Resulta que el señor del BNG que se ha reunido con el presidente del Gobierno ha confirmado que no piensan hacer pasar por el Congreso de los Diputados el aumento del gasto en armamento. Al menos esa es la intención y otra cosa es que pueda hacerlo, que está por ver. Lo que sí está claro es que la autocracia es inherente a la personalidad de Pedro Sánchez. Debe tener algún tipo de represión interior para evitar cualquier tipo de debate, enfrentamiento cara a cara, o asunción de responsabilidades. ¿Le pegaban de pequeño en el colegio? ¿No haber podido sacar carrera y doctorado en la universidad pública le tiene reconcomido por dentro pues nadie le elogia por sus (de)méritos? A saber, pero algo de eso parece haber.
Se pasa el día señalando a la ultraderecha y el peligro de desmoronamiento de la democracia y resulta que el primer autócrata es él. En su partido ha logrado, con el aplauso de todas las focas militantes, que nadie pueda toserle, que el partido sea una marca sin más, que sus decisiones personalísimas sean órdenes para todos, todas y todes, que la democracia interna sea completamente inexistente —los años de González & Guerra, con todo lo que tuvieron, aparecen a los ojos de hoy como un vergel cuasi ácrata en comparación—, que todos deban lamerle el culo si quieren repetir en listas porque las elige él y su mismidad. Ha copiado y vigorizado el modelo PP-Vox, pero él dice que es más democrático.
En el plano de las instituciones qué decir. El parlamento, o mejor dicho, las Cortes son ese lugar a donde acude si le va a salir la jugada de cara, con las cartas marcadas, el crupier de su lado y un buen coro de palmeros dispuestos a aplaudir cualquier estupidez que diga. Porque estupideces dice a menudo y eso que a los españoles les cuestan un dineral sus creadores de discursos —que igual saben escribir pero conocimientos no demuestran—. A ello hay que sumarle una tropa enorme, tan grande como la de la derecha, de medios entregados a la causa —que paga usted, téngalo en cuenta para hunos y hotros—, que le justificarán hasta matar a sangre fría a un ciego, con cojera y por la espalda señalando a la víctima como fascista. Lo de las competencias en inmigración son la última muestra del nivel de entreguismo de la prensa.
Como buen autócrata no pisa el Senado porque le dicen cosas y la mayoría, porque perdió las elecciones, no es suya, de su propiedad, de su voluntad… Ni está, ni se le espera y a cambio manda a hacer el ridículo y justificar lo injustificable al primer ministro que encuentre por el pasillo. Por el Congreso tampoco es que aparezca mucho y, desde luego, no le pidan que proponga un debate sobre algo tan importante como el aumento del gasto militar, las concesiones a las comunidades secesionistas, jamás va a debatir porque su persona no puede mancharse con semejantes mindundis que habitan por allí. Es lo que piensa de los suyos y lo extiende a los demás grupos —que tampoco es que le falte razón para la mayoría de los diputados—.
Como ven con el paso del tiempo se ha ido convirtiendo en un autócrata que piensa que se sitúa en la onda del sentido de la Historia y que los demás no saben ver y comprender esa situación. Él se ha situado ya por encima del bien y el mal y por ello ni dimite, ni convoca elecciones, ni nada. En Portugal habrá elecciones, como hubo para la presidencia de la República, por un caso suave y nimio de corrupción de familiares del presidente —¿Feijoo cómo va lo suyo y su chalet en la playa usurpando terreno público?—. Aquí con la esposa a las puertas del juicio, con medio cuerpo de asesores imputado, con su colega y amigo colocando sus gastos con hetairas a los españoles —por cierto, Sánchez tenía un informe de inteligencia donde se describían las tropelías de su escuadra personal y aún así puso en las listas a Ábalos (¿Qué sabrá?)—, con dirigentes internacionales que ni le saludan… empeñado en seguir hasta que mueran los españoles, porque él, evidentemente, se piensa inmortal.
Es patético ver a los columnistas de la derecha pidiendo que dimita o convoque elecciones. ¿No le conocen? ¿No han visto cómo se ha comportado desde que se hizo con la secretaría general del PSOE la primera vez —esa forma dictatorial y chulesca de llevarse por delante a Tomás Gómez, cerrajero mediante— y mucho más desde la segunda? ¿No ven que cualquier cuestión le resbala porque todo es una conspiración contra su persona, lanzada por ultraderechistas, trumpistas y/o amargados de la vida? ¿No se percatan que ni perdiendo las próximas elecciones saldrá de Moncloa, que se quedará allí a vivir impidiendo al nuevo presidente alojarse? Los autócratas son así. De los idiotas ya se hablará otro día.
Post Scriptum. La imagen que acompaña este artículo es una buena muestra del carácter autocrático de Sánchez. Todos los miembros de la ejecutiva deben esperarle sentado hasta que haga su entrada, mostrándose como un ente superior a los demás.