Dijo al terminar el partido el Cholo Simeone que esta semana habría que aguantar que les dijesen “cositas” todos los días y que por eso había que estar más unidos que nunca. El capitán Koke también expuso el mismo argumento de la unidad ante todo. Si lo decían por el nacionalmadridismo igual están errando el tiro porque esos están a sus cosas del ADN y de la decimoquinta. En esta época no tienen ni tiempo que perder con el cuarto clasificado de La Liga, fuera ya de competiciones europeas y sin saber si tocará el año que viene Champions o Europa League. Si lo dicen por los periodistas y aficionados rojiblancos la cosa cambia.

Cierto que muchos amanuenses van a dar algún toque, pero rápidamente volverán a los dictados que mejor encajan con lo que quiere MAG. Otros, muy pocos, no se callarán y recibirán mensajes, “mensajitos” de dirección y/o plantilla para quejarse. Pero los aficionados ¿por qué se van a tener que callar? Después de dos temporadas, especialmente en liga, donde la vergüenza ajena ha sido lo más normal tras un partido (porque a muchos parece habérseles olvidado lo del año pasado), qué menos que acordarse de los parientes ascendentes de todos los que conforman el Atlético de Madrid: familia Gil, Cerezo, entrenador y cuerpo técnico y, obviamente, jugadores, que son los que salen al terreno de juego. No, ni se van a callar, ni unidad, ni leches porque no se lo merecen.

Que esto recuerda a aquellas temporadas de Gil padre cuando se veía el descenso cerca y la afición arrimaba el hombro, la poca que iba al Calderón (que tampoco es que aquellos asientos de piedra estuviesen llenos). Al menos el padre se cagaba en los muertos de los jugadores e intentaba hacer limpia. Hoy no. Bajo el Imperio del bien los jugadores son como capullos de alelí, intocables; sin recibir críticas no vaya a ser que lloren por las noches y no puedan hacer una historia en redes sociales; no vaya a ser que se sientan mal; no vaya a ser que sus sentimientos sean dañados… y ¿los sentimientos de los aficionados que ponen su dinero (en abonos o plataformas)? No se imagina nadie a un Arteche haciéndose el ofendidito. ¡Anda ya!

Hay que seguir hablando y señalando, a unos y otros, a los niñatos que visten las rayas canallas, a los mangurrianes del palco y al señor de negro. Porque esto que se está viendo es un tumor que no se sabe si es metastásico o benigno. Lo que es evidente es que se debe operar cuanto antes para salvar el cuerpo, al Atlético de Madrid competitivo. Y como los que están en el campo son los principales culpables (venga llorad un rato agarrados al muñeco de Indi), hay que verificar si es que son viejos, están quemados, se han acomodado o, directamente, son malos (al menos carecen de la calidad para jugar en el Atlético de Madrid).

Algo de historia

Una visualización histórica nos servirá para tener una mejor perspectiva del análisis. Los jugadores con más temporadas en el Atlético de Madrid son Adelardo (17), Collar (16), Aguilera (15), Calleja (14), Escudero, Mejías, Tomás, Koke (13), Luis Aragonés, Aparicio (12), Juncosa, Miguel, Martínez Jayo, Eusebio, Gárate, Leal, Rubio, Arteche, Toni, López, Pacheco, Giménez (11) Saúl y Oblak (10). Ahora habrá que ver la cantidad de partidos jugados: Koke (630), Adelardo (553), Tomás (483), Collar (468), Aguilera (455), Oblak (439), Calleja (425), Saúl (423), Arteche (421), Gabi (417), Correa (414), Torres (404), Godín (389), Griezmann (383), Luis (368), Alberto (361)…

No coinciden los que más temporadas han jugado con el máximo número de partidos. Si hacen divisiones simples se darán cuenta de que ahora los jugadores juegan más partidos en menos temporadas. Esto puede propiciar declive físico anterior (salvo que se tengan pócimas secretas de Italia o el ciclismo) o quemarse como futbolista. No tener ya la cabeza para jugar al fútbol, cuando menos en un alto nivel de exigencia (si es que la hay en el Atleti actual), es algo que sucede constantemente. Al igual que eso impide a muchos canteranos que deslumbraban acceder al primer equipo, también acaba con las carreras de algunos profesionales con temporadas a sus espaldas. Salen a jugar como Bartleby, que por ellos no lo hacían. Y de esos parece que hay algunos en la actual plantilla. Desganados por el campo. Guerreros del Cholo sin armadura, ni yelmo, ni hidalguía.

