad Pública en general, Jesús Candel hubo de enfrentarse al peor de los destinos: un cáncer metastásico de pulmón prácticamente incurable. En vez de rendirse ante la negra evidencia, Spiriman luchó hasta el último hálito de vida. Parte de ese conocimiento adquirido en esa lucha es el producto de lo que se encuentra en este libro, Lucha por la vida editado por Martínez Roca.

Candel no pretendió que este fuera un libro de autoayuda al uso, de esos que tienen una serie de frases hechas y consejos alejados de la experiencia general para que aquellas personas que están pasando por un mal momento, una mala relación o algún problema mental logren alcanzar algún tipo de nirvana. Cuenta su propia experiencia para mejorar la calidad de vida de un enfermo de cáncer. No intenta situarse en el lugar de un gurú, bien al contrario narra lo que a él le fue bien antes de entregar las monedas al barquero:

«Está claro que el equipo médico y los tratamientos prescritos se van a convertir en dos de los pilares fundamentales durante el proceso» advierte Spiriman sin pontificar sobre soluciones mágicas, pero «no serán los únicos [pilares]». Lo importante es que la obsesión por los posibles finales se desbloquee de la mente de las personas sufrientes. El miedo, que es parte del proceso, debe ser arrinconado.

«Quiero que este libro sea como una hoja de ruta que te permita saber qué va a pasar y cómo puedes afrontar el cáncer de manera activa, tanto a nivel mental como físico» dice en la introducción. Y no sólo sirve para el cáncer sino que otras enfermedades graves pueden encontrar también una guía en el libro.

Sin duda es todo un ejercicio de optimismo de Jesús Candel, quien desea transmitirlo a otras personas, aunque sea desde el otro lado del camino. Un optimismo que pretende, tan solo o tan mucho, que el ánimo no decaiga y las personas se dejen abatir en el proceso de lucha. Sabiendo que pueden existir distintos finales. Alguno fatídico, los temas tratados en el texto pueden ser aplicados por cada cual adaptándolos a su entorno.

Confiar en los médicos; aprender a contar la enfermedad a la familia; mejorar la actitud; pasar todo el trago de forma positiva; comer bien; dormir mejor… son algunos de los aspectos que a Spiriman le funcionaron y ha querido transmitir. Porque se trata de eso, a partir de unos conocimientos médicos (que no todas las personas pueden tener), suma su día a día combatiendo contra la enfermedad. Para él fue un final adelantado, tal vez, pero el camino de positividad que recorrió ha querido que fuese su legado póstumo.

Un libro apto para cualquier lector (huye de los farragosos términos médicos) y que puede servir (de ayuda) a miles de personas que año a año pasan por el mismo trance. Al final cada cual recorre su propio camino, pero siempre es bueno tener una experiencia de la que poder servirse y aprender. Y nada más que eso es lo que quiso Spiriman: servir por última vez.

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