Parece, para malestar de algunos cuantos, que el papa Francisco va a salir de esta. Así lo han comunicado los médicos que le atienden constantemente en el Gemelli. La infección respiratoria, más el resto de derivadas, va remitiendo y su salud mejora poco a poco. Nadie puede estar seguro que, en cualquier momento y por llevar ingresado tanto tiempo, pueda verse afectado por otra infección —de esas llamadas hospitalarias—, pero por lo que cuentan las buenas y las malas lenguas —las diabólicas dicen que se va a morir mañana, o pasado, o al otro…— a no mucho tardar podrá abandonar el hospital y trasladarse al Vaticano. Sí, al Vaticano y no a su residencia de Santa Marta para poder seguir con los tratamientos necesarios.
Porque el Papa va a salir muy tocado. Según médicos consultados, es muy probable que haya perdido masa muscular, la cual deberá ser recuperada paso a paso en un lento proceso —como sucedió con bastantes personas que sufrieron el Covid, por ejemplo— con mucha rehabilitación. Si se le suman sus problemas de cadera que ya le obligaban a estar más del tiempo por él deseado en silla de ruedas, es comprensible que su movilidad vaya a estar afectada por un tiempo considerable. A todo ello hay que añadir que es más que probable que tenga que estar un tiempo con ayuda de oxígeno, especialmente para dormir, y deba ingerir alimentos no sólidos para ir pasando a otro tipo de dieta. En resumen, saldrá muy débil físicamente pero con la cabeza en su sitio.
Todo esto, más los rumores de que están haciendo una habitación hospital en Santa María la Mayor, ha provocado que los de siempre estén hablando de una posible renuncia al papado y por ende la convocatoria de un Cónclave en breve. Debe ser por las buenas críticas que ha tenido la película de ese nombre por el que están deseando que se convoque porque, más allá del mal gusto, no se comprende que haya hasta listas de todos los colores y sabores de candidatos para suceder a Francisco. Ya se dijo aquí no hace tanto «Quien entra Papa al cónclave suele salir cardenal». Que igual se lanzan esos nombres para generar mufa sobre algunos candidatos.
Huele más a bulos e ilusiones personales de grupos interesados en que el papado francisquita llegue a su fin para dar paso a «Uno de los nuestros» (otra película que ya saben cómo termina) que a realidad. Los hunos quieren que el pontífice sea más de misa tradicional, en el camino del trumpismo inilustrado actual; los hotros un progre globalista que continúe el papado actual o que incluso vaya más allá. Todos con una mirada demasiado mundana sin tener en cuenta que la Iglesia católica está por encima del tiempo y los cambios globales, por lo que no seria de extrañar que venciese alguno de «ni para ti, ni para mí». Porque estos pensamientos, al final, son muy occidentales, mientras que hoy la Iglesia es mucho más global en su composición personal.
Cuando el «Diablo no tiene nada que hacer mata moscas con el rabo» pero últimamente está demasiado entretenido como para preocuparse de unos cuantos cardenales y dos o tres católicos que hacen proclamas protestantes. Tiene un mundo por destruir y lo de la Iglesia le tiene poco preocupado. Ya hizo y deshizo cuando la Iglesia mandaba, ahora que tan sólo tiene auctoritas —lo que paradójicamente es mucho más acorde a la doctrina y el Evangelio— prefiere dedicar sus esfuerzos a otras cosas. El olor a azufre no está cerca de Roma… bueno en el Vaticano porque en Roma no se sabe. La realidad es que Francisco, como ha hecho durante todo su papado, mandará y hará mucho, otra cosa es que lo tenga que hacer desde una habitación vaticana. Que pase lo que tenga que pasar pues Dios escribe recto en reglones torcidos.