Como venimos informando desde hace meses en Diario16, el caso Banco Popular sólo tenía un objetivo: rescatar al Santander porque la situación real de la entidad cántabra era muy delicada por diferentes causas, entre las que destacan la exposición a los efectos del Brexit y los vaivenes en la economía de México y Brasil, principalmente, aunque también por la inestabilidad de los ciclos en toda Latinoamérica. La necesidad de mejorar los resultados del 2.017 está haciendo que el Santander esté realizando operaciones constantes, tanto corporativas como contables. No hay nada más cruel que las cifras, incluso cuando se manipulan con juegos de hoja de cálculo y, sobre todo, cuando la mejora de resultados se está logrando gracias a la ruina de 305.000 familias.
Según los datos ofrecidos por las auditorías independientes nacionales e internacionales de las cuentas del Santander y del Popular, podemos comprobar un dato que demuestra que en la entidad presidida por Ana Patricia Botín hay prisa para rentabilizar la operación: el Santander ya ha vendido 6.980 millones de activos no corrientes del Popular, lo que significa un 78% del valor medio ponderado de estos activos de 9.000 millones en los últimos años. Sin embargo, el Santander dio otros datos a la Asociación Española de la Banca (AEB) cuando contabilizó un importe de 12.431 millones, un descuadre que incluso para los auditores más expertos es inexplicable.
Otro aspecto que tiene poca explicación es el referido a los saldos en efectivo en bancos y otros depósitos que se incrementa a 30/06/2017 en 4.310 millones de euros y en inversiones conjuntas asociadas en 5.401 millones respecto a 31/12/2016, cuando esos dos capítulos en los últimos balances del Banco Popular son un 75 % menores. ¿Magia contable o, simplemente, se están aplicando los valores del Popular para ir arreglando las cuentas del Santander moviendo las cifras de unos asientos a otros en dependencia de cuál es el asiento más necesitado de una revisión?
La operación comenzó a implementarse a partir de la salida de Ángel Ron y esto se puede comprobar en el comportamiento de los recursos de clientes. Durante los años 2.014, 2.015 y 2.016 se mantienen muy estables, con una media de 85.000 millones. En 2.017 comienza a haber un deterioro que se sale de esta estabilidad y, sobre todo, a partir de las declaraciones de Elke König, que es cuando realmente se produce un mayor deterioro por las masivas retiradas de depósitos que provocaron unas palabras irresponsables y, presuntamente, interesadas, unas declaraciones que fueron un ataque frontal contra la línea de flotación que se tradujo en la salida de recursos y, por consiguiente, en una menor liquidez. El día 5 de junio el Popular tiene 60.803 millones de euros en depósitos. Desde el 29 de marzo las salidas de depósitos se cuantifican en 15.091 millones de los que 14.000 salieron en la semana y los días previos a la intervención.
Sólo un 10,19% de los clientes particulares retiraron sus depósitos del Popular. Respecto a las Pymes sólo un 22,67%, es decir, menos de una cuarta parte. Apenas una tercera parte de los organismos públicos retiraron sus depósitos, teniendo en cuenta que hubo algunos, como la CNMC, que sacaron de golpe 1.000 millones de euros. Las grandes fugas de depósitos fueron provocadas por las grandes empresas (60,78%), principalmente del sector financiero, y por las empresas públicas (57,52%). Este dato demuestra cómo había demasiada gente muy importante en todos los ámbitos y centros de poder que estaba muy interesada en que el Santander fuera rescatado a costa de la ruina de 305.000 familias.