La OCDE informaba en el mes de diciembre del año pasado, que la expansión económica mundial había alcanzado su periodo máximo de crecimiento después de la crisis de 2007/8 y lo que tocaba ahora es “preparar un aterrizaje suave”, pero los estrategas del capitalismo intentan prorrogar la débil recuperación, haciendo creer que no ocurre nada y que el Estado español es la “locomotora de Europa”.
Las grandes potencias económicas capitalistas están viéndose afectadas ya por el débil crecimiento al que también se suman otros factores, como la caída de la tasa de inversión productiva y el repunte de la especulativa junto a la tendencia a la caída de la tasa de beneficios de las grandes empresas, como el sector del automóvil y otros. “La OMC prevé una desaceleración del crecimiento del comercio mundial al 2,6 % en 2019” (europapress.es 2-4-19). Alentados por la necesidad “el FMI revisa la previsión de crecimiento para España en 2019 hasta el 2,3 %, dos décimas más…” (europapress.es 23-7-10).
Igualmente se suman a las dificultades que tiene la burguesía para frenar las Deudas Públicas y Privadas global, como el retroceso del comercio mundial, afectado asimismo por las medidas tomadas por Trump con sus aumentos arancelarios que ha iniciado la guerra comercial.
El mes pasado vimos cómo continuaban las tensiones en el Estrecho de Ormuz, agravadas por la situación prebélica desatada entre EEUU e IRAN, cuyo conflicto se agudizó por el derribo de un Dron posterior a las acusaciones mutuas de que IRAN capturó a un petrolero británico y detuvo a otro acusándoles de contrabando (julio 2019), lo que se reflejó en la subida del precio del petróleo y el gas, que podrían desestabilizar aún más la incipiente recuperación de la economía mundial, por lo que nos podría abocar a que se adelante la crisis económica anunciada por algunos analistas, para este mismo bienio.
La clase dominante ha entrado en pánico y los capitalistas tienen una enorme preocupación porque auguran un futuro bastante negro, debido a la desfavorable correlación de fuerzas en el tablero mundial para sus intereses financieros, si se profundiza la desestabilización de la situación económica.
Existe un incremento mundial de las luchas sociales como hemos visto incluso en Hong Kong, que ha vivido el mes de julio las protestas más numerosas desde que dejó de ser colonia británica, con más de dos millones de personas en las calles retando a ambos gobiernos, al propio y al de China rechazando la Ley de Extradición.
Pero igualmente en Latinoamérica, los conflictos sociales siguen aumentando, no solo la situación dramática que vive el pueblo venezolano, por la disputa entre los dos gobiernos fantasmas, disputándose el control del petróleo; uno apoyado por la burguesía mundial encabezada por EEUU y el otro manteniendo una situación con Maduro a la cabeza, resistiendo a un golpe de Estado permanente que sufre el pueblo con mucha escasez, miseria y miedo.
También los gobiernos de ultraderecha de Bolsonaro en Brasil y Macri en Argentina están siendo cuestionados por sus pueblos, por aplicar políticas restrictivas neoliberales como fieles representantes del imperialismo. Existen movilizaciones, protestas y luchas tremendas ya que el sistema no puede ofrecer ninguna alternativa, solo recortes, austeridad y represión a los tremendos ataques contra las masas en acción, que está provocando un mayor proceso de radicalización, polarización y politización, sufriendo el pueblo unas políticas catastróficas para la ciudadanía.
En Honduras existe también un levantamiento popular con una rebelión de masas, por el intento de privatizar la sanidad y la educación por parte del Gobierno Orlando, del que pedían su dimisión, cuestionando su legitimidad ya que viene siendo acusado de pucherazo que provocó movilizaciones que continúan desde 2017. Incluso en Puerto Rico, el Estado Libre Asociado de EEUU ha habido un levantamiento popular tan fuerte que ha hecho dimitir al Gobierno de Ricardo Rosselló.
Algunos analistas observan un inicio de la recuperación de las luchas del movimiento obrero. La CEOE en su informe sobre conflictividad laboral en el Estado español señala que las horas perdidas por conflictos laborales en el primer semestre de 2019 ascendieron a 303 huelgas contabilizadas, afectando a 845.018 trabajadores que la secundaron representando 16.180.000 horas de trabajo perdidas, con un aumento de un 100 % más que en el mismo periodo del año anterior, pues en el primer semestre de 2018, se registraron 8.066.392 horas perdidas por huelgas laborales.
Este mes de julio pasado ha sido muy movido con las Huelgas de Renfe, en aeropuertos: La de Ryanair, la de personal de tierra de Iberia, Huelga de Seguridad en Barcelona, de Peaje en la A-66, la de AENA en Bilbao, Huelga de Ambulancias en Málaga, de Cercanías en Málaga convocada por CGT, Huelga del Consorcio de Transporte del Área de Málaga… etc…
Uno de los factores clave del desarrollo de esas movilizaciones que buscan desesperadamente una transformación social profunda es recuperar las pérdidas económicas y de Derechos Sociales arrebatados por el Gobierno del PP que gestionó la crisis anterior durante su mandato, cuestión por la que ahora produce una desmoralización de la propia clase dominante que tiene miedo a un Gobierno de las Izquierdas que consolide y restituya esas pérdidas del nivel de vida de las masas explotadas y está haciendo todo lo posible por abortarlo.
