El titular es lo que se preguntan la mayoría de hinchas rojiblancos. Porque cansarse, ayer, no se cansaron en el partido contra el Alavés sobre el terreno de juego. Por ello deberán tener suficientes energías para volver a Madrid andando, en peregrinación para ver si así entienden que vestir las rayas canallas (aunque ayer fuesen de verde quirúrgico-gafe) se respetan. En un magnífico libro que se publicó hace no mucho (Peregrinos, Editorial Crítica) el autor británico Peter Stanford explica que, aunque hoy en día los peregrinajes son un tanto más turísticos y menos religiosos, siguen conservando esa búsqueda introspectiva del propio ser, ese separarse de la materialidad y buscar dentro el propio ser.

En el caso de los jugadores del Atlético de Madrid ese peregrinaje debería servirles para comprender que, por mucho que estén jugando a nivel profesional, su actitud y sus cualidades podrían no ser futbolísticas. Igual Nahuel Molina debería dedicarse a la Economía (¿podría Milei nombrarle ministro del ramo?); De Paul podría ser instagramer (algo tan banal como su fútbol); Savic tomar conciencia de que la jubilación está a la vuelta de la esquina; y así casi con cualquiera de los que ayer tuvieron la osadía de vestir la casaca del Atleti. Ese peregrinar para que entienda qué supone vestir la rojiblanca.

Nada más comenzar el partido ya se veía que unos (los del Alavés) tenían ganas de jugar al fútbol y otros (los de verde Nike-nos-estafa-cada-temporada) no. Habían salido al campo 22 supuestos jugadores, pero solo corrían y enlazaban jugadas los de azul y blanco. Ni Gil Manzano tuvo que liársela, como suele hacer, a los del Atleti, ya se bastaban ellos solos para hacerlo. Más de 45 minutos donde dar tres pases seguidos se convertía en algo casi milagroso. Además Luis García, entrenador alavesista, puso en el once inicial a Giulano Simeone con la clara intención de hacer daño del bueno. Y el hijo del entrenador rojiblanco a fuer que lo hizo. Dejó en pelotas a todos sus ex-compañeros de entrenamientos una y otra vez.

La segunda parte fue la versión mala de la primera porque el de negro comenzó a hacer cambios. Sacó a sus pretorianos que, por fin, en el minuto 70 lograron chutar a puerta por primera vez. ¿Fútbol? Cinco minutos como mucho. Normal que se pregunten muchos aficionados si con esta banda no había posibilidad de ver jugar unos minutos a Vermeeren. Siendo un entrenamiento, así se lo estaban tomando, ¿por qué no darle unos minutos al belga? Si es malo se sabrá y si es bueno el señor de negro queda retratado o tienen argumentos para sentar a más de uno y de dos. No se sabe porque no le da minutos mientras algunos siguen ahí, titulares, comiéndose todos los goles del mundo y con la intensidad defensiva de Pedro Sánchez mientras atacan la sede del PP.

Llevan todo el año tocándose las narices en cada visita. No es que el físico no les alcance, que no les alcanza (se vuelve a insistir en que el fichaje clave del año que viene es el preparador físico, a ser posible que no sea colega del Cholo Simeone), es que no les da la gana jugar al fútbol. Y ese problema de actitud, más en algunos de aptitud, no se puede dar en alguien que viste la camiseta del Atlético de Madrid. ¡Basta ya de excusas buenistas á la Koke! Todos sabemos que Luis Aragonés les iba a calentar las orejas (bueno, en realidad igual a algunos ni los ponía a jugar). Se las habría calentado hace bastante tiempo. Y no por perder, que es algo que en el deporte puede ocurrir, sino por no echarle coraje suficiente.

Como tampoco se han cansado tanto, lo mejor es que hubiesen vuelto andando. A ver si con ese esfuerzo se ganan el jornal. No lo habrán hecho y hoy estarán de risas. Una semana de entrenamientos, no muy intensos para no cansarse demasiado y hasta el próximo partido. En el cual hasta son capaces de dejárse los dídimos porque es contra el Bilbao y se juegan dineros. Así podrán justificarse para seguir riéndose de la camiseta rojiblanca y de los aficionados. Eso sí, los amanuenses venderán quince mil fichajes completamente irrisorios para tapar la poca vergüenza que parece quedarles. O sacarán, otra vez, que Gil piensa vender. O que Simeone va a cambiar de estrategia (aunque sabemos que no). O que Cerezo está embarazado. Ya no engañan a nadie. Ni los del palco, ni los del césped.

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