En la vida existen numerosos armarios donde las personas se esconden. El más conocido es el del movimiento LGTBi pero hay otros muchos que son producto de la socialización. Y Juan Manuel Moreno Bonilla está dentro de un armario político, el armario en el que lleva metido desde que sustituyó en la dirección nominal del PP-A al eterno Javier Arenas. De nada ha servido su posicionamiento en el sorayismo, sigue dentro del armario político.
Su presencia a nivel nacional, pese a ser el presidente de la región con más afiliados del PP, es prácticamente nula. Ningún medio con amplia repercusión recoge con claridad sus manifestaciones. Pese al buen resultado que obtuvo hace un año en las elecciones del 26-J sigue siendo un gran desconocido para la mayoría de españoles. Pesa más la alargada sombra de Javier Arenas que la suya propia. Es más cuando hay reuniones del Comité Nacional del PP salvo Canal Sur y la TVE regional poco o nada interesan sus opiniones. Se prefiere mucho antes a Arenas que a él. Se le sigue viendo fuera de las fronteras andaluzas el delfín o el mandao del bronceado dirigente andaluz. Son más conocidas Teresa Rodríguez o Susana Díaz que Moreno Bonilla.
Su vinculación al sorayismo dentro de la lucha interna y soterrada del PP también le procura esa opacidad y esa carencia de autonomía que sí utilizaban sus antecesores. Sáenz de Santamaría sabe recompensar muy bien a sus fieles pero no permite que destaquen por encima de ella. Y eso le pasa a Moreno Bonilla, tiene el apoyo para seguir al frente del PP-A pero a cambio queda en la brumas. Y como el carácter de Arenas es mucho más abierto y sabe más que los ratones coloraos, el pobre presidente queda al margen completamente. Lo que no sabe es que posiblemente se haya posicionado en el bando perdedor a futuro y el daño que eso le puede procurar, pero no deja de ser una conjetura futurible nada más.
A nivel interno tampoco es que las cosas le vayan mucho mejor. En el incendio de Doñada se ha visto desbordado por la crisis y se le ha notado como despistado con todo lo que ocurría. Estaba atenazado y esposado porque no se puede servir a dios y al rey sin llegar a algún tipo de confrontación en algún momento. Es bueno para hacer chascarrillos en el Parlamento andaluz, pero a la hora de la verdad la realidad en muchas ocasiones le supera. El ejemplo de querer aprovecharse de las manifestaciones granadinas promovidas por Spiriman, y que ya le costaron un rapapolvo, es la forma de trabajo de Moreno Bonilla. Parece que siempre va a remolque de las acciones de los demás. Lo mejor que se le recuerda en los últimos meses es haber acusado a Díaz de anteponer sus intereses personales a los de los andaluces. Algo que decían también los demás partidos de la oposición.
Javier Arenas tenía algo que Moreno Bonilla es incapaz de superar. Se cogía el atril portátil y se recorría toda Andalucía dando mítines, charlas y entraba (o se inventaba) en todas las polémicas. Provocaba un desgaste al Gobierno andaluz sólo por su movimiento y acción. Moreno Bonilla, empero, es tardo y parece que siempre está esperando a que Arenas o Soraya le digan que haga las cosas. Recuerda a un teleñeco que necesita las manos de otros para actuar. No se le vislumbra autonomía alguna en sus acciones.
Y esto se multiplica cuando se habla de los agravios que operan contra los andaluces en los Presupuestos del Estado. Jamás se le oirá defender a Andalucía, ni lo hacen sus diputados, ni sus senadores, frente al gobierno estatal. No tiene coraje suficiente para plantarse en Moncloa y decirle cuatro verdades a Rajoy. Por el despacho de Soraya ni pasaría por temor. Andalucía viene perdiendo un 30% de inversiones y él no dice ni esta boca es mía. El AVE a Granada y Almería tienen partidas presupuestarias que no se van a ejecutar porque el Gobierno no quiere, es parte de una táctica de desgaste a los territorios donde gobiernan otros. Y Moreno Bonilla callado y apoyando ese tipo de políticas.
Y esta falta de autonomía se manifiesta a nivel interno. En Almería tiene a Gabriel Amat rodeado de corrupción hasta el pelo que sobresale de su calva y Moreno Bonilla acude a besar la mano del Padrino como bien le enseñó Arenas. Da igual que las desaladoras no funcionen y esa agua tan fundamental para la provincia se quede en el mar, él no sabe/no contesta. Y qué decir de Málaga donde Elías Bendodo está intentando mover la silla al alcalde de la capital Francisco de la Torre. Nada dice o hace en la pelea entre tiburón y boquerón. Perfilero total. A dejar hacer mientras el partido se desangra. Mientras Arenas no le diga que mueva ficha, él quito en su casa de Sevilla a la sombra del deseado San Telmo. Que a este ritmo verá pero no catará.
Por eso la pregunta de los conservadores andaluces es si Moreno Bonilla saldrá del armario político y logrará que el PP andaluz tenga más presencia dentro y fuera de las fronteras de la región. Muchos creen que seguirá siendo el senescal del PP-A hasta que vuelva el rey o llegue otro nuevo. Los más jóvenes y alejados del caciquismo tradicional esperan que abra la puerta del armario y comience a hacer algo positivo. Pero debe recordar Moreno que los jóvenes son más impacientes.