Una vez superado el primer escalón, el nombramiento de los ministros del Ejecutivo del presidente Pedro Sánchez en el gobierno del Estado, tocará el segundo, pero no menos importante, que es el nombramiento de las personas que en cada Comunidad Autónoma y cada provincia tendrán que representar al Gobierno, es decir, los Delegados y Subdelegados, una tarea que en una situación normal no es excesivamente complicada y de la que se han encargado tradicionalmente gestores sin muchas aspiraciones políticas.
Sin embargo, ante la nueva situación, calificada por los propios socialistas como de “excepcional” y, teniendo en cuenta que la Región de Murcia se ha convertido desde hace décadas en una plaza casi imposible para los socialistas, parece ser que Pedro Sánchez, acostumbrado a los retos difíciles, esta vez no ha querido arriesgar y podría haber decidido poner toda la carne en la parrilla y nombrar como Delegado del Gobierno al secretario general de los socialistas murcianos y ya oficialmente candidato a la presidencia de la Comunidad en las elecciones de mayo de 2019, Diego Conesa.
El hombre que contra todo pronóstico consiguió plantar la bandera socialista en la plaza de la Constitución de Alhama de Murcia, tras dieciséis años en los que la Casa Consistorial era patrimonio exclusivo del Partido Popular, tendrá ante sí dos importantes retos, por un lado representar al Gobierno de España en la Región Murcia y tratar de vender sus aciertos y explicar los fallos o los posibles incumplimientos de Pedro Sánchez y de sus ministros. Por otro lado, tendrá que compatibilizarlo con la no menos difícil tarea de tratar de convencer a los murcianos de la necesidad de desalojar a la derecha del Palacio de San Esteban.
Tareas ambas difíciles, e incluso para algunos incompatibles, ya que, en algún momento, el todavía alcalde de Alhama, como secretario general de los socialistas murcianos posiblemente tendrá que plantar cara a su amigo y jefe de Madrid. Pero a Diego Conesa, aseguran los que le conocen, “le va la marcha” y ante una situación excepcional como la que se está viviendo en España, estaría dispuesto a aceptar el reto y asumir los riesgos de un cargo que en circunstancias normales rechazaría.