El titular de la reseña se corresponde con la realidad del libro. Gregorio Morán le toca las bolas (de billar) a Felipe González. En Felipe González. El jugador de billar (Roca Editorial), el sarcástico periodista va siguiendo las tacadas del expresidente del Gobierno y a la mínima oportunidad, ¡zas!, quita una bola o la coloca en otro lado. No permite que el expresidente se sienta cómodo jugando en ningún momento. Ni a González, ni a sus amigotes.

El libro de Gregorio Morán tiene la virtud del sarcasmo y la ironía. Al estilo de sus Sabatinas intempetivas el periodista va recorriendo la vida y milagros de quien ha sido el presidente que más tiempo ha estado al frente del Gobierno en España. No verán en los comienzos de líder socialista ningún tipo de heroísmo, ni de inteligencia intelectual, era un chaval que sabía hablar, de hecho lo hacía muy bien, y poco más. Tuvo la fortuna, como bien narra Morán, de estar en el momento adecuado en el sitio adecuado. Frente a una izquierda comunista excesiva y muy alejada de la realidad española (es muy graciosa la descripción de la unión de Santiago Carrillo, Rafael Calvo Serer y Antonio García-Trevijano en la Junta Democrática -sorprende el olvido de Pepín Vidal Baneyto), los poderes fácticos mundiales apostaron por el PSOE. Conocido de sobra aunque siempre se tiende a minusvalorar que, por mucha financiación, había que votar y explicar.

El análisis del sustrato ideológico del grupo andaluz es breve pero intenso. Marxistas cuando hacía falta. Socialistas de hacia afuera. Y neoliberales en la acción de gobierno. Ofrece el autor muchas muestras de personajes de la derecha económica alegrándose de la política económica de Solchaga, Boyer y compañía. Obvia que hasta Margaret Thatcher le llegó a defender, pero no era tan necesario. Sobre el 28º Congreso, el del marxismo, pasa muy por encima, cuando en realidad ese felipismo (que como bien recuerda fue un acierto de Luis Gómez Llorente) que sería la forma de actuación del partido se entronizaba. Tampoco le importa demasiado porque al fin y al cabo fue una buena carambola, aunque tuvo la ayuda de amigos extranjeros que le colocaron las bolas mientras los críticos no miraban.

La mejor parte, como pueden pensar, es la referida a los años de Gobierno. Tiene “hostias a mano abierta” para todos los que formaron los distintos Gobiernos. Morán vivió esos años en plena actividad periodística. Los conoció perfectamente. Sabe cómo se comportaron. Y lo cuenta sin tapujos. Si Alfonso Guerra era conocido por la mordacidad en sus críticas y la capacidad para poner motes, Morán no se queda atrás con los ministros del PSOE… y con unos cuantos de la oposición. Sin ofrecer enormes cantidades de números, cantidad de señas bibliográficas, recorre todos los años de Gobierno señalando todas las cuitas de González. En todas advierte que gobernaba como quien juega al billar.

La gran perspicacia de Morán le lleva a señalar lo que realmente acabó con González (no cuenta lo de la conspiración periodística, pero tampoco es necesario). La corrupción, la real y la falsa (que de ello hubo bastante), hizo que el gobierno del PSOE acabara cayendo en las elecciones de 1996. Como bien dice, en lo del GAL la gente estaba de acuerdo, salvo que se quedaran con el dinero o se lo gastasen el los casinos. Al final era otro caso de corrupción, como lo del Roldán, Filesa y el hermano de Guerra (paradójicamente, el henmano acabó absuelto de todas las acusaciones, algo que no se cuenta). Como lo de los fondos reservados de Interior.

Las personas tragaron con lo de la OTAN. Algo menos con las políticas neoliberales. Pero no soportaba que quienes había hecho gala de no meter la mano en la caja estuviesen de mierda hasta arriba. Y como bien dice Morán, si lo hubiesen atajado a tiempo lo que vendría después seguramente no habría sucedido. El PP habría sido más precavido seguramente. Como tampoco olvida la alianza entre Prisa y González, con los consabidos beneficios que reportaría a ambos bandos.

Todo ello bien narrado y con mucha ironía. Hay ocasiones en que hasta parece que el peor de todos no es González. Que le concede cierta inteligencia y saber hacer. Y no es porque sea mejor sino porque el resto es visto como una banda de incompetentes (lo del Programa 2000 es buenísimo y retrata a algunos que todavía pululan por la cuadra sanchista). Un libro muy entretenido en el estilo de Morán que dice más que otros textos publicados ad maoirem gloriam dei. Un libro muy de actualidad por las últimas apariciones del jarrón chino. Morán le toca las bolas a González, pero éste parece que quiere seguir jugando. Habrá que esperar una ampliación del texto en unos años.

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