El “Calígula monclovita” ha estado más de un mes haciéndose la víctima de alguna especie de conspiración de la ultraderecha trumpistas, fascista o populista. Cual zarzamora iba llorando por todas las esquinas porque estaban “presuntamente” persiguiendo a su esposa, una cándida mujer que jamás ha hecho nada de lo que existen pruebas —ahora viene lo gordo con patentes y recursos de la UCM puestos a su nombre—. Ha llorado por carta (dos veces), ha llorado en televisiones, ha llorado en estudios de radio, ha llorado en redacciones de periódico, ha llorado en mítines y todo para nada. Como viene sucediendo constantemente desde hace unos años, le toca palmar una y otra vez (salvo la excepción catalana, que por eso es excepción).

Tanto lloro para obtener 0,4% más de los votos que en la última ocasión que hubo contienda realmente nacional. En las municipales y autonómicas, además de no participar todas las autonomías, también hay condicionantes locales que no responden a un voto más nacional. Aun así, también llevó al PSOE a un hundimiento casi total. Está estancada su persona y solo puede ir hacia abajo, entre otras cosas porque el cuento de la persecución y del peligro de la ultraderecha tiene un límite emocional y temporal. Las personas se pueden dejar llevar por un tiempo limitado pero no siempre, más cuando el discurso que se plantea es emotivista nada más. Nadie puede vivir constantemente en estado de alerta antifascista o anticomunista, da igual.

Si ustedes solo ven el número de eurodiputados parece que casi ha empatado pero el PP ha logrado subir un punto más, con el condicionante de que “el ardillas” les ha quitado unos cientos miles de votos. Sí, porque esos votos, impulsados por los medios más carcas, se los han quitado al PP, no a Vox. Queriendo dar paso a la ayusada, al final no han conseguido su objetivo y tendrán que mamar un tiempo más con Alberto Núñez Feijoo. Vox ya es tercera fuerza y los socios de gobierno son cuatro y el del megáfono. No se puede engañar a tantas personas tanto tiempo y los partidos de la pseudoizquierda lo acaban pagando.

Porque ni Pedro Sánchez, que algo habrá rascado a su siniestra, ni Sumar, ni Podemos, ni ningún otro nombre que se vuelvan a poner son algo siquiera parecido a la izquierda. Ahí tienen lo que está sucediendo en toda Europa. Se ha abandonado en la práctica a la clase trabajadora, coadyuvando a esa gran farsa de la clase media; se la señala por su identidad nacional; se apoyan los penes lesbianos contra las mujeres; se protege por una falsa diversidad a delincuentes o se permite que las leyes democrática no tengan validez en algunas partes del territorio propio; la mayoría de europeos, y los españoles no son ajenos a ello, no llegan a fin de mes; por lo que al final se acaba apoyando a los partidos que ofrecen algún tipo de esperanza.

Aunque siguiendo el discurso sanchista, pese a lo que diga en Teresa Ribera en rueda de prensa sobre el dique de contención, en España la ultraderecha es más de 50% de los votantes. Vamos que todos los españoles, si se descuentan los secesionistas, son fachas o algo parecido. Tanto lloro para nada. La ultraderecha, según su argumentario, es mayoría en España, así que ni dique, ni cartoncillo tapando la cañería. Una derrota en toda regla que quieren ocultar como vienen haciendo en todos los golpetazos. Miren si le ha dolido al “Calígula monclovita” que ni ha tenido la vergüenza torera de comparecer en Ferraz. Estaba por allí por si las moscas. Como le han partido la cara, otra vez, y cual cobarde, huye. Pero no piensen que esto queda aquí, este ser amoral es malo per se y alguna querrá hacer. Intentará vengarse de todos.

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