En los países claves del capitalismo han aparecido fisuras, enfrentamientos y divisiones en el seno de las burguesías respectivas, como el ejemplo de la lucha diplomática entre EEUU y China por la guerra de los Aranceles, recrudeciendo la guerra fría y aumentando las tensiones bélicas a cuenta de la disputa por la hegemonía mundial y las materias primas con un recrudecimiento del conflicto diplomático creciente que nos retrotraen a “la guerra fría y la temible crisis de los misiles contra Cuba”.
Así que muchos capitalistas miran con terror los procesos tan delicados que estamos viviendo tanto en esas zonas calientes como en el resto del mundo. Incluso el país capitalista más poderoso como los EEUU, que pensaban que podría disfrutar de siglos de dominación mundial, cuando cayó el muro de Berlín, considerándose los gendarmes de planeta, están ahora igual de desmoralizados que todos los demás, sobre todo por las excentricidades que está cometiendo el Presidente Trump, y no encuentran la locomotora que les saque del atolladero de esta incipiente recesión económica a la que se verá abocado el sistema, que empeorarán por las ocurrencias de ese elemento peligroso que maneja el botón nuclear, si lleva al planeta a esas guerras comerciales tremendas incruentas que podrían derivar en otras guerras cruentas.
La clase dominante ha querido poner fin a la crisis iniciada en 2007/8, pero en vez de estabilizar la situación lo que ha conseguido es poner el punto final a los regímenes estables de los países desarrollados a la vez que hunde mucho más en las desigualdades, la escasez, el paro y la miseria en los países en vías de desarrollo, lo cual está acelerando la deslegitimación de las “democracias burgueses” y desatando una fuerte polarización social y política entre las masas que se sienten engañadas y explotadas.
Estamos entrando en una nueva época de inestabilidad económica, social y política, a la vez que se ha abandonado por la cultura dominante, cualquier tipo de moral y ética, favoreciendo a los corruptos y ladrones y perjudicando a las personas honradas que se matan a trabajar y no llegan a final de mes, lo cual hará que más temprano o más tarde, las masas “indignadas” se levantarán unidas, exigiendo poner fin a este estado de cosas.
Este modelo capitalista está a punto de romper el equilibrio interno de la Europa de los Mercaderes Mafiosos que es la característica concreta del modelo a escala mundial, pues las contradicciones del modelo económico “neoliberal” siguen creciendo y los instrumentos para evitar una nueva recaída, que podría desembocar en una grave depresión, no es haciendo políticas que profundicen en las desigualdades sociales, sino lo contrario.
Se han ido acumulando las contradicciones durante las últimas décadas, habiendo quedado atrapado este modelo entre la concentración de la propiedad de las fuerzas productivas cada vez en menos manos y los problemas de las fronteras nacionales que estorban al desarrollo.
Otra de las contradicciones más urgentes a resolver es la que existe entre el poderío potencial que tiene la clase trabajadora asalariada y los incompletos programas que defienden las direcciones de las organizaciones políticas, sindicales y sociales actuales, porque la crisis es de Dirección y División ya que éstas no se quieren dar cuenta de las posibilidades “objetivas” que se están dando para poder apartar al Capitalismo de la escena histórica para empezar a construir una nueva sociedad, pero falta el factor “subjetivo”.
Porque ese nuevo modelo social deberá estar basado en el socialismo científico y la democracia participativa plena; pero estas tareas que son las clásicas para las que han sido fundadas las organizaciones de izquierdas, tendrán que poner una vez más la proa a las organizaciones de derechas para combatirlas y derrotarlas.
Pero si las organizaciones de izquierdas no confluyen en el camino al socialismo buscando el compromiso de un proyecto, para defenderlo mediante incluso la unidad en la acción, basándose en las fuerzas sociales más de vanguardia, asumiendo el nuevo rumbo que la clase trabajadora, el feminismo, el ecologismo, los pensionistas y las izquierdas que luchan les exigen como necesidades imperiosas, correrán el peligro de que sean cuestionadas e incluso cambiadas en el fragor de las batallas que se darán o, de lo contrario, podrían llevar a los trabajadores a la derrota, porque las derechas “neofascistas” están al acecho.
Un Gobierno de los trabajadores debe tener un programa claro y concreto que ofrecer con valentía y seriedad, para resolver los problemas sociales y debe ganarse la confianza a la clase trabajadora, para luchar todos juntos por el “desarrollo armonioso de la ciudadanía” y no solo contemplar y gestionar el “crecimiento para los más ricos”, porque como decía uno de aquellos clásicos del que tenemos tanto que aprender: “Dentro de sus filas, entre los mejores luchadores de la clase trabajadora y la juventud, saldrán las fuerzas dirigentes del genuino socialismo, cuando las actuales se encuentren agotadas, porque fuera de las organizaciones de masas no se creará nada que pueda resistir la fuerza de la historia”.