Quemados y sin ganas

Ver quienes están quemados por tantos partidos es entrar en terreno un tanto más subjetivo. Cuando ya no aciertas en las marcas, cuando te dejas ir y solo juegas competitivamente minutos o partidos puede ser una demostración de haber pasado tus mejores años en el equipo. De esos hay una gran mayoría en el equipo. Algunos con 10 años y otros cuatro o cinco están completamente desmotivados, no para jugar al fútbol, sino para jugar en el Atlético de Madrid. La renovación que no se hizo hace dos años, ni uno, deberá hacerse ahora para liberar a estos jugadores que, pudiendo rendir seguramente en otros equipos, no lo van a hacer más en el Atleti.

La edad es otro problema. Antes con 31 años se era un jugador veterano y con dos o tres temporadas por delante si respetaban las lesiones. Ahora hay cientos de jugadores que, gracias a los avances en los entrenamientos físicos, aguantan más… o no. Si se suman la cantidad de partidos en las piernas a los años por mucho avance en entrenamientos cuando van las piernas no van las cabezas y viceversa. Con 30 o más años están en el Atleti: Oblak, Witsel, Savic, Paulista, Reinildo, Azpilicueta, Koke, Griezmann, Morata, Menphis, De Paul y Saúl. Luego están con 29 Correa, Hermoso, Lemar Llorente y Giménez. Diecisiete jugadores en la treintena o a un año de ella. Si se suman partidos jugados y temporadas a nivel profesional, normal que los factores señalados converjan.

Es una plantilla descompensada respecto a las edades y con muchos partidos en las piernas de los jugadores. El salto desde la treintena a los más jóvenes es de casi cinco o seis años. No hay casi jugadores de 26, 25, 24, 23… años. Este tipo de perfil de plantilla era la clásica de equipos para mantener la categoría en tiempos no tan remotos. Otros, con dinero o sin él, han ido mezclando con mejor saber para planificar sus plantillas. Tienen de todo en su justa medida y teniendo paciencia con los más jóvenes que tenían cualidades (¿no recuerdan los años de Ficticius que decían en el Bernabéu?).

Tras mirar al campo toca señalar a los demás

En esto los máximos culpables se sitúan lejos del césped. Ni Gil Marín ha querido hacer lo que había que hacer, ni han sabido manejar las exigencias de la plantilla. Si con quedar terceros en liga y pasar a octavos de Champions vale, los jugadores van a dar el mínimo posible pues no hay más ambición, algo que ha acabado por afectar al propio entrenador. Cuando los aficionados se cabrean con el Cholo no es por este o aquel cambio o táctica (Luis Aragonés hacía de las suyas también) sino con haber perdido el cholismo. Esa autoexigencia continua partido a partido, ese “ganar, ganar y ganar”, ese quien se esfuerza acaba jugando…

Por tanto, el Atlético de Madrid tiene una plantilla de jugadores que o están quemados, o están fuera del fútbol, o son viejos o son malos. Porque también es cierto que los errores que cometen algunos jugadores solo son achacables a las carencias futbolísticas en algún caso. Si bien un jugador joven puede pecar de inmadurez (a cambio ofrece otras cosas), cuando se tienen 26 años no es un problema de corregir conceptos y demás. Se puede entender que Vermeeren (seleccionado para el Golden Boy como mejor jugador joven) deba captar algunos de esos conceptos, pero tíos con pelillos en los dídimos, no. Eso no es cholismo.

Todo queda en manos de Gil y del señor de negro. O hablan claro y hacen lo que hay que hacer (en algún caso lo que puedan) o el año que viene puede ser que esto no sea benigno sino cancerígeno. Mientras tanto, además de aguantar los quince mil fichajes de los insiders y amanuenses, habrá que seguir hablando porque no se han ganado que se callen las bocas. Habrá que señalar todo con nombres y apellidos. Si luego lloran por las noches en sus casas no es problema de la afición o los analistas.

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