Mañana tendrá lugar en el Congreso de los Diputados la tercera moción de censura de la historia de la democracia española. Como las dos anteriores, su previsión es el fracaso. Mariano Rajoy, al igual que Adolfo Suárez o Felipe González, seguirá siendo Presidente de Gobierno. Los números no dan y no lo hacen por la irresponsabilidad de los dirigentes de la izquierda española que no han sabido plantear algo tan serio como es la presentación de esta moción de censura desde un punto de vista en el que, tanto el Partido Popular como el Gobierno, tengan temor a ser desplazados del Ejecutivo.

La izquierda española se ha vuelto a retratar y a demostrar que no saben, o no quieren saber, llegar a un punto de entendimiento mínimo sobre el que asentar un proyecto de país orientado a las personas y no a sus cálculos partidistas.

Por un lado, Podemos se ha precipitado. Según el partido liderado por Pablo Iglesias, la moción se justifica por el constante chorreo de casos de corrupción en los que está implicado el Partido Popular y que no es de recibo que un presidente asediado por la corrupción siga en su puesto. Eso sería la base. Sin embargo, hay algo más. Pablo Iglesias quiere utilizar la tribuna que le permite la moción de censura como un modo de presentarse ante los españoles como una garantía de que su proyecto político es el único que puede devolver a los ciudadanos lo que la crisis y las medidas de austeridad les ha arrebatado. Como planteamiento es acertado, pero es una temeridad plantearlo en solitario y en las fechas en que se va a plantear, fechas en que la gente está ya más pendiente de la planificación de sus vacaciones o de entrar a sus empleos precarios de verano antes que de lo que Iglesias tenga que decir en el Parlamento.

¿Es necesaria la moción de censura a Rajoy? Evidentemente, sí, pero no del modo precipitado en que la ha planteado Podemos porque al final va a parecer que todo el hemiciclo está en contra del partido morado en vez de ser Podemos el que esté en contra del Gobierno.

¿Debió esperar Pablo Iglesias a que finalizara el proceso de primarias del PSOE para plantear la posibilidad de la moción? De igual modo, sí. En cuanto Pedro Sánchez fue elegido, el líder de Podemos debió plantearle al socialista la posibilidad de presentar conjuntamente la moción de censura, independientemente de quién fuera el candidato, y, por tanto, presentar un proyecto de progreso que pudiera poner nervioso tanto al Partido Popular como a sus socios de Ciudadanos.

Motivos hay para presentar la moción, claro que sí, pero presentar un proyecto conjunto de toda la izquierda le hubiera dado mucha más fuerza, independientemente del resultado final.

La presentación en solitario de Podemos demuestra que la izquierda española aún no está preparada para caminar junta, como no lo ha estado nunca. Siempre estará el espíritu hegemónico que ya ha llevado a varios desastres en la historia de España. Las elecciones de 1.934, las luchas entre las diferentes plataformas de oposición durante el tardofranquismo, las uniones en falso como la de Almunia y Frutos en el año 2.000 o los fracasos constantes de los pactos tras las elecciones de 2.015 son algunos ejemplos de ello. Siempre está encima de la mesa qué partido es el hegemónico cuando, en realidad, nos encontramos en un tiempo en el que quienes defienden los modelos políticos y económicos más lesivos para la ciudadanía se unieron hace tiempo. Por tanto, nos hallamos en una época en que, si la izquierda quiere sobrevivir y quiere ofrecer al pueblo, al que teóricamente deben defender de las élites, soluciones reales tiene que unirse en un proyecto común, un «Frente Popular 2.0».

Además de tener una oportunidad de presentar ante los españoles su proyecto de país, Podemos tiene como segunda intención con esta moción de censura que el PSOE se retrate como uno de los culpables de que la moción no tenga más apoyos. Volvemos al discurso infantil de Pedro Sánchez de que él no fue presidente porque Iglesias votó «No» en su investidura. Volvemos al discurso fácil de que el Partido Socialista es la muleta del PP en algunos temas de importancia. Es la búsqueda de desgastar al rival ideológico en vez de atacar directamente al verdadero oponente que es la derecha.

Un proyecto común de la izquierda. Eso es una utopía en este país. Además, en el Partido Socialista hay resistencias muy fuertes a siquiera sentarse a hablar con Podemos, lo cual es un error mayúsculo. Pensar, como hay dirigentes que lo piensan, que el partido de Iglesias es una nube de verano y que no hay que negociar nada con ellos, es fatal tanto para el PSOE como para los ciudadanos. Hay que partir de la base de que en política lo primordial es el interés común lo que debe primar y, posteriormente, buscar el interés partidista. Hay una parte importante de socialistas que cree que si se llegan a acuerdos con Podemos se perderán las señas de identidad del partido ante unos recién llegados olvidándose de que una parte importante de la ciudadanía está abandonando los postulados socialdemócratas porque los ven inútiles para resolver sus problemas. El último ejemplo lo hemos tenido en el derrumbe del Partido Socialista Francés en la primera vuelta de las legislativas. No ver esa tendencia es como el enfermo que ve cómo se desangra por una herida pero no quiere que se le suture porque aún hay oportunidades de que el oxígeno del aire cauterice la hemorragia.

La moción de censura de Podemos es precipitada y tendría que haberla retirado para presentarla después del verano y junto con el Partido Socialista. Por eso su fracaso será doble.

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