Como cada año, los aficionados atléticos esperan que no les empeoren el equipo. El juego desplegado después del Mundial invita a ilusionarse, sin grandes excesos, con las posibilidades respecto a la próxima temporada. Se sabe que, como en la última, no habrá penaltis a favor (pitaron uno por quedar bien); a Morata (si es que sigue) le podrán masacrar a patadas o rodillazos en la espalda; cualquier falta será tarjeta amarilla; y que tan solo cabe esperar que alguno del duopolio se despiste. Quien piense otra cosa o solo se alimenta de los Teleñecos de la noche, o tiene una visión idílica del fútbol español.

Con estos, y se podrían añadir otros, condicionantes, el Atlético de Madrid se ha puesto manos a la obra. De momento, porque en casa Gil nunca se sabe, no han vendido a ningún jugador de los que pueden ser calificados como “intocables”. Tal vez Carrasco porque se ha cansado de las promesas incumplidas de Miguel Ángel Gil. Como de momento no hay campaña de desprestigio del jugador en las columnas habituales del gilismo, se puede estar tranquilo. El Barça no tiene dinero para pagar los 19 millones acordados y eso también supone un alivio.

Ahora han filtrado que las cláusulas de rescisión de Griezmann y Morata son especialmente bajas (25 y 10 millones de euros respectivamente), no se sabe si para que alguien pique en el anzuelo o para hacer ver que los chavales tienen un buen compromiso con el equipo. Como lo filtran de aquella manera y sin dar más explicaciones a quienes han de transmitir la información, pues salen las cosas como salen. Unos diciendo que Gil y Cerezo son gilipollas y que deberían ponerlas más altas; otros pensando que son precios de venta rápida; algunos sin opinión porque estando detrás los marrulleros puede ser cualquier cosa.

La realidad es que, salvo Soyuncu y Mouriño, no parece que vaya a llegar alguien al Atlético de Madrid. La estrategia de Gil es las que entran por las que salen. El problema es que han devaluado tanto el producto, fichando verdaderas filfas, que para liberarse de los jugadores hay que encomendarse a algún tipo de santo o virgen. San Mendes puede ayudar, pero, por suerte, quedan poco jamelgos de su cuadra en el equipo.

No tienen patrocinador. Whalefin ha salido huyendo, no por culpa del gilismo, y suena Disney Plus (pronúnciese plus, no plas, que estamos en España), como ha sonado Civitas (el patrocinador del estadio, que ya no está Wanda ¿verdad periodistas?), como puede sonar cualquiera. La realidad es que por ahí no hay ni un solo euro. Además como las franquicias (ese negocio extraño y que huele de espanto) cuestan dinero en vez de generar ingresos, la situación es caótica. Nadie quiere cobrar a plazos o con billetes del Monopoly. Las alarmas de los bancos suenan cuando entran los directivos del Atleti. No hay dinero y se está a la espera de que se aparezca santo DAO.

Tampoco tienen la valentía de señalar al Cholo Simeone que se adapte y que vaya subiendo a chavales con calidad (que haberlos haylos) del filial. Entre otras cosas porque el filial está para hacer dinero (que luego no se invierte en el equipo) y no para llenar el primer equipo. Es mejor hacer fichajes extraños (solo ha salido bien uno), oscuros y encomendarse al Cholo para clasificar a la Champions League. Con una inversión de 5 millones al año poco más se puede hacer. Y no hay más inversión porque Gil, pese a los premios (que igual hasta los compra), es un gestor nefasto. No es el fútbol un generador de enormes beneficios pero bien gestionado un equipo que lleva once años jugando la Champions debería tener más ingresos extra.

El caso es que la afición rojiblanca, salvo los pajiplantilleros, los FIFAs y los insiders, espera la llegada de Nah-Die. Que sí, que al final vendrá alguno (en Marca dicen que cuatro en As que tres) si es que se logra colocar a alguno. Pero de la calidad que tenga se pueden tener todas las dudas. Vicente Calderón no es que generase miles de millones de pesetas, pero siempre fichaba a alguno bueno, el resto canteranos y/o buenos jugadores españoles. Hoy el Atleti, clasificado durante once años entre los tres primeros siempre, es incapaz de invertir en buenos o españoles. Si llega Nah-Die y sale Baca-Lá se podrán dar con un canto en los dientes.

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