Tras haber hablado Felipe González, casi como volviendo atrás en el tiempo hasta comienzos de los años 1980s, Alfonso Guerra ha sacado su afilada lengua a pasear. En ambos casos han hablado sobre la inconstitucionalidad de la “posible” amnistía que se podría aplicar sobre los secesionistas catalanes, a fin de obtener sus votos para que Pedro Sánchez siga siendo presidente. Todo ello ha provocado que las redes sociales ardiesen, especialmente, las redes de sugus rojos del sanchismo. Que si viejos, que si fachas, que si hay que expulsarles (apara esto nada mejor que recordar el artículo de ayer), que si solo hay un dios sobre la Tierra y se llama Pedro… Ya saben, todos los mantras irracionales de las personas sin capacidad analítica y exceso de dogmatismo.

Guerra, además de la amnistía, se quejó de la posibilidad de un referéndum de autodeterminación que sería similar a un salchichón (por no decir chorizo), se va cortando loncha a loncha y al final no queda más que el cordel. Cada una de esas rodajas es un concesión más a los secesionistas para hacerlo todo más suave, más asimilable a las masas. Además ha querido añadir que todo esto es un ataque al modelo democrático de la transición. Algo que es lógico que les duela pues estuvieron presentes en su construcción. Lo que no ha querido/sabido decir es que el sanchismo no es más que la efervescencia de las amarguras personales de muchos izquierdistas y sus frustraciones idealistas. Se aprovecha del agonismo de todos aquellos que nada piensan y que poco tienen que aportar, desde lo democrático, para mantenerse en el poder.

Es casi peor esto que un debate serio sobre el sistema. Los hay que han aguantado bien el paso del tiempo con algún apaño jurídico y los hay que han ido corrigiendo los defectos que se observaban. En el caso español nadie duda que debería darse una mano de pintura al sistema, pero ello no incluye los sueños secesionistas de partidos y personajes que han demostrado ser poco o nada democráticos. Carles Puigdemont es un racista de pensamiento totalitario. Apoyado por un grupo de energúmenos, fuera de Cataluña, que, paradójicamente, hablan de lucha de clases, de Estado de bienestar o de los derechos de la clase trabajadora mientras rinden pleitesía a un burgués neoliberal. Paradojas de la irracionalidad y/o la estupidez humana en política.

Sobre todo esto se pueden escribir ensayos, pero el aspecto diferencial para el PSOE (en Sumar son completamente nihilistas) es que siempre ha intentado mantener unas posiciones éticas o morales democráticas. Sánchez carece de ética, eso es evidente, pero el partido como una comunidad sí debería mantener esa moralidad democrática que han defendido durante años. No precisamente, salvo excepciones honrosas, en esa mierda de República idolatrada por iletrados (lo que vino después tampoco fue mejor), sino durante el período democrático. ¿Les parece bien a todos esos socialistas entregar un territorio a una banda de neoliberales “de mierda” (que es lo dicen en sus reuniones de partido) para que destrocen a la clase trabajadora, la sanidad pública y se persiga al que piensa diferente?

Es sabido que en el PSOE se han aupado al poder, en ciertas regiones, nacionalistas frustrados o regionalistas con ínfulas de jefes de taifas, solo hay que mirar a la gauche caviar que controla el PSC; los del reino de Valencia; los galleguistas; o algunos que recuperarían gustosamente el reino de Aragón pero sin aragoneses. También los hay en el PP, especialmente en Valencia y Galicia, no crean que están libres del pecado. Y por eso el apoyo hacia el racismo y el neoliberalismo identitario les parece normal. Pero quedan muchos socialistas que no creen en ello. Algunos sanchizados hasta la médula, otros callados y hasta las narices. Estos últimos son los que aplauden a González y Guerra, en ocasiones con miedo antes las hordas irracionales que berrean mucho y piensan poco. Si Sánchez dice “A” todos lo repiten y si cambia a “B” todos cambian sin pensar nada.

El problema del apoyo o no a Puigdemont y sus secuaces no es, por tanto, meramente político sino, como ha dicho un viejo socialista manchego, ético. ¿Cabe apoyar a un racista? ¿Cabe apoyar a un ultraderechista? ¿Cabe apoyar a un tipo que al día siguiente pasaría por la quilla a todo español que huela en Cataluña? ¿Cabe apoyar a alguien que tiene un programa diametralmente opuesto al PSOE? ¿Cabe ser presidente del gobierno a cualquier precio? Dicen que de estar en la cúpula dirigente Felipe y Alfonso habrían acabado con el partido… ¿piensan que va a dejar algo Sánchez cuando se ha encargado de imponer la política de tierra quemada? Por ello ¿cabe apoyar cualquier estupidez que haga el secretario general? No es decidir entre una política más o menos de izquierdas sino de principios. Sánchez carece de ellos pero ¿y la militancia socialista? ¿Queda alguien con principios?

1 Comentario

  1. Estos dos destilan odio hacia Pedro Sanchez desde 2015 en que las bases lo eligieron como SG despreciando a sus representados Madina y Susana Díaz, la burguesia socialista encarnada entre otros por estos dos miserables, intentan imponer su criterio por encima de las bases y como militante les pido que se vayan de una P. vez a su casa y nos dejen tranquilo.

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