Al Gobierno y al ministerio de Asuntos Exteriores les parece de lo más normal que el ministro del ramo, Alfonso Dastis, se aloje en la embajada de España en Ecuador, que tenga personal de asistencia asignado, que coma en la embajada o que se desplace por el país a costa del presupuesto estatal. La nota emitida por el Gobierno conservador afirma que el ministro está de viaje personal y que los gastos del viaje “están sufragados por el ministro a excepción de residencia, comidas y desplazamientos”. En los desplazamientos ¿se incluye llegar hasta Ecuador? Sólo faltaría eso.

Lo ven como algo normal. Así como la invitación del embajador español en Ecuador al ministro para que fuese de vacaciones. Habría que recordar al señor embajador que la embajada no es suya para invitar a amigotes, amantes o cualquier otra persona a disfrutar de vacaciones. La embajada es de España, no del señor embajador. Pero da igual, en el Partido Popular tienen ese sentido patrimonial del Estado. Las cosas no son públicas, son de ellos y ellas.

Alfonso Dastis ha acudido a Ecuador de vacaciones pero le van a salir muy baratas porque, salvo los billetes de avión y lo que compre por allí, el resto lo pagamos toda la ciudadanía española. Para él, su esposa y sus hijos. Como decía Mel Brooks en una de sus películas “¡Qué bueno es ser rey!”. En este caso ministro del Gobierno de Rajoy. Porque Mariano Rajoy lo consiente y lo apoya visto que no ha cesado al señor ministro.

Claro que Rajoy no puede cesar a quien él nombró a instancias de su cuñado Francisco Millán. Dastis y Millán son muy buenos amigos tras haber coincidido cuatro años en las instituciones de la Unión Europea. El marido de Mercedes Rajoy lleva desde 2004 siendo diputado en Bruselas y a Dastis lo nombró García Margallo (“tu quoque fili mii”) como embajador de España ante la UE. Se conocieron y el amor fraternal surgió entre ellos, forjando una amistad que llevó a Dastis a compartir mesa, mantel y habanos con Rajoy. Y las cosas de familia quedan siempre en la familia.

Vuelve el PP a demostrar que para ellos y ellas España es suya y pueden hacer con ella lo que quieran. Robar el dinero de las arcas públicas, sea mediante meter la mano en la caja, el pitufeo, las comisiones del 3% para sufragar los sobresueldos de los máximos dirigentes, el primero de todos ellos Rajoy, no son delitos. En su mentalidad es la forma de retribución que españolas y españoles les deben por ser quienes son. Ni más, ni menos. El PP es España y los demás solamente son molestos políticos que hay que aguantar por aquello de la democracia.

Usar la embajada para vacaciones privadas no es más que una forma de entender lo anterior. Debería dimitir el ministro ipso facto pero no lo hará porque piensan que lo público es para disfrute de ellos y ellas. Ni Rajoy cesará al amigo del cuñado, que cualquiera le aguanta luego en las cenas familiares. Les da igual todo. Y mientras un juez valiente no les impute, ¡a vivir que son dos días!

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