El domingo los españoles despiertan, al fin, del mal sueño de tener una democracia incompleta. Centenares de urnas se colocarán en distintas ciudades y diferentes lugares para ofrecer al pueblo la posibilidad de elegir, aunque sea de manera simbólica y sin validez jurídica, el modelo de Estado que quieren para España, algo que les fue hurtado con artimañas en 1.976 y en 1.978, tal y como reconoció Adolfo Suárez en la entrevista con Victoria Prego. Sin embargo, el hecho de que ciudadanos y ciudadanas de todas las ideologías puedan ejercer su derecho a decidir sobre un tema que hasta hace unos años era tabú es el paso adelante que demuestra que el tiempo de la Monarquía al frente de la Jefatura de Estado tiene fecha de caducidad. Por eso, el 2 de diciembre de 2.018, puede pasar a la historia como el 14 de abril del siglo XXI.
Diario16 lleva tiempo insistiendo en que la situación de déficit democrático que vive España ya es insostenible. Cada día se demuestra más que el error político cometido en la Transición de hurtar al pueblo, con manipulaciones espurias, su capacidad de decisión en lo referente al modelo de Estado no puede mantenerse ni un día más. La crisis económica ha servido como «real torcedor» para que la ciudadanía se diera cuenta de la inutilidad de la Monarquía. La gente ha pasado muchas penurias durante estos años sin que la Casa Real moviera un dedo o, como mucho, se marcharan a África a cazar elefantes.
El desamparo del pueblo ante un gobierno cruel que no le defendió ante el ataque austericida de una Unión Europea entregada a los intereses de los países del centro y el norte, se hizo más evidente por la ausencia de un Jefe de Estado que pusiera coto a los desmanes de los recortes de Mariano Rajoy. A todo ello había que sumarle los escándalos de corrupción protagonizados por algunos miembros de la Casa Real, la protección del Estado a esas personas cuando se tuvieron que enfrentar a la Justicia, las actitudes irresponsables del actual Rey Emérito, tanto en el ámbito social como en el financiero, entre otras cosas, hicieron que el debate sobre la validez democrática de la actual Jefatura de Estado saliese de las minorías para entrar en la calle, hecho que, además, coincidió con la abdicación de Juan Carlos de Borbón en su hijo Felipe, una ceremonia que mostró a las claras la incompatibilidad de esa institución con un régimen democrático.
Un gobernante no puede vivir de espaldas a su pueblo porque, al final, éste despierta. Los ejemplos en la historia los tenemos en cada época. Los dictadores viven absortos en un mundo que nada tiene que ver con el real o pretendiendo crear países a su semejanza imponiendo ideologías por la fuerza de la represión, la tortura y el asesinato. Los reyes han caído por revoluciones como la francesa o la rusa, por citar dos ejemplos. La revolución que se inicia ahora en España es pacífica y tiene como única arma una papeleta, un sobre y la ilusión de recuperar la democracia, de llevar al país hacia una democracia real sin ningún resquicio del franquismo que fue, al fin y al cabo, quien impuso a los españoles a los Borbones.
Quienes defienden el modelo surgido en 1.978 están nerviosos. Se ha llegado a amenazar con demandas judiciales a los alcaldes que permitan las votaciones. Un elemento más para determinar que aquéllos no creen ni siquiera en la Constitución que utilizan como arma arrojadiza cuando se habla de conflictos territoriales porque en la Carta Magna se dice claramente que la soberanía nacional corresponde al pueblo español, no al Jefe del Estado.
Nerviosismo en la derecha por las consultas populares «Monarquía – República»