A pesar de quedar por disputar una jornada, la temporada ha terminado en el Atlético de Madrid. Lo que pase en San Sebastián da igual ya a la gran masa social… y parece que al resto de componentes del equipo rojiblanco. Ha quedado claro que ya no nos engañan más, salvo a aquellos que se quieran engañar. Ni Miguel Ángel Gil, ni el Cholo Simeone, ni los jugadores.
Miguel Ángel Gil
Está como loco por aumentar el valor de sus acciones y vender para pegarse la vida padre. Desde luego la inversión sin poner un solo euro —cuando junto a su amigo Enrique Cerezo dicen que han hipotecado su patrimonio se refieren a las acciones que se quedaron por la jeta y cuyo delito quedó prescrito— va a ser mayúscula, especialmente cuando por el camino no ha hecho gran cosa por aumentar la calidad o las ganas competitivas. Lo del entrenador fue una chiripa a la que se sigue agarrando porque no es capaz de ver más allá, ni debe tener ganas de ver más allá. La miopía del dúo dirigente es tal que es extraño que no se den de golpes con las paredes. En cuanto termine la ciudad deportiva con la playa y demás estupideces, a vender y trincar la pasta. El Atleti ha sido uno más de sus oscuros negocios.
Ahora cuentan, porque se lo han filtrado hasta a los periodistas críticos, que están muy enfadados por lo que vienen haciendo los jugadores esta temporada. Les ha costado verlo hasta la penúltima jornada (igual hasta hay otro ridículo en las Vascongadas) y lo filtran, añadiendo que va a haber más bajas de las previstas… no se lo creen ni ellos. Al menos los aficionados ya no se lo creen. Venderán la moto de seis o siete jugadores medianamente (por medianías con mucha publicidad del nacionalmadridismo) atractivos y vendrán los de siempre: el rodillas raras, el prejubilado, la joven promesa que el entrenador nunca pondrá y un señor de Murcia sin Ninette. No se han gastado nunca el dinero, salvo cuando había trampas (caso negritos) por detrás, no lo van a hacer ahora.
Cholo Simeone
Es el entrenador que más tiempo seguido ha logrado situar al Atlético de Madrid entre los tres primeros puestos. Incluso ha ganado dos ligas y algunos trofeos internacionales (Helenio Herrera no pudo porque no existían esas cosas europeas) pero ha abandonado el cholismo. Lo que ilusionó al aficionado rojiblanco, a la mayoría porque los hay que parecen de otro equipo dando igual quien entrene, era esa lucha constante; ese dejarse hasta la última gota de sudor en cada partido; ese defender el resultado con los dientes; ese no dar por perdido un balón o un encuentro; esa mentalidad ganadora. Luego la potencia económica de los “monstruos” y su ligazón con el poder (especialmente el federativo) hacía que no diese para ganar, pero se competía.
El aficionado rojiblanco, al menos el que utiliza el raciocinio, sabe que los “otros dos” juegan con red de protección pero competirles, que suden y si se despistan cazar la presa es lo mínimo para el Atleti. Siempre ha sido así, competir hasta donde den las fuerzas o las mafias (Álvarez Margüenda les saluda). El jugador que no compite al banquillo o la grada. Esto era el cholismo y se ha perdido, lo ha enterrado el de negro, el propio Simeone. Ahora da igual si se tocan los dídimos partidos tras partido, todos saben que, sin mediar lesiones, hay unos cuantos que van a jugar sí o sí. Ya no hay meritocracia. Incluso todos los aficionados saben cuáles van a ser los cambios (Lino por ejemplo) y los sustitutos. Luego se inventa el Atleti de los mediapuntas que dura tres días pero sirve para engañar a los aficionados, porque los jugadores siguen tocándose los dídimos. Cumplen con lo que les exigen el presidente y el entrenador y hasta ahí.
La plantilla
Si usted no vendía a casi todos igual no ha visto los 37 partidos o tiene un enorme corazón que no le cabe en el pecho. Por rendimiento se salvarían Axel Witsel y Samuel Lino, alguno más que se deja todo siempre aunque su calidad no sea la más alta. El resto fuera. No tienen la menor vergüenza y se atreven a salir en los medios diciendo que la temporada ha sido buena. Han jugado tres partidos, los justos para aparentar. El resto se han arrastrado por el campo o han jugado a arreones (como los mansos). Alguno en especial parece que solo juega cuando le apetece… y le apetece poco, la verdad.
Con fichar a jugadores que la sepan pasar al compañero, con el que comieron a la tarde, que diría el maestro Bilardo, y sepan defender valdría. Ha sido un nivel tan bajo que las expectativas sobre sustitutos tampoco son altas. Y si desde la directiva cabreada dicen que igual se van ocho, mejor que sean doce, no vaya a ser que los que se queden jueguen por decreto. No hay que tentar al señor de negro. O se cambia la dinámica de rasquin-bolin o la temporada que viene puede ser peor. Esto y acertar con un preparador físico.
Las filtraciones
Ahora filtrarán a los juanchitos, a los que hacen programas y podcasts de fichajes, el nombre de ese o aquel. Ya han salido Dovbyk y Sørloth y otros tantos saldrán. El problema es que la mayoría de equipos no aceptan billetes de monopoly o giles, sino euros. Si se fijasen un poco más, para jugadores de una temporada tienen a Jean-Philippe Mateta que igual por 20-25 millones llegaría. Algunos aficionados estiman que hay que fichar a este tipo de jugadores antes de explotar… para que no los ponga el de negro porque se lo ha dicho la cábala o no lo ha moldeado él. Realmente, da igual lo que filtren a Juanchito, a Uría, a Moretto o a Maroto el de la moto, hasta que no estén aquí no vale de nada.
Ya no nos engañan. Sí tendrá gracia estar todo el verano con los posibles fichajes pues es lo propio de las pretemporadas, aunque este año haya Europeo de Naciones y Olimpiadas, anima a la gente, pero no hay que creerse nada. Total, para las medianías que dicen que se van a fichar. Antes, teniendo menos dinero, con telarañas en las cajas fuertes, se fichaba a alguno que se sabía que era bueno (Dirceu o Alemão, por ejemplo), ahora son como los huevos kinder. Incapaces hasta para fichar a jugadores españoles que tienen calidad o ese que juega de lateral en el Portsmouth. En breve nos dirán que hasta que no salgan no entrarán y como por arte de magia llegarán jugadores que saldrán en enero. Mejor no crearse expectativas porque ni la directiva, ni el entrenador, ni los jugadores nos van a volver a engañar.